El Alma de mi Amygdala - Suga - BTS

Parte 4

Memorias del pasado distópico #2

Verano del 2000

Si te soy sincera, no recuerdo con exactitud cuándo pasó, solo sé que desde la entrada a ese preescolar los momentos donde una sonrisa abundaba en mi rostro y llenaba de luz las fotos, dejó de ser genuina. Yo era una niña que siempre estaba feliz, pero me fueron apagando poco a poco.

Lagunas mentales, tengo tantas de ellas. No recuerdo gran parte de mi niñez, de verdad, mientras digo esto me doy cuenta que hay tantos momentos que se hicieron humo, sin dejar una pizca de cenizas de la cual encontrar, quizás, la luz que tanto buscaba.

¿Por qué mi memoria deja fragmentos tan dolorosos en mi mente?

Desde los 2000, mi nombre dejó de ser reconocible, fue un sonido que se fue haciendo menos entendible... Para mi.

Perdí mi nombre, porque otros lo decidieron por mí al correr de los años; las rosas disfrazadas. Nunca un solo nombre, siempre cambiante. Jamás un lugar seguro, solo un lugar momentáneo. Cada día, sentía una cuchilla más clavada en mi corazón, no era una daga... Porque se sentía como si un asesino lo hiciera, yo lo sentí así. Una cuchilla fría, filosa, esperando su víctima.

Desde un inicio sentí que había algo mal entre esas rosas y yo, algo no estaba bien, siempre pensé que yo tenía la culpa.

Mi madre fue ingresada al hospital ese año, ese verano no pudimos festejar mi cumpleaños. Hubo cambios.

Ese verano tuve que decirle adiós a mi perro que me acompañó desde que nací, Picca. "Se fue de viaje al campo, pero, ¡pronto regresará con un nuevo estilo!" Mentiras necesarias, pero que luego comprendí que eran para no generar un corazón roto, lo que no sabían es que ya lo padecía desde el comienzo de mi existencia, y se intensificó ese año.

Pasaba todo el día en el preescolar, mi papá trabajaba todo el día, a mamá no dejaban que la viera porque era muy pequeña. Estuvo internada en el hospital durante meses, tiempo después entendí que la habían operado de la vesícula y la operación no había salido para nada bien.

La peste, la hepatitis, mi nuevo nombre en el preescolar. Si te acercabas lo suficiente, te podía contagiar, o al menos eso decían. ¿Cómo se esparce el estado de salud de alguien del cuál no sabes casi nada? ¿Cómo podía alguien que no podía casi hablar porque no le salían las palabras, decir lo que padecía su madre? No sabía casi hablar, como se esperaría de alguien de esa edad. Vamos, ¡tenía una maldita atrofia en el cerebro de la cual no se sabía si podría llegar más allá de la primaria! Aunque rompí ese pronóstico tiempo después, pero, en ese momento la tenía. Bonito, ¿verdad?

Si tocas a la peste, te contagias de hepatitis. Si la tocas, corres para atrapar a alguien y que se pase la peste que ella tenía. No puedes mantenerlo mucho tiempo en tus manos, porque te volverás alguien como la peste, tendrás hepatitis.

Así fue como fui cerrando de a poco. así fue como el infierno comenzó.

En navidad discutieron mis padres, yo estaba en brazos de mamá. Hubo golpes a mi hermano, a mi mamá, yo caí de sus brazos.

"Amante" y "¡es mi mejor amiga Yeojin!" fueron palabras que quedaron grabadas en mi mente. Irnos en bicicleta a la casa de los padres de mi mamá. Camino largo, 20 kilómetros en carretera, pararnos en fábricas para ver si alguien nos ayudaba. No había ángel salvador.

El invierno grotesco de Daegu. Nuestro abrigo no funcionaba para soportar tanto, pero igualmente lo hicimos.

Llegar a la casa de los padres de mamá, "si ustedes tres se quedan, tu hermano no podrá dormir cómodo", "recuerda que le diste la espalda a tu única hija mujer, madre"...