Capitulo 4. Extraña.

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–<< ¿Por qué rayos estoy haciendo esto? >> – Aun llevaba a Margaret en mi espalda.

–Veo que estas en buena forma, no lo aparentas – Ya me estaba preguntado porque estaba tan callada.

–¿Ahora si piensas usar esa lengua viperina que tienes? – No comprendía ¿Por qué antes no se defendió? Pero ella no respondió a lo que le dije, caminábamos en silencio hasta que llegamos al hospital.

Ya dentro pasamos alrededor de una hora como mínimo, yo me encontraba sentado en la sala de espera, pude ver dos emergencias y una señora la cual estaba a punto de dar a luz, en ese momento pensé que estaba seguro de que jamás me dedicaría a la medicina. Tenía la mirada fija en el televisor que estaba en la sala para entretener a las personas que se encontraban esperando, había un reloj en la esquina superior izquierda con el que marcaba cuanto tiempo llevaba sentado aquí, el sonido de su péndulo al tambalearse ya estaba gravado en mi cabeza, era irritante. Voltee a todos lados, nunca he sido una persona muy paciente y ya se estaban tardando mucho, volví al televisor y en cuestión de segundos escuche la arrogante voz de Margaret a mi lado.

–Pensé que al salir ya te habrías marchado.

Voltee a verla, traía bajo sus axilas dos muletas de soporte, y su pie había sido vendado, por un momento recordé la imagen de esta mañana en la que Chibi estaba sentada con muletas y un yeso.

–Vamos – Dije mientras me levantaba y caminaba hacia la salida.

–¿A dónde vamos?

–¿Es que piensas caminar en pantuflas? Vamos, te llevare a comprar unos zapatos – Margaret no respondió, yo seguí caminando cuando no sentí que ella caminaba a mis espaldas, me detuve y voltee a verla sobre mi hombro - ¿Qué esperas? No pretendas que te cargare de nuevo hasta la tienda – Ella reacciono a lo que dije y empezó a caminar.

Ya en la calle, trate de caminar al mismo ritmo que ella, estaba esforzándose en avanzar pero era más como si quisiera superarse a sí misma. En el camino, pasamos en frente a una tienda de zapatos en la cual Margaret se detuvo muy rápido, tanto como si fuera un reflejo, yo me detuve y la vi observar unos zapatos con plataforma, muy altos, de color rosado con encajes blancos como adornos, y unas pequeñas alas muy delicadas a los lados de afuera de cada zapato, a mi parecer eran horribles pero Margaret los observaba con tanta concentración que supuse que le gustaban mucho.

–Entremos a esta tienda – Dije cuando, como si fuera un impulso, abrí la puerta de la tienda y Margaret me seguía, ahora ella, tratando de alcanzar mi paso.

Al entrar un señor de baja estatura pero algo mayor, con actitud muy simpática nos atendió, no parecía el típico vendedor que trataba de engullirte con supuestas rebajas, supuesta calidad del producto y supuesta belleza, no parecía hipócrita, nos trato más como un amigo.

Le dije a Margaret que eligiera los zapatos que ella quisiera, yo los pagaría sin ningún problema así que ella señalo aquellos zapatos que se había detenido a ver tan fijamente en la vitrina, el señor le busco un modelo con su talla y luego, como tenia uno de los pies vendados, ella solo se probo uno y aunque no expreso emoción alguna al probárselo dijo que le encantaba, cosa que también dijo sin emoción.

El señor tomo los zapatos para envolverlos y yo tome los primeros zapatos para hombres que vi, no quería hacerla sentir incomoda así que pensé en comprar también unos. El señor ya había sacado las cuentas y nos entrego la factura, aunque Margaret tuvo intensiones de pagar, yo no la deje sacando rápidamente una tarjeta de mi cartera y entregándosela al señor. Ya cuando todo estaba pago, Margaret le dio las gracias al señor inclinándose un poco y camino hasta la entrada, yo estaba tomando las bolsas del mostrador cuando estaba dispuesto a seguirla y el señor volteo a decirme algo.

Hermoso DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora