Único. (¿?)

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El día que Harry decidió que sería parte del equipo de fútbol americano, él imaginó que su prueba más grande probablemente habría de ser el recorrer las 120 yardas de extensión del campo en un tiempo récord. Él estaba listo para ello, después de todo, había salido de la preparatoria con una buena reputación de deportista y había sido capitán del equipo local de Holmes Chapel hasta antes de mudarse a Londres para estudiar la universidad.

Cuando su primer semestre comenzó y se percató de que en realidad no sería difícil hacer coincidir su horario escolar con los entrenamientos, no perdió un solo segundo de su tiempo y procedió a enlistarse en el reclutamiento masivo al que los Titanes llamaban cada inicio de ciclo escolar. Una semana pasó antes de que comenzasen las pruebas y entonces Harry creyó que lo verdaderamente difícil había comenzado.

Su primer obstáculo fue el salto vertical de pie. Harry había de competir junto al resto de aspirantes para colocar una regla a lo largo de una superficie para poder medir así la fuerza en sus piernas y el salto que obtendría de las mismas sin un impulso previo. Para el rizado no representaba problema alguno. Durante su primer año en la preparatoria, él practicó algo de gimnasia cuando sus entrenamientos de fútbol no eran del todo demandantes ante la temporada, así que el ojiverde poseía una fuerza envidiable en cada una de sus extremidades inferiores. No es que él fuese poco modesto, pero cuando su límite fue el más alto de todos, no pudo evitar sonreír con superioridad hacia el resto de aspirantes y tal vez, incluso hacia ese chico Liam que ya era parte del equipo y le había demostrado cómo realizar la prueba, pues su salto superó con creces el de cualquier otro muchacho.

Después le siguió el salto de longitud, en donde sin dificultad alguna demostró que si de saltar se trataba, él podría llevarse la medalla del primer lugar sin problema alguno. Una serie de marcas habían sido hechas a lo largo del campo para medir la distancia de su salto y una vez más, nadie había logrado superar las habilidades del menor.

Era un hecho que nadie ahí estaba tan capacitado para ser un Titán como lo estaba Harry, había superado todas y cada una de las pruebas con sencillez y quizá el ego del rizado comenzaba a crecer de una forma un tanto descomunal. No se le podía culpar, por sus venas hervía el liderazgo y la pasión por la competitividad.

Al llegar a la prueba de velocidad, fue superado únicamente por dos chicos a mitad de la cancha, pero un tercer lugar no era deplorable sobre todo cuando él había sido el primero incluso en la prueba de levantamiento de peso. Harry entonces anotó mentalmente trabajar en su habilidad para mover las piernas.

Los resultados de las pruebas fueron publicados en la página escolar un jueves por la tarde y el nombre de Harry encabezó el listado de los seleccionados. No pudo evitar sentirse un poco mal al pensar en que más de cuarenta aspirantes habían sido descartados y sólo él, junto a otra decena de muchachos, habían sido los seleccionados para representar al equipo Universitario al menos en aquella temporada. Después de la compasión, le siguió el sentimiento cálido de la victoria. No dudó de él ni un solo segundo, pero incluso cuando toda la confianza estaba en sí mismo, el notarse siendo sobresaliente en el deporte alimentaba su ego de manera antinatural.

El viernes por la tarde fue citado para su bienvenida con los directivos escolares encargados del área deportiva y el entrenador. El encuentro se llevó a cabo en el campo de fútbol soccer que era considerablemente más pequeño que el de americano, pero no menos lujoso; si Harry había escogido aquella universidad, había sido por el alto prestigio en cuanto a deporte respectaba. Ahí, en la pequeña ceremonia de bienvenida, conoció a la decena de novatos que junto a él se integrarían pronto al equipo. Niall, un rubio muchacho con acento marcado y profundos iris azules fue el primero en acercarse al rizado tras haber finalizado el discurso de bienvenida. Si Harry era completamente honesto, se sentía bastante fuera de lugar entre el resto de sus nuevos compañeros. Era como si el hecho de haberles superado en la mayoría de las pruebas hubiese establecido una silenciosa enemistad entre el ojiverde y el resto de los universitarios, por suerte el rubio parecía no formar parte del grupo que juzgaba a Harry con la mirada. Él, de hecho, no había cesado su parloteo desde hacía varios minutos, y aunque Harry atesoraba el silencio como una cualidad, no resultaba molesto el tener al ojiceleste hablando sin cesar.

Novatadas. (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora