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—Es hermosa, preciosa, la amo. ——chille viendo a mí pequeña hija dormir.
—Ya llegaron. ——aviso.
—Por fin.
—Mi turno. ——ambas miramos a Rosalie quien tenía una sonrisa y frotaba sus manos con ansias por tenerla.
—¿Donde duerme?
—En mis brazos. O con Julie o algunas de las chicas. ——Jacob despertó debido al ruido que hacíamos. Alice entro y se acercó a nosotras.
—¡Feliz cumpleaños! ——Bella la miro confundida.
—Deje de envejecer hace tres días.
—Igual celebraremos. Aguantate. ——me reí. Ella le extendió una llave.
—¿Para que es? ——pregunte.
—Para que lo tengas de adorno. ——bufé por su ironía—— ¡No pregunten solo vengan!
—Cualquier cosa, le dejo mí herencia a Renesmee.
—¡Julie!
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—Sigo odiando las sorpresas. Eso no ha cambiado. ——aclaro mí esposa un poco irritada.
—Esta te gustará mucho. ¡Bienvenida a casa! ——quito sus manos de los ojos de la castaña. Ella sonrió—— pensamos que les gustaría tener un lugar propio.
—¿Que les parece?
—Me encanta. ——afirme.
—Creo que es perfecta. ——dijo sin borrar su sonrisa.
—¡Entren! ——antes de siquiera dar un paso, la mire—— no, Julie, no se escucha nada desde allá.
