Cap 1

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Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, alimentado por una mezcla de adrenalina y satisfacción. Había descubierto una faceta de mí misma que desconocía, una fuerza interior que me impulsaba a tomar acciones contundentes contra aquellos que sembraban el mal. No me arrepentía de mis decisiones, aunque el vacío persistente en mi interior recordaba constantemente el sueño que no estaba dispuesta a abandonar.

Sabía que mi destino iba más allá de la lucha contra la injusticia. Mi voz, mi talento, eran armas poderosas que anhelaba utilizar en el escenario musical. Soñaba con grabar una canción que resonara en los corazones de miles de personas, y convertirme en una artista reconocida y admirada. Esa pasión ardía en mi interior, impulsándome a seguir adelante sin importar los obstáculos que se interpusieran en mi camino.

No podía evitar poner mi mano sobre mi pecho, sintiendo las pulsaciones frenéticas que emanaban de mi corazón. Era un recordatorio constante de mi determinación, un latido que me recordaba la fuerza que había descubierto en mí misma. Una sonrisa cargada de anhelo se dibujaba en mi rostro, reflejando la confianza y la convicción que me guiaban.

No obstante, mi vida no se limitaba a la lucha y mis sueños musicales. Era una mujer fuerte y poderosa, consciente de mi valía y de mi capacidad para enfrentar cualquier desafío. Mi presencia imponía respeto y, en algunos casos, incluso miedo. No me importaba la soledad que me rodeaba, pues había aprendido a abrazarla y convertirla en mi aliada.

Mientras caminaba por los pasillos del centro de investigación, percibía las miradas que se dirigían hacia mí. Algunos me observaban con respeto, reconocedores de mi poder y destreza. Otros, en cambio, me miraban con temor, conscientes de las consecuencias que podrían sufrir si se cruzaban en mi camino. Sin embargo, mi actitud y porte no sufrían alteraciones. Mantenía una compostura imperturbable, como si estuviera acostumbrada a la admiración y al temor que despertaba en los demás.

Mis pensamientos se entrelazaban en mi mente, envolviéndome en un halo de concentración. Estaba tan inmersa en ellos que apenas noté la vibración en mi bolsillo. Mi comunicador, reservado exclusivamente para él, cobraba vida, enviando un estremecimiento a través de mi pecho. Un gesto involuntario se plasmó en mi rostro, una mezcla de anticipación y excitación, pues sabía que se trataba de él.

"Faltan 10 minutos", resonaron sus palabras en mi mente. Un impulso irresistible se apoderó de mí mientras me dirigía apresuradamente hacia el aparcamiento. Monté en mi moto y aceleré, sintiendo cómo el viento y el frío se unían en una sinfonía de sensaciones que recorrían mi cuerpo. A medida que avanzaba a toda velocidad, el cosquilleo en mi abdomen se intensificaba, desvaneciendo por un instante cualquier atisbo de vacío que pudiera existir.

Finalmente, llegué a su imponente mansión. Las puertas se abrieron majestuosamente ante mí, revelando un escenario en el que hombres y mujeres vestidos de negro aguardaban con miradas expectantes. Sus ojos reflejaban respeto y temor, conscientes de mi posición y de mi destreza. A su lado, bestias felinas yacían en reposo, sus colas moviéndose ligeramente al advertir mi presencia. Sin embargo, me toqué el rostro y les indiqué con un gesto que se mantuvieran en calma, evitando que se acercaran. Con una leve inclinación de cabeza, los guardianes asintieron, abriéndome paso hacia el interior.

Cuando crucé el umbral de la mansión, los pasos resonaron en el suelo, anunciando mi llegada. Los cuadros que adornaban el largo pasillo se desplegaban ante mí, mostrando obras de arte originales creadas por pintores renombrados. Cada uno de ellos despertaba en mí una fascinación, cada uno de los cuadros despertaba en mí una fascinación única. Mis ojos paseaban por las pinceladas magistrales, absorbiendo la belleza y la historia que se escondía detrás de cada obra maestra. El arte era un refugio para mi alma, un recordatorio constante de la belleza que el mundo era capaz de crear.

