Habitación

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Poco a poco España se despertaba de su sueño. El viaje resultó agotador tanto física como mentalmente. Estar más de ocho horas en silencio en un jet privado mientras su marido estaba pendiente de documentos con azafatas lindas atendiéndolo de manera coqueta e insinuosa le había reventado venas importantes en su cerebro. Pero España no podía decir nada, al fin y al acabo USA se había portado. No Había seguido el juego y no pareció prestarles atención en lo más mínimo. Así que España no sentía la necesidad de reprocharle.

Con cuidado se giró sobre la mullida cama para no despertar a su esposo y tendió su mano para poder ver la hora en el teléfono. Un suspiro salió de sus labios al ver que eran tan solo las nueve de la mañana por lo que decidió cerrar los ojos y dormir otro poco.

La habitación estaba en silencio y a oscuras, el leve murmullo de aire y el fresco aire que desprendía la hacia taparse con la fina manta de seda blanca. Solo el colchón hundido en un lateral era el firme recordatorio de que ella no estaba sola. USA decidió comprometerse en su papel de esposo. Si España lo quería a su lado, a su lado lo tendría, al punto de que compartirían habitación y no estarían separados como en un principio acordaron.

España se movió levemente y su espalda desnuda rozó el brazo del estadounidense. La joven sintió un leve estremecimiento y se tensó ante la caricia. El saber que el americano estaba durmiendo plácidamente a pecho descubierto y con solo unos pantalones holgados sin tan siquiera usar calzoncillos hizo que ese leve sueño se desvaneciera.

La pelirroja que hasta la fecha había dormido sola y sin compañía hacia que compartir cama le fuese extraño pero el compartir cama con un hombre le resultaba incómodo. Criada en el seno de su abuela cuyo valores eran bastante arraigados le estaba jugando en contra, irónicamente, esos valores es lo que la ayudo a concertar el matrimonio. Pues aunque su abuela e Inglaterra no se llevasen bien tenían ciertos criterios sobre las mujeres en los cuales ambos congeniaban.

España se sentía de repente petrificada sin saber que hacer. No quería levantarse, estaba muy cómoda y tampoco quería despertar al rubio pero sin duda le estaba constando permanecer de esa manera en la cama. Sobre todo al recordar lo que sus hermanas mayores metieron en su maleta sin su conocimiento y permiso. La nota que dejaron estaba arrugada en el cubo de la basura del cuarto de baño.

"Para darle una alegría al amargado y para que no nos deje en ridículo, hermanita.

Demuestra cual es la familia de este puto mundo la que tiene las mujeres más sexys y hermosas.

Besos"

España dio un silencioso suspiro. Sin duda a su abuela le daría un ataque si la viera de ese modo y su madre le sonreiría con los pulgares arriba.

Un movimiento a su espalda hizo que la pelirroja se girase para ver si USA se había despertado, pero el hombre seguía tan dormido como minutos atrás.

España se quedó quieta analizando a su esposo, tenía un perfil lindo su rostro parecía estar perfectamente recortado y proporcionado. Nada parecía más pequeño o grande de lo que le correspondía. España vio sus largas pestañas rubias y sus cejas bien perfiladas en su rostro, su boca estaba entreabierta y su respiración era lenta y pausada. Su cabello corto y rubio caía desordenado sobre la almohada pero aún así podía ver lo bien que le quedaba, la joven pensó que incluso así estaba más guapo, con su cabello rubio cayendo suave y liso como una cascada sobre el cojín que con la gomina. Los ojos bajaron un poco viendo su firme y contorneado abdomen marcando cada musculo como si el mejor escultor del mundo hubiese puesto todo su empeño en crear su mayor obra maestra, parecía tan suave y liso al tacto y sus rosados pezones estaban erecto por el frío. España se sonrojo levemente mientras bajo rápidamente la mirada notando que los pantalones empezaban casi al inicio de su miembro dejando ver los huesos de sus caderas.

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