Luna de miel

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España caminaba en silencio junto a USA. Sus pasos eran firmes aún cuando ella sentía sus piernas temblar. La intromisión fue tan repentina y dura que le había hecho daño después de todo la mano de su marido era grande y ella no estaba mojada.

USA en cambio caminaba frente a ella con sus manos en lo bolsillos y completamente enfadado. Intentaba ignorar la presencia de su esposa o acabaría por girarse y llevarla al salón a base de paliza.

La noche aún estaba presente y el pasillo seguía oscuro, aún cuando quedaba poco para el amanecer, ambos estaban perdidos en sus pensamientos el olor a sangre inundaba el pasillo y los cuerpos inertes de las personas estaban en el suelo pero ambos pasaban por su lado sin apenas prestar atención.

España no dejaba de pensar en el canadiense, en lo que USA le dijo, en lo que su abuela y madre le dijo. Tomar a Canadá como amante le parecía una locura, no podía confiar en él. Seguía siendo el hermano de USA y España no dudaba en que si hiciese algo este mostraría lealtad al rubio y acabaría muerta.

En apenas unos minutos, lo cuales se le hicieron segundos a la española, la recién pareja estaba frente al salón. USA estaba frente a la gran puerta de madera y miró a su esposa con indiferencia.

-Podrías sonreír al menos, ya que has amargado mi noche- dijo con molestia. España obedeció y le dedicó una sonrisa- Qué asco te tengo...

USA tomó el brazo de España y abrió la puerta. España borró la sonrisa tan rápido como entró.

-¿Qué ha pasado aquí?- preguntó USA viendo unos cuatros cuerpos de reclusos muertos abiertos en canal sobre la mesa- ¿De dónde lo habéis sacado?

-Ellos mismos entraron- dijo su madre con una sonrisa caminando hacia su hijo.

España se separó un poco de USA pero este le agarró la mano obligándola a quedarse en su sitio.

-Mi niña...- dijo Imperio acercándose a la española dándole un fuerte abrazo- Menos mal que estas bien... estábamos a punto de enviar a Guinea a buscarte.

-¿Guinea?¿Por qué?- preguntó extrañada.

-Oh, ya sabes... camuflaje natural- dijo con una sonrisa.

-No te lo recomiendo, suegra- dijo USA con una sonrisa- Mi padre esta ahí afuera. Y sabe como cazarlo en la oscuridad.

Imperio español movió su mano restándole importancia.

-Da igual, con los hijos que tengo uno más o uno menos ni se nota.

-¿Eso dices cada vez que te la meten, imperio? ¿Qué no lo notas?- dijo Francia con una sonrisa- Con lo gastado que lo tienes no me sorprendería.

-Y tú con lo poco usado que lo tiene no me sorprendería que la próxima vez que te sientes a mear salga un nido de tarántula.- respondió con otra sonrisa.

Francia abrió la boca ofendida y frunció el ceño.

-Perdona que te lo diga, pero mi vida sexual es intensa y pasional.

-Intensamente aburrida y pasionalmente inexistente- dijo imitando a una adolescente proponiendo el mejor plan del mundo-  Pero tranquila querida, tu vecina es buena. Si quieres puedo prestarte alguna de mis mascotas. Los movimientos de caderas de mis queridos niños americanos vienen de ellos un par de noches con ellos y cantarás la Marsellesa hasta en austriaco... Como tu loquito alemán.

Las palabras del imperio enfadaron a las hijas de la francesa que salieron a defender a su madre.

-¿Cómo te atreves emperatriz de las putas?

-Que tu te tragues las pollas negras de dos en dos no significa que el resto no seamos mujeres decentes.

Imperio se enfadó por las palabras de las jóvenes y tomó una postura más regia.

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