Capítulo 3

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Ya nadie iba a contratar a una madre soltera.
Sólo quedaba 1 opción...prostitución.

Ella trabajaba por su cuenta, es decir, no obedecía a algún jefe o tenía que ir obligatoriamente a la casa de los clientes.

Los clientes acompañaban a mi madre hacia nuestro departamento porqué así no reclamaban o se quejaban la presencia de un bebé, en este caso yo.

El sufrimiento, la agonía y la ira que mi madre sentía cuando todos esos hombres rozaban sus asquerosas manos por su cuerpo sin ningún límite, sin respeto alguno, era inexplicable.

Ella simplemente pudo mandar todo al carajo viviendo debajo de un puente, abandonar me en un contenedor o dejarme en un orfanato. Pero no lo hizo, luchó sin darse por vencido, hubiera dado la vida por mi si hubiese sido necesario.

Claramente era un ejemplo para todas esas madres solteras allá afuera, y la vida se lo recompensa justamente.

Un día en particular, mi madre fue a trabajar, esta vez trabajaría para un hombre afroamericano.

Muy bien vestido con un traje gris el cual se veía muy costoso, aparentaba unos 38 años de edad, ojos negros y profundos, no llevaba anillo en su dedo anular, rodeando su muñeca derecha un Rolex de plata. Bastante alto como 1.80m

A simple vista se podía distinguir que era un hombre simple y exitoso.

Lo que mi madre no sabía era que ese mismo hombre, le cambiaría la vida.

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Se que la introducción de la madre está algo larga, pero todo irá tomando sentido a medida que avance la historia.

Ojo: todo lo que narra Jeny es según lo que le ha contado su madre. Todavía está bebé

Soy nueva en esto de hacer libros, así que no sean tan duros.

La Historia de JenyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora