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—¿No estás exagerando un poco, amor? ——ella negó.
—Si solo en esto puedo contribuir, quiero ser cuidadosa. ——mire su dedo que aún tenía un poco de sangre, quiso apartarse pero la sostuve poniendo en ella una vendita—— no quiero que te sientas incómoda.
—Para nada. Me acostumbré, ya te lo había dicho.
—¿Desde cuándo?
—Desde hace tiempo, y que pase veinticuatro horas creyendo que estabas muerta. ——al ver qué eso me afectó un poco, dio pequeños besos en mí mejilla para luego abrazarme. Cuando se aparto, note algo que algo no estaba en su mano—— ¿Y tu anillo?
—No quiero perderlo. ——sonrei con incredulidad.
—O que Jacob lo vea. ——acaricio mí rostro antes de hablar.
—Creo que deberíamos esperar hasta después de la batalla.
—Si cambiaste de opinión-
—No. Solo quiero que tenga la mente despejada. ——aclaro.
—¿Quien está confundido? ——pregunto el rey de Roma, tan entrometido como siempre.
—Espero que nadie.
Dios Bella, voy a matarte.
—Alice me avisó que se aproxima una tormenta.
—Si, la siento. ——miro a la castaña—— debemos irnos.
—Te veo en unas horas. ——deje un pequeño beso en sus labios que fue correspondido, luego en su frente para así poder irme.
Ya en la cima de la montaña, instalé la carpa donde dormiría mí novia, traje con ella muchas mantas por si llegaba a hacer frío.
Espero que no haga demasiado.
—Julie. ——voltee, me sentí en paz cuando ella llego. Se acercó y me abrazo.
—Gracias. ——este asintió.
—Regresa antes de que caiga la tormenta. ——pidió Bella aún sin apartarse de mí.
—Me quedó. ——sentencio—— mí conexión con la manada nos dirá que está ocurriendo.
