𝔂𝓸𝓾 𝓪𝓻𝓮

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La perfección y la belleza eran encarnadas por Jeon Jungkook envuelto en un traje de novio de seda blanco

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La perfección y la belleza eran encarnadas por Jeon Jungkook envuelto en un traje de novio de seda blanco. Desde su tersa piel cubierta de diminutas pecas, hasta lo brillante de sus ojos, el tierno omega parecía irradiar felicidad al contemplarse en el espejo de su habitación y comprobar que todo estaba como lo había imaginado.


Planear su boda le había llevado varios meses de estrés y duro trabajo, pero por fin había llegado el ansiado día. Tanta era su felicidad que no había notado que de un momento a otro, ya no se encontraba en su habitación, sino que estaba de pie en medio de un salón. No pasaron ni un par de segundos cuando Jungkook reconoció el lugar en el que estaba, y el cual creía que nunca volvería a pisar.


Todo en aquel gran salón gozaba de un gusto exquisito y elegante, pero era el techo el que robaba el protagonismo. En él, se veían dibujadas con mucho realismo flores blancas y en pleno florecimiento. Esas mismas flores que Jungkook había observado mientras perdía la virginidad con quien había sido su primer y más grande amor. No pudo evitar formar una sonrisa nostálgica por el recuerdo, aún no entendiendo cómo es que se habían atrevido a hacerlo en aquel lugar, donde cualquiera los pudo haber descubierto. Pero ellos eran así, imprudentes y apasionados. Jungkook fue así, mientras estuvo con él.


Los varios recuerdos de aquella época drenaron su felicidad en un suspiro, dejando en su lugar un sentimiento de soledad y vacío. Ese sentimiento que siempre se hacía presente al evocarlo en sus pensamientos.

—Oh, Tae...


Su nombre se escapó de sus labios antes de que pudiera evitarlo. Sintió una punzada en su pecho con el dolor que ese nombre le causaba. Instintivamente su mano fue hasta su cuello, donde el dolor de la pérdida era tan intensa como en su corazón. No importaba cuantos años pasaran, el saber que le había perdido siempre le causaría un inmenso dolor. Pese a que había aprendido a vivir la vida con su ausencia, y que en algunos momentos sus recuerdos fueron su fuerza, Tae dolía. Había días en que dolía más de lo que podía soportar. Desde que él no estaba, algo andaba mal. No importaba cuanto se negara a aceptarlo. O recordarlo.


Desde su compromiso, había evitado por todos los medios posibles detenerse a pensar en él, pero ya no había manera de seguirlo evadiendo. Caminó hasta el piano blanco de cola larga en donde pasó extenuantes horas de práctica junto a su amor perdido. Tocó las frías teclas y habló a la nada.

—Desde la primera vez que desperté y tú no estabas, desde ese momento ya me hacías falta. Después de eso, la sospecha de que morí contigo, pues ya no soy el mismo que era, no me ha dejado. Y cada paso que daba, cada cosa que me ocurría, siempre me preguntaba cómo hubiera sido si tú hubieras estado. Se volvió un hábito.


Se detuvo un momento para tomar una profunda respiración.

—Así que... al ser el día de mi boda, es imposible que no me detenga a pensar en que... que es lo que pensarías de mí al verme aquí. O como hubiese sido si tú no... oh, Tae.


Su corazón herido no lo soportó y de sus ojos se desbordaron cristalinas lágrimas que cubrieron sus mejillas. Pronto su llanto se volvió tan doloroso que tuvo que arrodillarse mientras se cubría la cara con las manos. Solo deseaba poder estar con su amado amigo y confidente, con su destinado, una vez más. Que esa condena perpetua de no verle nunca, se detuviera solo unos instantes. Solo unos segundos.

—¡Diosa Luna! Estás precioso, Kookie mi amor.


Jungkook detuvo su llanto apenas escuchó esa voz, esas palabras tan familiares. ¿Esto era un sueño?


Jungkook secó sus lágrimas para poder ver hacia la persona que le había hablado, y al mirar se quedó sin aliento. Alto y vigoroso, rubio y hermoso, su alfa lo miraba de pie a unos cuantos pasos de él. Petrificado, lo vio acercarse hasta donde se encontraba, para luego agacharse hasta su nivel y con delicadeza limpiar los últimos vestigios de lágrimas que quedaban en sus mejillas. La mirada de él estaba tan llena de amor y dulzura como la recordaba. Así que cuando Tae extendió sus manos hacia Jungkook para abrazarlo, reaccionó y sin dudarlo un solo segundo, desesperado se refugió en su pecho.


Lo que sintió al volver a ese lugar en el que siempre se había sentido seguro, volver a abrazar a su Tae, había sido como volver a respirar justo antes de morir. Y solo en ese momento Jungkook fue capaz de entender la medida en que realmente lo había añorado.

 Y solo en ese momento Jungkook fue capaz de entender la medida en que realmente lo había añorado

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𝓶𝔂 𝓭𝓻𝓮𝓪𝓶 𝓶𝓪𝓷. TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora