Silencios Ruidosos

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Silencios ruidosos, así los llamo yo. Esta es mi historia, una que no se parece a ninguna otra. Han sucedido cosas que apuesto no podrías imaginar. Mi nombre es Kevin Hernández. Vivo en un mundo de fantasía donde creo que el amor es solo una palabra, porque, para ser sincero, no creo que sea un sentimiento que cualquiera pueda llevar con responsabilidad. Silencios ruidosos son esos momentos de soledad en los que nuestros corazones empiezan a latir con fuerza, trayendo recuerdos que desearíamos olvidar, recuerdos de un pasado sólido y triste, o recuerdos hermosos que se convirtieron en pesadillas.

No sé sinceramente qué es el amor. Soy muy joven para entenderlo, pero lo que sí sé es que llevo más de cuatro años de experiencias fallidas en el amor y no quiero seguir así. Por eso escribo este libro. Me gusta que las personas se sientan identificadas con lo que es el amor, solo una palabra, solo un sentimiento. Da igual, lo que sí es cierto es que debe ser entre dos personas que pongan de su parte para ser felices. Estoy en mi adolescencia y acabo de cumplir 18 años. Se dice que no se puede morir sin antes haber hecho tres cosas: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro.

Decidí empezar por lo último, contando mi pasado amoroso lleno de errores. No diré que soy una víctima, ya que todos hemos cometido el error de dejar ir a esa persona que creemos que es nuestro amor verdadero. Dice una leyenda que cuando nacemos, lo hacemos con un hilo rojo invisible atado a la persona que amarás por siempre. El hilo puede estirarse o enredarse, pero jamás romperse. Yo tengo ese hilo y sé quién es mi persona, pero no la cuidé lo suficiente. Cosas de mi pasado siempre me ayudan a recordar malos momentos, a eso llamamos Silencios ruidosos. Solo el corazón sabe lo que quiere, y sin poner peros, nos trae a la mente los momentos hermosos que se volvieron pesadillas, o simplemente los momentos malos que nunca podremos olvidar. Como nuestro amor de primavera, nuestro amor de autobús, o incluso nuestro primer amor.

Soy de las personas que creen que para enamorarse debe haber una conexión, ya sea una película, una actividad o una comida que les guste a ambos. Si hay algo de eso, podría fácilmente intentar quererte. Sabemos que nunca encontraremos a alguien que sustituya al primer amor, pero nuestro segundo primer amor puede darnos mejores momentos que el verdadero, trayendo así paz y felicidad a nuestras vidas.

Mi abuelo una vez me dijo que no importa la distancia, si dos personas se aman y ponen de su parte, pueden lograr tener un futuro hermoso. Es algo que he puesto en práctica y no ha funcionado. Creo que mi corazón siempre piensa mal y mi cerebro siente lo contrario.

¿Quiénes somos si no tenemos un pasado amoroso, un pasado lleno de decepciones y momentos únicos que forman parte de nuestra vida? Un pasado que solo cuenta las verdades que ha sufrido nuestro corazón a lo largo de los años. En el momento en que escribo esto, mi corazón está partido en dos, preguntándose si tomé la decisión correcta o no. Puede que ames mucho a una persona, pero si la relación no funciona, aconsejo que no te quedes. Solo será más dolor y sufrimiento para ti y para ella. Hablen en persona sobre las cosas que han ido decayendo en la relación, cómo fue su llama al principio y cómo es ahora. Es algo que interesa y que deben compartir.

Siempre digo que el corazón es un amuleto que nosotros decidimos a quién dárselo, ya sea alguien malvado o alguien que lo cuidará con toda su alma, trayéndote felicidad. Pero a veces se lo damos a la persona correcta y nosotros queremos arrancarlo de sus manos, haciéndole daño a esa persona.

Créanme, la mejor forma de terminar con alguien que en realidad te amó y tú la amaste es agradeciéndole. Lo nuestro no funcionó, pero sabes, te agradezco por tantos momentos hermosos que pasamos juntos y por haber formado una parte bonita de mi vida. Esa es la verdadera respuesta que debes dar. Puede que luego te sientas mal, decaído, incluso sin deseos de hacer nada, pero recuerda esto: el avión despega en contra del viento para poder elevarse y llegar al cielo.