Boda

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Un suave suspiro escapó de sus labios perfectamente pintados de rojo, la hermosa joven se miraba en el espejo retocando cuidadosamente su cabello rojo para que ningún pelo saliese de su lugar. Su maquillaje estaba impoluto engrandeciendo sus ojos color turquesa claro, aunque claro, su esclerótica negra hacia que su color resaltase más.

-¿Por qué tienes los labios tan rojos? Quítatelo, pareces una puta en el día de tu boda

La voz firme e imponente de una mujer sonó en su espalda, concretamente en la entrada de su habitación, los pasos de la mujer no tardaron en sonar escuchándose más cerca de ella. La joven suspiro.

-Es lo que se lleva, abuela- dijo en tono casi indiferente- No es mi culpa. Además, creo que me sienta bastante bien- dijo con una sonrisa mirando a su abuela.

-Estas feísima. No voy a consentir que te cases de esa manera. ¿Qué dirá el imbécil de mi tío cuando te vea de esa manera? Ya puedo escuchar sus asquerosas brulas- dijo con molestia sentándose en el sofá tras la joven- Dios mío... Será igual que con tú madre y esos indios. Lo estoy viendo venir.

-No es para tanto, abu. Solo ignora a Inglaterra y ya. Ya sabes cómo es él- dijo poniéndose en pie alisando su vestido blanco.

La abuela la miraba detenidamente sentada tras ella.

-España- dijo la mujer llamando la atención de la joven novia- Por favor, acercate y gírate para poder verte mejor.

España acató el pedido de su abuela y se puso frente a ella girando y mostrando su hermoso vestido color blanco. Tenía un corsé pegado a su dorso y desde la cintura hacia el suelo caía en una gran y levemente holgada falda, el vestido tambien contaba con unas mangas de gasas holgadas que iban desde los hombros hasta las muñecas. El pelo de la joven iba recogido en un hermoso moño con claveles blancos y frescos en el.

Su abuela la observaba y juzgaba con la mirada, una suave sonrisa se dibujo en el rostro y se recostó en el espaldar del sofá. Suavemente palmeo el sitio a su lado dando una silenciosa orden. La joven rápidamente se acerco y elevando suavemente su falda se arrodilló frente a la otra mujer apoyando sus brazos en el cojín que está tocó segundos atrás.

-Mirate... Estás linda. No me puedo creer que por fin te cases creí que te quedarías para vestir santos- dijo con una suave sonrisa.

-Abuela...- se quejó casi como una niña pequeña.

La mujer rió y acaricio la cabeza de la joven.

-Es verdad lo que digo, mi niña... Aunque gracias a eso te estás casando en virtud. No como la zorra de tu madre- se quejó repentinamente enfadada- Debí de haberle cocido ese maldito coño siglos atrás.

La joven resopló y volteo los ojos. Otra vez la mujer empezaba a quejarse de su madre.

-Esa sin vergüenza. Dándole su virtud y cuerpo a un puto continente lleno de feos salvajes arrapientos.

-Abuela, por favor- suplicó la joven- Es mi madre... Y mis hermanos, ten un poco de respeto.

-Ella no ha respetado a la familia. Por su culpa hemos sido humillados por siglos.

-Vamos abuela, no es para tanto...-dijo poniéndose de pie sacudiendo su vestido- Al menos no se desvirgó con un musulmán.

La mujer puso un rostro de sorpresa por el repentino ataque de su nieta.

-Fue un error de juventud y eliminé las pruebas. Cosa que tú madre debió de haber hecho, ahora por ello tengo a veinte nietos más y cada cual habla peor que el anterior. Además... Gracias a eso es que tú eres la gobernante actual del territorio. Si hubiese dejado a ese niño vivir por ley le tocaba a él por ser varón y primogénito.- la mujer hizo la señal de la cruz sobre su cuerpo cerrando los ojos- Dios tenga en gloria a tu abuelo. Sin él seguramente seguiría rezando a la meca.

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