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Felicidad

Derek despertó a la mañana siguiente con el pecho desbordando de felicidad sin razón aparente.

Había desayunado lo suficientemente bien en compañía de su madre y algunos miembros de la manada. Algunos incluso lo observaron con intriga por la muy ligera y casi imperceptible sonrisa que adornaba los labios del lobo.

Tenía la sensación en el pecho de que las cosas podrían salir mejor de lo que esperaba. En las mañanas no realizaba actividades extras; algunas veces cortaba leña o ayudaba a algunos omegas con tareas domésticas. Secretamente, observaba a los cachorros de la manada jugar con libertad alrededor de la mansión.

Estuvo dando vueltas de aquí para allá durante la mayor parte del día. Su lobo no había dado señales de estar inquieto como cualquier otro día; no sentía la necesidad de alejarse para descubrir algún otro lugar o sensación. Se sentía pleno y satisfecho.

—Ey, Derek, me dijeron que necesitabas ayuda para hacer algo hoy —le habló un beta mientras estaba partiendo leña en la parte de atrás de la casa. El moreno volteó para encontrarse con el rizado cabello de Isaac siendo el protagonista de su aspecto.

—¿Qué? —cuestionó sin procesar del todo las palabras del chico.

—Ya sabes —respondió—, la cosa con el beta que no sabe ni limpiarse el trasero. —El recuerdo de su madre dándole indicaciones para el día siguiente le llenó la mente, haciéndole recordar ese asunto.

—Ugh, sí, tienes razón, pero creo que ya les he dejado muy en claro que no necesito ayuda —casi gruñó con molestia ante la sobreprotección de la manada.

El chico decidió no ponerlo de mal humor. Todos habían sido testigos de la diferencia en el alfa esa mañana: no solo se veía mucho más feliz y tranquilo. Todos quedaron estupefactos cuando lo vieron ser amablemente dulce más de tres veces en la mañana— Lo que sea que hayas estado haciendo ayer en el bosque, deberías hacerlo de nuevo.

—¿Qué estás insinuando? —preguntó volviéndose más irritado, hasta que el olor del zorro volvió a su memoria para adormecer todas y cada una de las emociones negativas. Debió haber puesto alguna extraña expresión para que el muchacho se burlara de él.

—Es a lo que me refiero —soltó con un tono burlón y una sonrisa amenazando con ensancharse.

No podía argumentar nada, ya que sus expresiones habían sido completamente bien interpretadas por el otro. Simplemente apretó los labios con desagrado y decidió ignorar a Isaac hasta que decidiera irse de ahí. Continuó cortando la madera más lentamente. Las ganas de volver al bosque se hicieron intensas.

—Iré contigo —sentenció el beta, que al parecer no tenía ninguna intención de moverse de donde estaba.

—No.

—Sí, la alfa me ha dicho que tengo que hacerlo para asegurarnos de que todo esté bien. —contraatacó.

Ahí estaba de nuevo su madre siendo ella misma. Tenía la mala costumbre de siempre mandar a algún otro lobo para hacerle compañía. Derek estaba seguro de que su madre seguía creyendo que necesitaba todo el apoyo posible en caso de que se resbalara entre el pasto por hacer guardia en las noches.

No le respondió nada al beta, que sonriente y triunfante se retiró para ir por sus cosas. Derek se concentró en su actividad para no pensar en el encuentro con el beta. No era secreto para nadie que a Derek nunca le gustó llevar desconocidos a la mansión; el olor de otros en el espacio de la familia siempre le irritó sobremanera.

Termina y se dirige al interior de la casa para recoger su chaqueta de cuero favorita y algunas otras cosas necesarias para volver al bosque después de llevar al chico nuevo a la mansión. Mete algunos libros en el interior de la mochila, se despide de algunos lobos en su camino a la entrada principal. Ya en su coche, lo enciende e hizo rugir el motor para que Isaac creyera que se había ido.

Soft and orange || SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora