-¿Tus cosas están listas? -preguntó Canela entre bocados, conteniendo la tristeza-. ¿La ropa y los libros?
-En la mochila, todo listo, Canelita -respondió Argo al terminar su desayuno, notando la melancolía en sus ojos.Canela asintió y añadió con voz quebrada:
-Si te aceptan, tendrás que vivir en el domo.. Eso es lo único que no me gusta.
Luego, endureciendo el tono pero sin perder el cariño:
-Pero ser un Agente es tu sueño, ¿verdad? Y prometí apoyarte siempre.-Seré fuerte y volveré para cuidarte a ti y a la nación -declaró Argo con firmeza antes de mirar a Alex-. Y eso te incluye, "pelado fenómeno" -bromeó para aliviar la tensión.
Alex esbozó una sonrisa:
-No dejes que nada se interponga en tus sueños, pequeño. Anda y demuestra de qué estás hecho.
Luego, con picardía, añadió alzando las cejas:
-Por cierto... ¿qué harás con la cartita legendaria de Wasteland?Argo y Canela rieron ante el interés recurrente de Alex por venderla.
-Por supuesto que se va conmigo. Es mi tesoro -afirmó Argo-. Cuando me gradúe, empezaré mi propia colección. Según mis lecturas, deben quedar al menos dos copias de cada carta. Las subastas en Nueva Mercancía...-Lo imaginé -resopló Alex, resignado, mientras bebía agua purificada.
Canela interrumpió:
-¿Salimos juntos, Argo?Él observó el reloj que Alex le regaló -su último cumpleaños- y negó con determinación:
-No, hermanita. Partiré ahora.
La abrazó fuerte, sellando el gesto con un beso en su mejilla:
-No fallaré. Vendré cada año. Ese día libre será solo para ti.Canela lo apretó entre lágrimas hasta dejarlo ir. Alex se unió al abrazo en silencio.
-Adiós, familia. Cuídense mucho -dijo Argo al desprenderse.Tomó su mochila -adornada con chapas de países extintos- y partió. En la puerta, lanzó una última broma:
-Cuando tenga una carta repetida, será tuya, pelado fenómeno.-Adiós, mi Arguito -susurró Canela, dándole palmadas en la espalda.
-¡Dale, campeón! -rugió Alex al mismo tiempo.Argo sacó del bolsillo de su jean gastado el pañuelo rojo de Canela. Lo anudó en su frente como un karateca antiguo, hizo una reverencia solemne y activó el visor de la puerta con su palma.
El corazón le golpeaba el pecho al salir corriendo por el pasillo. Bajó las escaleras de tres en tres y al llegar al pórtico del edificio, el bullicio de la avenida Libertador lo envolvió: comerciantes ambulantes pregonaban, altavoces distorsionados emitían anuncios y curanderos ofrecían mercancías dudosas. Entre el caos, se colaban aromas de comida rápida y el murmullo de prostíbulos y antros de apuestas. Carteles de detectives y cazarrecompensas competían por atención en aquel laberinto urbano.
El viento le agitaba el cabello mientras esquivaba transeúntes, embriagado por la adrenalina hasta qué finalmente, divisó los muros del recinto privado: interminables, custodiados por gárgolas de piedra cada doscientos metros. El portón de metal reforzado -decenas de metros de alto- estaba abierto a la mitad, revelando a lo lejos el monumental domo de Ciudad Aeris coronado por antenas que arañaban las nubes. Bandadas de pájaros giraban alrededor.Una fila de aspirantes serpenteaba hacia los andenes, donde grandes teleféricos esperaban para llevarlos. El aire olía a vapor y aceite; el sonido de frenos neumáticos marcaba el ritmo. Entre ellos, Argo respiró hondo. Ahí comenzaba todo.

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Neon Justice: Agente Argo
FantascienzaEn un mundo arrasado por la guerra, Argo entrena para convertirse en un agente de élite, la última línea de defensa de la humanidad. Con el futuro de su gente en juego y sombras acechando en cada esquina, deberá superar pruebas letales y enemigos im...