Capitulo || Ocho

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—Siento mucho todo lo que dije ayer —se disculpó Jungkook, abriendo la puerta del cuarto de Misuk a las seis de la mañana del día siguiente.

—No… No pasa nada, cielo... —contestó ella, parpadeando para librarse del sueño—. Yo también siento mucho no haber estado aquí cuando debía.

Jungkook dió un paso al oír la disculpa de su madre, pero luego se quedó quieto sin saber qué hacer.

—Ven aquí y dame un abrazo fuerte, fuerte... —exigió ella dando un par de palmadas sobre el colchón.

Jungkook se acercó con reparo y, con la típica timidez del adolescente que casi se cree hombre, le dió a su madre un abrazo para después separarse rápidamente de ella, como si le diera vergüenza que Misuk pensara que se comportaba como un chiquillo cariñoso y enmadrado.

«¡Adolescentes!», sonrió ella para sus adentros.
Andrés metió las manos en los bolsillos de los vaqueros y miró al suelo sin saber bien cómo continuar haciendo las paces.

—Tenías todo el derecho a estar enfadado —afirmó Misuk—. Te repito hasta el cansancio que me avises si vas a llegar tarde cuando sales, y la primera vez que salgo yo no hago caso de mis propias normas.

—Me asusté cuando vi que no venías… —la interrumpió él negando con la cabeza, balanceándose sobre las puntas de los pies—. No, no es eso… Es… —El joven recorrió con la mirada las paredes del cuarto, el suelo, el techo… Todo, menos el lugar donde estaba su madre, frente a él—. Lo que me molestó fué que no estuvieras aquí como siempre —confesó atropelladamente—. Y cuando ví que no volvías, me enfadé mucho al pensar que estabas por allí en vez de conmigo. No pensé que pudiera haberte pasado algo. No se me pasó por la cabeza ni por un momento, solo pensé que no estabas y que tenías que estar. Y hacerme la cena, como siempre, y que te habías ido por allí con… Rayos, tú nunca has tenido amigos aquí. —La miró enfadado—. No entiendo por qué los tienes que tener amigos ahora —refunfuñó.

—Bueno… —Misuk no sabía bien qué contestar a la última frase, por tanto, decidió ignorarla—. Es normal que no pensaras que podría haberme pasado algo, el pueblo es muy tranquilo y no tiene por qué ocurrir nada — afirmó para tranquilizar la recién despertada conciencia de su hijo—.
Entiendo que estés incómodo, porque lo que pasó ayer…

—Debes salir y tener amigos —interrumpió Jungkook hablando mecánicamente, como si tuviera un guion aprendido—. Yo ya soy mayor y no puedo comportarme como un niño mimado. El abuelo dice que, si soy un hombre para ir a trabajar al campo, debo comportarme como tal y respetar a mi madre —afirmó muy serio.

—¿El abuelo? —preguntó Misuk. En ese momento se le encendió la bombilla del cerebro y recordó—. Espera ¿No ibas a ir hoy con JiMin a recoger caquis?

—Sí —contestó Jungkook enfurruñado—. El abuelo me despertó a las cuatro de la mañana —bufó—, había quedado en ir a las cinco con el tío JiMin. No hacía falta levantarme una hora antes… —se quejó como el adolescente que era.

—Entonces ¿por qué estás aquí? —preguntó Misuk confusa.

—El abuelo me dió un sermón durante toda una hora —se escabulló de la pregunta.

—¿El abuelo te ha dado un… Sermón?

—Sí. Hemos estado hablando sobre lo que pasó ayer, una y otra vez — bufó, luego miró fijamente a su madre—. Mamá… —Se abalanzó sobre ella con lágrimas en los ojos—. No se me ocurrió pensar que pudiera haberte pasado algo… Es que ni se me pasó por la cabeza…

Ardientes Vacaciones || Park JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora