𝟞

75 15 1
                                    

Era antiético que le permitieran trabajar de esa forma, pero claro, ¿qué más podría esperarse de un lugar así? JongHo se sintió estúpido ante su propia indignación luego de que el guardia de YeoSang le entregara la llave de la habitación sin cuestionarle nada que no fuera referente al dinero.

Dándose otro regaño mental, cerró la puerta de un descuidado azotón, maniobrando al rubio escandaloso que se le colgaba del cuello, dejándole caer todo su peso entre risitas bobas y adorables refunfuños.

Aquí hyung, siéntate en la cama. —Con todo el esfuerzo del mundo, el Choi depositó al inquieto muchacho encima del colchón. YeoSang se desplomó sobre su barriga, restregando su cara contra las sábanas oscuras una y otra vez.

Bien... ¿y ahora qué? JongHo se tumbó a un costado del mayor, retirando las gotitas de sudor en su frente mientras pensaba en las posibilidades:

1. Dejar a YeoSang ahí e irse no sonaba como una buena alternativa.
2. Salir a buscar a SeongHwa para encargárselo podía ser factible, pero no sabía si el muchacho de largas hebras estaría muy ocupado aquella noche.
3. ¿Espabilarlo él mismo? Ni hablar. Se ejercitaba seguido, pero lidiar con un borracho escurridizo superaba su rutina de pesas en el gimnasio. La verdad fuera dicha, no se creía capaz de arrastrarlo hasta el cuarto de baño y mojarle la cara.
4. ¿Qué tan adecuado sería ir por un café bien cargado y traérselo para que lo bebiera?

¡Bingo! Podía cerrar la habitación desde afuera haciendo uso de la llave, ir a una tienda 24/7 a por un americano y regresar para entregárselo, ¡que la cafeína le bajase lo borracho!

Síp. Eso es lo que iba a hacer.

Hyung. —Le habló quedito, con cuidado. Ahora YeoSang estaba de costado en el colchón, con los pies colgando a la orilla de la cama. Su mano jugueteaba con la superficie de la cobija y una sonrisa perezosa adornaba su rostro. JongHo tuvo qué tomarse un respiro para no morir. —YeoSang hyung, voy a salir un momento para-

¿Para comprarle tragos a SeongHwa? tsk, no me importa. —La manita que antes jugaba con el hilo suelto de las sábanas, comenzó a sacudirse como cuando alguien dice "adiós". —Vete, vete.

JongHo frunció el ceño, la confusión invadiéndole.

¿Qué dices...? —Apenas y exclamó, bastante desorientado. —Hyung, debo ir por un café para que-

No me importa lo que hagas con SeongHwa, Jonggie, haz lo que quieras.

JongHo se rascó la nuca, inclinándose un poquito para buscarle el rostro al rubio.

Uhm... ¿Le pasó algo a SeongHwa? No entiendo qué es lo que-

El suspiro exagerado que emanó de los bonitos labios interrumpió su discurso. A como pudo, YeoSang tomó asiento en el colchón. Pasó a desabrocharse las botas con demasiada habilidad para un tipo ahogado en alcohol y pateó lejos su glamuroso calzado, encarando a JongHo después.

El castaño sintió un nudo formándose en su estómago, intimidado por la mirada filosa que se clavó en sus ojos. Incapaz de mantener ese contacto visual, JongHo tragó saliva, sus ojitos de cervatillo divagando por el rostro ajeno.

Tenía los cachetes rojos, como manzanas brillantes. El intenso rosa que solía decorar sus labios ya no estaba, dando paso a un rosado pálido, más discreto y natural. Sus párpados desastrosamente manchados de purpurina y ahí, a un costado de su ojo derecho, resaltaba un lunar rojizo que JongHo no había visto jamás.

Hyung...

¿Por qué le compras tragos a SeongHwa?

Ehm...

Atípico • [JongSang]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora