Capítulo 2

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-mm...-toqué mí cabeza mientras me sentaba y abría lentamente mis ojos

No veía tan claro, pero ya estaba algo oscuro y noté una silueta darse vuelta al verme despertar

-carajo...¿estás bien?-preguntó aquella silueta, hasta ver quién era

-¿Miguel?-lo miré confundida

-Bien, vamos. Ya te despertaste.-se levantó y estrechó su mano para poder levantarme

-espera, ¿hace cuanto estás aquí?-pregunté indignada

-no mucho. Vamos, tu padre va a notar que no estás.

Suspiré y tomé su mano, levantandome adolorida

Volví a tocar mí cabeza y noté que estaba sangrando

-Mierda... Estás sangrando-miró mí cabeza, acercándose inesperadamente a mí

-¿Desde cuándo te preocupa?-bufé

-¿Crees que me importa?. Si te ven así enloqueceran y como yo te encontré así me molestaran a mí.-habló ofendido

-Bien...¿Entonces qué haremos?-pregunté

-Tú no sé, pero yo me iré a entrenar.-contestó, comenzando a caminar hacia la casa

-¡Esperame!-tomé mí tabla y fui detras de él

Mientras caminaba detrás de él, noté que tenía sus mangas arrancadas, como si lo hubiese hecho a propósito, pero no le di importancia, estaba de moda usar musculosas así

Este estaba apunto de abrir la puerta trasera hasta que lo llamé

-¡Espera!, ¿Te irás así nada más?-lo miré indignada y obvia

-¿Ahora me necesitas?-bufó con una sonrisa

-Claro que no.-contesté ofendida

-Menos mal.-entró y cerró la puerta de un portazo

Miré a mis costados para ver que no haya nadie cerca y dejé mí tabla al lado de la puerta, ya que si me vieran sería aún más sospechoso

Al entrar intenté ir con cuidado hasta mí habitación

...

Al llegar, fui directo hacia el espejo para ver la lastimadura de mi cabeza que hace rato estaba sangrando

Al verme, baje mí cabeza al ver qué tenía una clase de tela color negro enredada gemelo derecho

-qué cara-

Me senté en la cama y toqué esa tela, sacándola con cuidado para no hacerme daño

Al sacarla, noté tenía una herida pequeña pero profunda, como si me hubiese lastimado con una roca, y en esa playa hay bastantes

Tomé la tela que había dejado a un lado y noté que eran mangas de una camiseta atadas para hacer una

Al instante recordé que aquel muchacho tenía sus mangas arrancadas y me di cuenta de que había sido él

¿Pero por qué lo haría?, ¿Miguel intentó ayudarme?, ¿A mí?

Bufé y volví a vendar mi pierna

Me levanté para buscar en el baño alcohol o algo para limpiar la lastimadura y venderla, pero lo único que encontré fueron dos paquetes de curitas y algodón.

-¿Qué mierda?

En lo único que pensé era en ir al dormitorio de Miguel que estaba aquí al lado, ya que él estaba entrenando.

Salí cuidadosamente y agachada, tratando de no hacer ningún ruido, entrando rápidamente

Al instante ví que no había nadie, lo cual me alivió y fui directo hacia el baño, acercándome a los canastos de primeros auxilios

Lo abrí y saqué unas vendas, algodón y alcohol

Los tomé y estaba a punto de salir, hasta que escucho la puerta de la habitación cerrarse, como si alguien hubiese entrado

-Carajo...¿Y ahora que hago?-miré inquieta a mi alrededor y en lo único que pensé fue en esconderme en la ducha, ya que si me escondía en una esquina no me vería, aunque es algo transparente.

Escuché cómo se abrió la puerta del baño y en lo único que pensaba era en rezar para que no entre a ducharse, lo que era lo más probable, mirando hacia arriba.

Bajé la mirada y ví que estaba mirándose en el espejo, respirando algo agitado, por entrenar supongo

Vi que comenzaba a desvestirse, sacándose la musculosa y lentamente los shorts, hasta que no pude aguantar más y abrí la ducha

-¡Espera!, ¡Tapate!-grité mientras tapaba mis ojos y tirándole una toalla.

-¿Qué mier-. ¿Tú qué haces aquí?-tomó la toalla y la usó para taparse, dejando la mitad de su cuerpo expuesto.

-Vine por- por cosas.-hablé nerviosa. Intentando agarrar el botiquín, pero de tanto temblar se me caían

-Tranquila...-los tomó y me los alcanzó, con una pequeña sonrisa y una mirada que me hizo confundir bastante.

-¿Ahora eres amable?-pregunté tratando de interrumpir el contacto visual tan silencioso

-Tal vez... ¿Qué, no hay en tu cuarto?-habló refiriéndose a el botiquín

-No. Por eso vine, sino nunca se me hubiera ocurrido venir.-hablé ofendida

-¿Ves que eres tú la amargada?, trato de ser amable contigo y luego me hechas la culpa a mi, como lo hacías antes-habló ofendido, abriendo la puerta del baño y saliendo

-¿Estás diciéndome que tú nunca intentaste ahogarme en el mar?, ¿O que nunca me rompiste mi primer tabla que de hecho fue la única que mi madre me había regalado?, y sabías que lo era.

-Eran bromas, Madison. Éramos niños, ¿Por qué te lo tomas tan personal?

-¿Por qué no lo haría?. Cada recuerdo que tenía de mi madre tratabas de arruinarlo, Miguel.

-Creo que ya deberías irte a tu habitación.-habló mirando hacia la puerta y luego hacia abajo

Bufé y salí, encontrándome con las únicas personas que menos pensé que iba a encontrarme

-¿Wendy?, ¿Papá?-los miré con la sonrisa más sorprendida y sufrida

-Madison, ¿Qué te pasó?-preguntaron al ver mi cabeza y mi pierna, además de que estaba despeinada, llena de arena, sucia y en traje de baño.

Mordí mis labios cerrando los ojos y al instante oímos un ruido de la puerta en la que acababa de salir

Enemigos - Miguel Cazarez Mora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora