Habían pasado cuatro meses desde aquello. Aunque al principio se moría de curiosidad, Jungkook hizo lo que pidió su vecino, y no volvió a molestarlo nunca más. Pero todo cambió una mañana de domingo, cuando alguien lanzó un libro contra su puerta.
Ese día no tenía que trabajar, así que se despertó más tarde de lo normal. Acababa de salir de la cama cuando escuchó el golpe. Despeinado y todavía en pijama, Jungkook salió al rellano y echó un vistazo a su alrededor, sin encontrar nada fuera de lo habitual. Nada, salvo el libro tirado en el suelo, a pocos centímetros de sus pies.
Ni se le pasó por la cabeza que fuera cosa de su vecino. Pero tampoco tenía sentido que fuera alguna broma de cualquier otra de las personas del bloque. Jungkook no era el tipo de vecino al que los demás fueran a molestar, y menos por cosas así. Además, una de las ventajas de vivir en la última planta, aunque fuera de un edificio pequeño, era que los niños del bloque, o incluso gente que no vivía allí, solían enfocar sus bromas en las plantas más bajas. Ni siquiera el repartidor, a pesar de haber ascensor, solía subir allí. Prefería dejar los paquetes en la portería.
Se agachó a recoger el libro y lo ojeó con el ceño fruncido. No tenía nada de especial, era un libro viejo de una historia todavía más vieja. Lo conocía porque se lo habían hecho comparar en el colegio, para que lo leyera como lectura obligatoria. A pesar de ser obligatorio, él no lo había llegado a leer nunca. Ese libro, sin embargo, se notaba que había sido leído varias veces.
Aun sin saber de dónde había salido, pero sin importarle tampoco demasiado, se puso en pie para volver a entrar en casa, cuando algo en la puerta de su vecino se lo impidió. Ni siquiera entendió cómo se dio cuenta, porque el papel era del mismo color que la puerta, pero lo hizo. Con el ceño fruncido y el libro todavía en la mano, Jungkook caminó hasta el piso de enfrente, sintiendo las baldosas frías bajo las plantas de sus pies descalzos. Al llegar al felpudo, pudo leer por fin la nota pegada a la puerta, justo bajo la mirilla, y pegada con cinta adhesiva.
¿Sabes algo de ordenadores?
Jungkook levantó la mirada hacia la mirilla, con las cejas alzadas por la sorpresa. Se quedó mirándola unos segundos, viendo en ella su propio reflejo deforme, antes de asentir.
—Algo —respondió, suponiendo que lo estaba viendo—. ¿Qué necesitas?
Diez minutos más tarde estaba ya sentado contra esa misma puerta, con su propio ordenador portátil sobre sus piernas estiradas por el suelo, mientras su vecino decía, entre murmullos que en ocasiones le costaba escuchar, cuál era el problema.
Después de aquello, Jungkook empezó a detenerse en su puerta cada día durante unos pocos minutos, para preguntarle si su ordenador continuaba funcionando correctamente. Lo hizo durante una semana, y tras eso, comenzó a hacerlo simplemente para charlar, preguntarle cómo estaba, y qué había hecho desde la última vez que habían hablado.
A Taehyung, como le dijo que se llamaba la misma mañana en la que le ayudó con el ordenador, no parecía molestarle en lo más mínimo que fuera casi siempre él quien llevara la voz cantante en todas sus conversaciones. Por lo general no tenía mucho que contar. Sus días parecían reducirse en trabajar en algo que nunca mencionaba, escuchar música, ver series y películas y leer. Pero esa tarde, cuando Jungkook ya había hablado de todos y cada uno de los clientes que había recibido por la tarde en la cafetería y él mencionó vagamente haberse revisto la saga de El señor de los anillos, y ya llegaba el momento de despedirse, lo atrapó con la guardia baja cuando decidió tomar la iniciativa.
—Oye, Kook —llamó, con la voz amortiguada por culpa de la puerta—. ¿Jungkook? Sé que estás ahí. Te veo la cabeza.
—Perdona —dijo tras aclarar su garganta. Se giró, quedando cara a la mirilla—. ¿Sí? —preguntó, nervioso. Aquella era la primera vez que, en vez de quedarse en silencio, hacía algo para evitar que se fuera.
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Ocurrió en la cuarta planta | taekook
FanfictionTodos conocen a Vante. Es el idol más famoso que hay actualmente, no solo en Corea, sino en todo el mundo. Parte de su fama no se basa solo en su talento, sino también en el hecho de que no es una persona real. Es un programa de ordenador llevado a...