Capítulo 1

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*Notas del autor: 

a)Max es mayor, tiene 30 años y Checo tiene 20 años.

b)Quería tratar de hacer un AU tipo sugar dady, pero no sé si quede un poco así.

c)No sé cómo funciona eso de los patrocinadores, así que hice mi mayor esfuerzo.

La noticia de tener un patrocinador fuerte lo tenía en las nubes. Era una noticia que moría por contarle a su familia.

—Hay una condición que debes aceptar si o si, para que puedas firmar el contrato— su asistente dijo, con un tono serio.

Sergio se acarició el poco vello facial que le estaba creciendo. ¿Una condición? No debería ser tan exigente o imposible. Sergio podría cumplirla, tendría qué. Estaba a unos pasos de cumplir sus su

—¿De qué se trata esa condición?— Checo preguntó.

—Debes asistir a una cena con el señor Max Verstappen.

Sergio unió las cejas. ¿Esa era la condición? Se alivió. No era una petición extraña. Tal vez, el señor Verstappen quería tener una cena de negocios, para hacer aclaraciones y evitar futuros malentendidos, aunque Checo ya había leído el contrato y estaba dispuesto a firmarlo.

—Me parece bien— Sergio cruzó los brazos, su asistente seguía con una expresión insegura, pero ella debería de estar feliz.

—No sé si deba decirlo, pero, su intención no parecía ser de negocios— ella aclaró.

Sergio ya comprendía su actitud, aún así, debía de ser un malentendido de su parte.

—No te preocupes. ¿Me puedes dar los detalles?— supuso que ella había hablado de qué día, a qué hora y el lugar.

—Él pasará por ti, insistió tanto que no pude negarme. Hoy en la noche.

Sergio atrapó su lengua entre sus dientes. Eso era...interesante. Tenía pocas horas para prepararse, y no hablaba solo sobre qué debía ponerse.

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Había sido una coincidencia. Una de cejas pobladas y pecas sublimes. Una que le encantó enseguida.

El tráfico en la ciudad era insoportable, pero Max aprovechaba para leer las noticias en su iPad. No era un seguidor de los deportes, ni mucho menos de la Fórmula 1, pero la noticia con la foto representativa de un joven, capturó su atención. El joven en cuestión, Sergio Pérez, un nombre extraño ante su lengua materna, le hizo buscar más información. En minutos, ya conocía la vida personal del nuevo piloto de Sauber. No podía apartar la mirada del físico de Sergio, Max incluso había dicho el nombre en voz alta, sabiendo que su pronunciación podría ser errónea.

Max cerró los ojos, pensando en una manera de acercarse al joven. Su apretada agenda no le permitiría asistir a una carrera, y además, ¿cómo sería el acercamiento, como un simple fan? Tamborileó sus dedos sobre la pantalla del iPad. Entonces, pensó en convertirse en un patrocinador. En minutos, ya tenía a su asistente buscando una manera de comunicarse con el equipo de Sergio y formalizar una reunión.

Si su padre viera su comportamiento, aquel de un adolescente enamorado, Max no sabría cómo excusarse, pero su padre no estaba allí, así que Max solo tenía que preocuparse por conseguir boletos de avión lo antes posible.

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Max no era una persona paciente, carecía de esa virtud. Llegó al hotel en dónde Sergio se hospedaba a la hora acordada. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Sin embargo, Sergio no estaba en la recepción. Max revisó la hora en su reloj de muñeca. Diez minutos podrían significar la cancelación de su reservación, pero el restaurante pertenecía a su gran amigo Yuki, por lo que no debía preocuparse. Aún así, Max no toleraba la impuntualidad. Esa noche lo haría porque el joven había robado sus pensamientos.

—Eh, buenas noches. Lamento la demora— la suave voz con un acento en inglés no perfecto pero entendible, lo sacó de su burbuja de molestia.

Max escaneó al joven con una mirada que iba de pies a cabeza. Las fotografías no le hacían justicia. Max observó la figura enmarcada por un pantalón negro de vestir y una camisa blanca con dos botones sin abotonar. Max evitó que su mano se deslizara por el cabello salvaje. Tener las pecas en su campo de visión lo hizo olvidar que Sergio había tardado.

—Mucho gusto, señor Verstappen. Mi nombre es Sergio Pérez— Sergio extendió la mano.

Max la apretó. La suave piel le envió electricidad a todo su cuerpo. Se percató de que si había estado pronunciando de manera incorrecta el nombre.

—Max Verstappen— Max dijo, a pesar de que ambos conocían el nombre del otro, una presentación frente a frente era necesaria.

Max lo guió al auto que los esperaba. Le abrió la puerta y Sergio le agradeció. Max subió por el otro lado y le dio la indicación al chofer de llevarlos a su destino. Max había notado el nerviosismo de su acompañante, pero era algo que una copa de vino y un poco de charla podían arreglar.

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Sergio esperaba que Max Verstappen fuera un hombre viejo, no uno de alrededor de treinta años, lo que en realidad lo alegró. No habría sabido cómo lidiar con un rabo verde, ni cómo reaccionar ante los avances de alguien sumamente mayor.

Los ojos azules lo habían observado como un depredador lo hacía con su presa. Desde su conversación con su asistente, Sergio había comprendido lo que Max podría querer de él después de su oferta. Y aunque no le gustó el hecho de que Verstappen Markets quisiera patrocinarlo por otra razón más haya de un trato financiero mutuo, Sergio lo necesitaba, pero, sus valores tenían más peso. Horas antes de su encuentro, había buscado las palabras correctas para declinar la oferta con toda la educación posible, a pesar de que era una oferta que no debería negar, pero, riendo de lo que Max había dicho, Sergio se encontraba dudando, pues la noche había sido amena con la compañía del atractivo rubio. Además, si sus padres se enteraban de lo que estaba haciendo, no había duda que su padre sufriría un infarto. Y si no tenían una relación de negocios, podría nacer una amistad genuina.

—¿La comida fue de tu agrado?— Max preguntó después de que el silencio se alargó por unos minutos.

Los restaurantes finos y con menús que ni siquiera tenían precios, no formaban parte de su día a día, al contrario de Max. Estaba agradecido de saber cómo usar los cubiertos.

—Por supuesto— Sergio respondió. Pidió lo primero que se le hizo reconocido, y trató de pronunciar el nombre lo más preciso posible. El francés no estaba en su repertorio de idiomas.

—Tal vez, la próxima vez, pueda llevarte a un restaurante de comida holandesa.

Sergio no sabía si Max le estaba dando la oportunidad de negarse, pero él le sonrió y asintió.

—Me encantaría.

No podía negar que sentía una ligera atracción hacia el hombre rubio. Y, su curiosidad era gigante, por lo que quería saber a dónde llegarían.

*Gracias por leer <3

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