Capítulo 1

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15 de octubre del 2000
Sara Elizondo Acevedo, una joven
con una vida por delante, 26 años, dedicada a ayudar en la hacienda de la familia. Es feliz apoyando a su madre, y, a la hacienda de por sí, no deja que otras cosas que no sean el trabajo la desvíen de el futuro que planea moldear.

Sí, esa soy yo, soy Sara Elizondo Acevedo, y planeo dedicar mi vida a esta hacienda que significa más que paredes con hectáreas, esto es una pasión inexplicable que se filtra por mis venas, ver los caballos altos y refinados, listos para las presentaciones. Se me hace tan maravillosamente perfecto todo lo que me transmite ver el futuro de esta bella estancia en buenas manos. Me he dedicado y me seguiré dedicando al cuidado de esta... aunque en mí hayan sentimientos reprimidos, guardados en un baúl muy en el fondo de mi corazón, que jamás los dejaré salir, porque mi decisión está tomada y nada ni nadie podrá revertirla.

Las amistades han cumplido un rol no tan importante en mi vida, así como vinieron también se fueron y la verdad no produjo nada en mí, todas esas personas que en algún momento creí amigos o amigas resultaron ser todo lo contrario cuando por fin decidí alzar mi voz y decir que el camino por el que estaba llendo debido a las constantes salidas con ellos, no era lo que yo quería. Desobedecer a mi madre nunca ha estado en mis planes, claro que no, y esa era unas de las principales cosas que no me parecieron al juntarme con ellos, las fiestas y tomar nunca me han gustado, pero para no perderlos me adentré a ese círculo que me hizo daño en su momento. No solo por sus acciones sino que...hubo alguien que en ese entonces significó todo para mí, era mi sol, mi cielo, mi vida entera, pero al final, uno no termina de conocer del todo a una persona, y yo, yo no conocía ni la mitad de esa persona.

Hoy, como todos los días, me levanté con mucho entusiasmo sabiendo que haré lo que más amo, dedicar mi día al manejo de la finca.
Me tomo una ducha que relaja todos mis músculos para así empezar de la mejor manera, al terminar de bañarme me encargo de untar diferentes cremas en mi cuerpo y después reviso qué ropa me pondré hoy día. Al encontrar las prendas perfectas, que consta de una blusa celeste pastel con un pequeño saco encima y un pantalón vaquero de cuero, me desenredo el cabello con el peine y me dirijo al comedor. Ahí me encuentro con mis hermanas, mi viejito, Fernando y...mi madre.
- Buenos días- digo en general y me siento en mi respectivo asiento. Eva, viene con mi desayuno y le agradezco, la conversación que se convirtió en el tema principal de cada mañana, empieza a fluir entre los que están en la mesa.
- El día de ayer Eva ha estado investigando sobre los albañiles que vendrán para la construcción de la cabaña.- Dice mi madre. Cada vez que se habla de esto, me hago la desentendida el ver el rostro de incomodidad de Norma, desde que empezó una vida de pareja junto a Fernando, la felicidad no se ha apreciado en ella, y ahora con esta novedad de la señora de la casa, Gabriela, de querer edificar una cabaña para los dos, sé que la molestia de mi hermana mediana va creciendo más y más, pero yo no puedo hacer más que acatar las órdenes que mi mamá indique, para ella soy la hija ejemplar, nunca le he causado problemas después de ese lapso en el que estaba con mis "amigos", porque luego de todo eso, me obligué a mí misma a obedecer, decir "sí" sin rechistar, y así todo saldría bien.

- Mamá...no creo que sea necesario tener una casa para nosotros dos, en la habitación estamos bien.- habla Norma
- Yo también creo lo mismo hija, mi adorada nietecita y don Fernandito en la habitación les basta y les sobra, son solo dos, a parte, Eva está a la disposición de ellos como siempre ha sido, no le veo la necesidad a esa choza que quieren construir.- Refuta mi viejito para después meter un bocado del desayuno a su boca, satisfecho de lo que cocinó Eva.

Fernando agarra de la mano de Norma, ignorando todo lo que dijo mi abuelo segundos antes y sigue.
- Amor, yo creo que es un gesto muy noble de parte de tu madre, ¿Por qué no quieres aceptarlo?- le dice tratando de convencerla, ella aunque no esté de acuerdo, acepta. Conozco a mis hermanas como la palma de mi mano, y sus gestos por más pequeños que puedan ser, dicen mucho.
- Está bien, y ¿Cuándo vienen los tales albañiles?- le pregunta a Eva.
- Hoy mismo señorita Norma, de antemano les digo que son solo tres albañiles, el ingeniero dijo que con tres estaba muy bien, son unos muchachos muy eficientes y pueden acabar cuando menos lo esperen.
- Ok, me parece perfecto, así me hace el favor de gastar menos. Entonces usted se encarga de ver a los obreros, les indica cual es su cuarto para que puedan cambiarse, la mesa en la que van a comer y todo lo que usted ya sabe.
- Claro doña Gabriela, usted no se preocupe.
- Bueno, yo me retiro porque tengo una reunión con el padre Epifanio, muchas gracias.- Digo antes de retirarme.
- Yo también voy junto a Sara, gracias a todos.- sigue Jimena detrás mío.
- Falto yo, muy rico todo Eva, muchísimas gracias.- termina de decir Norma antes de salir del comedor las tres.

Dejamos la casa atrás y salimos de esta, nos dirijimos al carro, pero no sin antes encontrarnos con algo inesperado. Frente a nosotras, un trío de figuras robustas y con perfil alto se interponen en nuestro camino, por más que hayan tres adelante, mis ojos solo se fijan en unos ojos que eran inevitables no verlos, su mirada cruza con la mía y trato de actuar lo más disimulada posible.

- Buenos días, qué se les ofrece?
- Buenos días, un gusto, soy Juan Reyes.- el joven le entrega su mano a Norma, y ella, lo acepta con gusto. - ellos dos son mis hermanos, Óscar Reyes y Franco Reyes.- Cada uno se quita su sombrero cuando nombran sus nombres
- Venimos para la construcción de la cabaña, somos los albañiles que se encargarán de la obra. - Dice el muchacho llamado Óscar. Así que esos son los trabajadores que estarán al mando del nuevo trabajo.
- Muy bien, Eva los atenderá en un momento. Norma, Jimena, vámonos.- Dije fríamente no sin antes dedicarle una última mirada al tal Franco Reyes, una mirada que no pasó desapercibida por él y nos dirijimos a la camioneta. Ya adentro, tomo una bocanada de aire para procesar lo que había pasado, no con los jóvenes nuevos, sino lo que había pasado dentro de mí, un huracán de diferentes sentimientos que no sentía hace mucho tiempo y que revivieron en ese pequeño momento, culpa de aquellos ojos color azul océano. Pero lo más seguro es que estoy equivocada, porque ese tema llamado "amor" estaba cerrado para mí.
- Sara, Sara..¡Sara!- siento que me chillan en el oído, no podía ser nadie más que la menor de las Elizondo, mi hermana Jimena.
- Ay, ya, ¿Qué pasa?
- Pasa que parece que te has quedado maravillada con esos buenos mozos que se hacen llamar albañiles, pero nomás mira ese cuerpo, esos brazos, esos rostros...
- Aish Jimena ya cállate de una buena vez, deja de estar diciendo tantas bobadas juntas. Jamás me interesaría por alguien y menos por unos simples peones insignificantes.- miro por el espejo del retrovisor y observo como la mirada de Norma está perdida, cuando me doy cuenta, sus ojos están perdidos en ese chico llamado Juan, puedo ver en ellos, brillo, alegría...amor, algo que nunca logro ver cuando está con Fernando, pero yo, definitivamente no voy a dejar que ninguna de mis hermanas tenga algún acercamiento con esos...tipos sacados de la nada. A pesar de que el interés quiera crecer en mí, el trabajo me va a servir, es mi mejor aliado, no me importa si me excedo, con tal de olvidar cualquier impertinencia, soy capaz de trabajar de domingo a domingo, solo para no pensar en esos ojos hipnotizantes.
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Holaa, como pueden ver, este es el primer fanfic que he creado, espero y les guste como irá aconteciendo las cosas hasta el final. También quiero agradecer bastante a RBKlauss y a lola_mento15 que me han apoyado para crear y poder subir el fanfic, gracias. 💐✨

Hasta reencontrarnos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora