Capitulo 08

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Abril toma aire mientras camina hasta la sala, con una alegre Amy detrás de ella, y Samantha, quien sonrie tranquila como si aquella situación fuera de lo más normal.
 
La castaña mentiria si dijera que no estaba completamente de los nervios por su presencia. Pero fingir que todo iba bien era una de sus muchas cualidades.
 
-Samantha, hola. -Ama saluda desde el sofá con algo de sorpresa, acompañada de las demás niñas que se encuentran a su lado.
 
-¡Entrenadora Samantha! -Lucas exclama con alegría, sus ojos grises brillando con ilusión al verla.
 
-Hola, Lucas. -la mayor sonrie con cariño.
 
La forma en la que todos los niños parecian adorar a Samantha solo hacia que el débil corazón de la castaña se derritiera.
 
Amy entonces corre hasta el sofá, subiéndose encima de su tia Ama para seguidamente abrazarla con fuerza.
 
-¿Has visto Ama? La entrenadora Samy ha venido a mi cumpleaños. -anuncia con emoción y orgullo, haciendo que Samantha sienta cierto calor en el pecho. Es cuanto menos, una sensación reconfortante.
 
-Si, amor. -le sonrie, acariciando su mejilla.
 
Abril mira la escena con una sonrisa, mientras Amy pone la película de Tiana y el sapo en el televisor. Intenta apartar los pensamientos negativos, aquellos que le piden a gritos que se esconda porque en cualquier momento Samantha podria confrontarla por lo sucedido la última vez que se vieron.
 
-Iré a preparar un poco de té. -avisa, finalmente rindiéndose. Y Ama asiente sin apartar la mirada del televisor.
 
Supone que la cocina era un buen escondite. Asi que entra en su gran cocina y mientras busca la tetera en los armarios, piensa en que excusa poner para quedarse alli hasta que Samantha se vaya.
 
-¿Te Importa que te haga compañía? -la voz de Samantha se hace presente en la cocina, sobresaltando a la más baja que casi tira la tetera al suelo.
 
Quizás no. Quizás necesitaba un mejor escondite.
 
-No-carraspea, intentando aparentar lo más normal posible-. Adelante.
 
Samantha entra en la cocina, cerrando la puerta detrás de ella, haciendo que que el cuerpo entero de Abril se tense. En un intento de distraerse de su presencia, pone el agua a hervir.
 
-Espero que no haya sido una sorpresa que haya aparecido. - Samantha dice, rompiendo el silencio. Mientras Abril se propone no mirarla.- Amy me dijo que estabas de acuerdo con que viniera cuando me dió la invitación.

Abril se muerde el labio, y no entiende en qué momento Amy se ha vuelto tan descarada. Sabia que su pequeña sólo quería ayudar, pero no puede evitar sentir molestia. No queria acercarse a Samantha, porque sabía que no podría controlar a su desesperado corazón.
 
Y no podia permitirse tenerlo roto de nuevo, no lo soportaria.
 
-No te preocupes. -evita el tema, fingiendo una sonrisa.
 
Se quedan en silencio una vez más, y Abril dirige su mirada al suelo porque no se atreve a mirar a la rubia mayor a los ojos. Pero Samantha la mira, con aquella mirada que decía más que las palabras.
 
Abril se veía tan extrañamente bien en aquel cardigan blanco, con su cabello recogido en un pequeño moño y unos pantalones deportivos grises llenos de manchas de harina. Era tan hogareña, Samantha tan solo quería abrazarla y enterrar su nariz en el hueco de su cuello, quería ayudarla a hacer el té y verla ponerse así de nerviosa con tan solo su presencia.
 
-¿He hecho algo mal, Abril? -dice finalmente, volviendo a la realidad.
 
-¿Qué? -frunce el ceño mientras levanta su mirada, finalmente el marrón chocándose con el avellana-Claro que no.
 
Verla directamente a los ojos se siente como una bomba de emociones que explota en caos, y Abril está atemorizada.
 
-¿Entonces? -se muerde el labio sin apartar la mirada de aquellos ojos que tanto había extrañado -Echo de menos verte llegar tarde con harina en el rostro.
 
El corazón de Abril se acelera con las palabras.
 
-Oye, aquello solo ocurrió una vez. -dice con falsa molestia.
 
-Si tú lo dices. - Samantha sonrie, y el caos desaparece para tornarse calma.
 
Y Abril se da cuenta justo en aquel momento, que no puede huir eternamente. Así que suspira, y afronta aquello de lo que se había escondido durante aquella semana.
 
-No debería haberte besado. -dice en voz baja, con una mueca en su rostro.
 
La sonrisa de Samantha desaparece, y cuando la castaña levanta la mirada para afrontar su reacción, casi puede ver un rastro de decepción en aquellos ojos avellana.
 
-¿No?
 
La castaña niega.

¡Entrenadora Samy! | Adaptacion RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora