Prólogo

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¿ tuvieras una segunda oportunidad de vivir la aprovecharías?—

Los cerezos eran una vista extraña en París, no eran nativos de la ciudad y cuidarlos era una tarea en extremo difícil, a pesar de qué las condiciones climáticas eran favorables para que sus brotes se dieran al llegar la primavera.

La vista en el corazón de la estación era una de las más hermosas que uno podría imaginar, Parc de Sceaux  era el único lugar del país que podía ofrecer semejante espectáculo y sería uno perfecto...

Si tan solo pudiera verlo en persona y no desde la ventana de su habitación en el hospital.

Máximo seis meses, con un milagro un año

Ese era el final de su vida.

Hacia 3 meses que había descubierto que padecía de cáncer de estómago y estaba demasiado avanzado como para poder ofrecerle algo más que quimioterapia paliativa, no podían hacer más y ella lo había aceptado, pero aun así fue una noticia difícil.

Su amado padre había muerto por la misma enfermedad y ella no pudo ver las señales, tan envuelta en su trabajo y buscando la forma de satisfacer a su malagradecido esposo ¿como se había casado con él? ¿Cómo era que jamás había visto el monstruo que era? Los lentes de color rosa habían estando sumamente ajustados y la habían cegado totalmente, de haberlo sabido antes...

— De nuevo estas pensando en cosas innecesarias, Mari — la saco de pensamientos la voz de su mejor amiga sosteniendo un espejo frente a ella— Eres linda, míra, ni siquiera el cáncer puede quitarte eso.

Ella se esforzó por sonreír,  la verdad era que no tenía ninguna belleza, nunca fue linda y ahora lo era menos que nunca, con las mejillas hundidas y pálidas, labios resecos y quebrados, ojeras tan grandes y marcadas como dos pozos profundos. Sus ojos azules, antes brillantes eran opacos y tristes, su cabello abundante y largo se había ido.

Se encontraba en los huesos, su estómago ya no aceptaba nada de lo que ella tratara de darle y sólo podía mantenerse de los suplementos y la poca comida que la obligaban a ingerir en el hospital.

En resumen, cualquier tipo de belleza ella dijera que tenía, se había ido junto con su vida.

—Sabes que no debes mentirle a una persona enferma — comentó con tristeza

Y sin embargo a pesar de todo, aún se esforzaba por sonreír para ella, por que siempre había podido contar con su mejor amiga.

Habían sido amigas desde el Lycée, cuando transfirieron a la castaña, eran la mejor amiga de la otra, la otra mitad de su vida.

Su vida escolar jamás fue la mejor, siempre tuvo problemas para relacionarse con el resto despues de que su madre se fuera, las personas solían mirarla con lastima y  atribuían todas sus desgracias al hecho de no tenerla presente en su vida, los más crueles se burlaban de ella y la acosaban, aunque muchos solo se unían al resto sin razón aparente.

Pero ella siempre estuvo de su lado,  era su confidente, su amiga y su hermana, a veces ni siquiera entendía por qué seguía a su lado, pero siempre llegaba a la misma conclusión, era demasiado amable y  tenía un gran corazón.

— Tonterías, eres tan linda como un lirio , una vez que superes esto iremos de compras y veras como tu ánimo se levanta— intento animarle, pero podía ver sus ojos llenos de lágrimas a través del reflejo mientras trataba de arreglar el poco cabello que aún le quedada— lo haremos, veremos la siguiente temporada de primavera-verano.

—Lo haremos— respondió incapaz de decirle que probablemente no llegaría a ver ninguna temporada próxima.

Sus días en el hospital eran monótonos, despertar con una dosis de agujas y medicamentos, vomitar aquello que intentara comer, tardes llenas de dolor mientras caminaba con una bolsa de quimioterapia conectada a su arteria y anhelando ver más que los cerezos por la ventana.

Cásate con mi esposo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora