Shirakawa queda realmente lejos de Tokio.
En esa distante localidad, Tanjiro Kamado (13) celebraba el primer día de año nuevo con su familia.
3:25 de la tarde, en las orillas del río Shou-gawa, el joven Kamado siguió corriendo al intentar elevar su cometa. Sin darse cuenta se alejó de su familia, enfocándose en hacer volar lo que tenía en manos.
Cuando ya el papalote nadó en la expasión del cielo, miró a los alrededores y notó que no había un alma cerca de ahí, aunque veía algunas cometas en el cielo.
Asustando echó a correr, rumbo a las cometas que veía a lo lejos, sin caer en cuenta que, de hecho, iba hacia el lado contrario al de su familia.
Corrió cerca de dos minutos y al notar que iba hacia el lado contrario, al no reconocer los árboles, se devolvió.
Entre más andaba, más se alejaba de él también la cometa, pues le daba más cuerda y la hacía volar más alto. Caminó entonces Tanjiro, sin darle mucha importancia a la cuerda de su cometa.
Ello le trajo cierto inconveniente, cuandos notó a su familia y corrió, no notando que el hilo de su cometa pasaba sobre la de alguien más.
El enredo fue veloz y se asustó lo suficente como para soltar de donde sostenía la suya.
El dueño del otro hilo fue mucho más ágil y se fue acercando a él mientras intentaba maniobrar su propia cometa, cuando llegó a la madera que sostenía el hilo, intentó manejarlas ambas para que no cayeran, pero su esfuerzo parecía no ser recompensando al ver a las cometas bajar erráticamente.
Viendo eso, Tanjiro se afanó y tomó el hilo de su cometa e intentó ayudar.
—¡Arriba! —oyó una voz aguda que le gritó, por lo que hizo lo que le mandaron.
En algún momento de esos instantes flash en los que junto a la otra persona intentaron mantener ambas cometas en el aire, él resultó con la madera de su cometa, junto a alguien de pelo oscuro, moviéndose como pulpos para que los papalotes se mantuvieran en el aire.
Fueron divertidos segundos donde cada uno dio su opinión y donde la otra persona casi pierde su cometa al lanzar la madera por encima de Tanjiro, aunque entre risas él la sostuvo y se giró a entregarsela a su dueño- o dueña.
Una joven de su edad, de pelo negro y ojitos rosados lo veía con una minúscula sonrisa, extendiendo su mano para recibir la cometa.
—Parece que se caerán.
Vestía una linda ropa de invierno y su pelo por los hombros resaltaba grandemente sus mejillas coloretas por el frío y quizás el esfuerzo físico.
Por un momento dudó, pero ella misma tomó de su mano la madera y continuó maniobrando la cometa, esta vez ya sin ya ayuda de Tanjiro, pues él había quedado anonadado frente a la joven.
Su falta de colaboración terminó con ambas cometas cayendo de picada al río.
El sonido fue leve, de hecho escuchó más el suspiro de la chica que el plop de las cometas al caer al agua. Pero su mundo se puso de cabeza cuando ella le volvió a dirigir la palabra:
—¿Y ahora?
Él la miró sin responder.
Parpedeó.
—¿Perdón?
—¿Vamos por las cometas?
—Ah, sí. Claro, claro.
Ese día él la conoció.
[ • • • ]
Año y medio después, su familia se trasladó a Chiba por razones de trabajo.
Y sentado en un andén alto de cemento, comía un frío helado de cereza. La preparatoria había iniciado algo ajetreada, pero ya se había adaptado a los climas citadinos del lugar. Levantarse más temprano de lo habitual para ir a estudiar fue lo que más se le complicó, pero ahí daba lo mejor.
Pensando en tales mundanalidades, empezó a jugar con la cucharita de plástico que había usado para comerse el ya acabado helado.
«¿Debería pedirle a mamá monedas para el arcade?» pensó «No, queda muy lejos. Me da pereza».
El arcade quedaba a veinte minutos en bicicleta, por lo que solía darle mucha pereza ir.
Suspiró, y cuando pensó levantarse, soltó la cucharita de plástico con la que había jugado tensándola hacia atrás.
Voló la cuchara por el aire una corta distancia.
Pasó una joven en bicicleta frente a él.
Chocó la cuchara contra su cara.
Ella frenó de inmediato.
Y así, niños, papá se reencontró con mamá.
Fuera de broma, hacerla contentar después de eso le fue complicado a Tanjiro, sobre todo porque ella se notaba renuente a aceptar algo de parte suya como enmienda; sin embargo, la constancia ganó y ella terminó aceptándole un helado.
Y comiendo helado fue ella quien hizo la primera pregunta:
—¿Te he visto antes?
Tanjiro del susto ni se detuvo a detallar a la joven frente a él, pero una vez lo hizo, en verdad sintió que la conocía de antes.
—¿No?
—Entiendo.
Siguieron comiendo helado en el mismo lugar de donde Tanjiro le tiró la cucharita.
Y poco a poco, sin afán ni dramas dramáticos, ese mismo lugar se empezó a hacer su sitio de reunión.
No estudiaban en las mismas preparatorias, pero por algún motivo siempre pasaban por esa calle y a veces se topaban, ya conociendo que era la otra persona.
Alguna vez fue ella quien lo espero en la intersección de esas calles, algotra fue Tanjiro.
Alguna vez fue él quien invitó al helado, alguna otra ella invitó al pudín.
Alguna vez se sentaron a contar sus planes de vacaciones, otras más solo para decir qué habían hecho en su día a día.
Y alguna vez, en algún día de algún mes, como hilos de cometas mal enredados, se enredaron.
Tarde fría de noviembre, estando ella en su último año de preparatoria y él en su penúltimo, sin querer se le escapó un te quiero.
Sin querer ella respondió correspondiendo.
Y justo como sus cometas yendo juntas de picada al río, justo así ambos se fueron juntos al final de sus vidas.
[ F I N ]
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Cometas en la ribera - TanjiKana
FanfictionEra inicio de año y los Kamado salieron a volar cometas, tal y como solían hacerlo por tradición familiar; sin embargo, Tanjiro tuvo un problema... un problema para toda la vida. Tanjiro x Kanao. Kimetsu no Yaiba de Koyoharu Gotouge.