Mis pasos resonaban en el salón, creando un eco que llenaba el espacio. El ambiente se cargaba de una tensión palpable, como si el aire mismo estuviera impregnado de expectativa. El crujir de la leña en la chimenea aportaba un toque de calidez a la escena, contrastando con el aura fría y misteriosa que rodeaba al hombre de espaldas.

A medida que me acercaba, la sombra proyectada por su figura se intensificaba, envolviéndolo en un halo enigmático. Cada detalle de su atuendo parecía cuidadosamente diseñado, sin una arruga fuera de lugar. Su camisa blanca resaltaba su piel bronceada, y los pantalones oscuros acentuaban su porte elegante y poderoso.

En su mano, sostenía un vaso de cristal que emanaba un aroma embriagador. Aunque desconocía qué licor contenía, mi mente se llenaba de anticipación por descubrirlo al saborearlo en nuestros labios unidos. Sentí cómo el rubor subía a mis mejillas, creando un contraste con la serenidad que intentaba mantener.

El hombre continuaba de espaldas a mí, ajeno a mi presencia. La incertidumbre y la emoción se entrelazaban en mi interior, mientras esperaba pacientemente que girara para enfrentarme a su mirada. Cada segundo que pasaba se estiraba, prolongando la tensión y haciendo que mi corazón latiera con más fuerza.

Finalmente, con un movimiento suave y elegante, él volteó hacia mí, quedando de perfil. Mi respiración se detuvo por un instante al admirar su rostro tallado por los dioses. Sus rasgos eran perfectos, emanando una belleza sobrenatural que me dejaba sin palabras. Sus ojos profundos parecían contener un universo de secretos, y su sonrisa enigmática despertaba una mezcla de fascinación y temor en lo más profundo de mi ser.

En ese momento, su presencia se volvió aún más imponente. Era consciente de que estaba frente a un hombre de gran poder y magnetismo, alguien que tenía el poder de atraer y cautivar a todos los que se le acercaban. La intensidad de la situación era abrumadora, y me sentía arrastrada hacia él, como si estuviera bajo el influjo de una fuerza magnética irresistible.

Mis palabras se congelaron en mi garganta, atrapadas por el nudo de emociones contradictorias que habitaban en lo más profundo de mi ser. Anhelaba estos momentos secretos y prohibidos, aunque me resistía a admitirlo abiertamente y tampoco deseaba demostrarlo. Era un torbellino de sentimientos encontrados, un laberinto de amor y odio entrelazados.

A pesar de que no existía ni un ápice de amor en aquella relación y de que aquel hombre era dominante, cruel y frío, ansiaba entregarme a sus brazos. Me fascinaba el hecho de ser suya, de ser poseída por él en cuerpo y alma. Era un deseo oscuro y perturbador que me consumía, y a la vez, me hacía detestarme a mí misma por sucumbir a su influencia.Mi cabeza era un caos constante, un remolino de pensamientos y emociones enredados. Aquel hombre tenía el poder de hipnotizarme, envolviéndome en una maraña inmensa de sentimientos. A veces, me encontraba perdida entre la pasión desenfrenada y el miedo paralizante. Me debatía entre el deseo de huir y la adicción a su dominio, entre el amor y el odio que habitaban en mi corazón.

Era como caminar por una cuerda floja, tratando de equilibrar mi cordura mientras me entregaba a la vorágine de emociones que él despertaba en mí. Sentía la tentación de buscar su aprobación, de satisfacer sus deseos más oscuros, aunque eso implicara renunciar a mi propia libertad y dignidad. Me volvía adicta a sus caricias crueles y a su control absoluto sobre mí.

En el fondo, sabía que aquella relación era tóxica y destructiva. Me arrastraba por un abismo emocional, pero la atracción magnética que sentía hacia él era más fuerte que cualquier raciocinio. Me aferraba a cada momento robado, a cada instante de pasión y entrega, sintiendo una extraña mezcla de placer y dolor, de éxtasis y desesperación.

A pesar de la ausencia de amor real, me encontraba atrapada en un torbellino de emociones que me consumían. Mi corazón ansiaba encontrar la redención y liberarse de las cadenas invisibles que él había tejido a mi alrededor. Pero, por alguna razón inexplicable, también me aferraba a la idea de que, tal vez, algún día, encontraría la manera de romper el hechizo y liberarme de su yugo.

Anhelos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora