𝓶𝓪𝓷

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Exaltado por ese delirio onírico que bordeaba los límites que separan el sueño de la pesadilla, el omega se sentó en su cama

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Exaltado por ese delirio onírico que bordeaba los límites que separan el sueño de la pesadilla, el omega se sentó en su cama. Intentó acomodar sus recuerdos, separando los que eran reales y aquellos que derivaban de sus miedos. Recordó entonces esa escapada nocturna junto a Tae y el accidente en auto. Su respiración se aceleró cuando su mente lo hizo revivir la desesperación de ver a su alfa con la cara ensangrentada, el dolor de su propio cuerpo por los golpes y los cortes.


El llanto lo desorientó, tardando en darse cuenta que unos brazos lo rodeaban y una dulce voz le susurraba palabras al oído para tranquilizarlo. Se removió del abrazo para poder esconder su cara en el cuello de quien lo rescataba de los amargos recuerdos, cerrando los ojos para llenarse del olor de su alfa.

—Ya,ya. Tranquilo,Kookie. Aquí estoy.


Cuando se sintió más tranquilo, se alejó apenas lo suficiente para mirar y acariciar el rostro de Tae. La cabeza de su alfa estaba rodeada por una venda y en su cara aún tenía raspones. Las facciones de Jungkook reflejaban la angustia que sentía al verlo herido, pero una pequeña sonrisa se le escapó cuando juguetonamente el alfa besó los dedos que le pesaba por el rostro.

—¿Otra pesadilla, Kookie? ¿Qué fue?

—Yo... soñé que era mayor, pero tú habías muerto en ese accidente... y yo me iba a casar con alguien más y tú venías a mi para despedirte... ay, Tae. Yo nunca podría casarme con otro. Si algo te llegara a pasar, no pensaría en continuar sin ti.


De nuevo Jungkook lloraba, demasiado resentido por la sola perspectiva de sí mismo decidiendo compartir su vida con otro, que no fuera el alfa que le acariciaba el cuerpo para consolarlo.

—Mi pequeño omega, tranquilo. Fue solo un sueño. Kookie, me duele verte así. No has parado de tener pesadillas desde el accidente, y me siento culpable por eso. No debí ser tan imprudente. Pude habernos condenado a un destino terrible.


Fue el turno de Jungkook de rodear al alfa y hacer más espeso su aroma para reconfortarlo. Tae reaccionó por instinto o costumbre, haciendo más fuerte y posesivo el agarre en la fina cintura de su omega.

—Dime que nada nos separará. Dime que jamás permitirías que fuera de otro, solo tuyo. Dimelo, alfa.

—Eres mío, omega. Mío por designio de la Luna y por la eternidad.


Jungkook asintió a sus palabras y unió sus bocas con necesidad. Movían sus labios y sus lenguas entraban a la boca del otro, queriendo grabar cada detalle del contacto a fuego en sus mentes. Se besaron varios minutos, hasta que no fue suficiente.

—Hazme tuyo otra vez alfa. Lo necesito.

—Kookie, pasaron dos semanas del accidente pero aún podría doler...

𝓶𝔂 𝓭𝓻𝓮𝓪𝓶 𝓶𝓪𝓷. TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora