Capítulo 5

23 3 0
                                    

-Aquí tienes tu libro, Hermanita.-Habló, haciéndome abrir los ojos y reaccionar

Lo tomé bastante ofendida y con confusión por lo que estuve apunto de hacer y caminé hacia adentro, sintiendo su mirada desde atrás

-¿Vendrás o seguirás mirando?-Pregunté sin mirarlo y caminando hacia mi cama, sintiendo una pequeña sonrisa vergonzosa desde atrás

-Me gusta la vista desde aquí.-Respondió con seguridad, pero a los segundos entró conmigo, sentándose enfrente mío

Yo miraba sus grandes brazos con una pequeña sonrisa, haciéndome recordar al día en que se arrancó sus mangas sólo para ayudarme

-Miguel...-Llamé su atención, dejando de mirar ese libro que tenía en mis manos

-¿Si?-Preguntó con una sonrisa un poco más simpática que la anterior

-¿Por qué me ayudaste...Aquel día en la playa?-Pregunté algo nerviosa por su profunda mirada

-El hermano mayor debe ayudar a la hermanita menor, ¿No?-Habló sarcástico, haciéndome reír y golpeando su brazo con el libro que tenía en mis manos

-No, de verdad. Noté que lo que vendaba mí herida eran tus dos mangas, Miguel.-Miré nuevamente sus brazos

-Bueno...Te vi en la orilla del mar, desmayada y desangrandote. En lo primero que pensé fue en ir a ayudarte

-Creí que me odiabas-Subí una ceja y miré hacia otro lado

-Claro que te odio, eres la persona más detestable y caprichosa que haya conocido. Pero si hubiese estado en tu lugar, me hubiera gustado que me ayudaran.

-Wow...Que halago-Sonreí -Aunque si yo hubiese estado en tú lugar, hubiera buscado ayuda, ya que sé que no tienes ni un poco de experiencia. La herida estaba llena de arena, a eso primero tenías que detener el sangrado, luego limpiar un poco con una de las mangas y luego finalmente atarlas-

-¿Cómo sabes tanto?-Preguntó sorprendido e hipnotizado

-No...Es algo básico-Sonreí al ver sus grandes y puros ojos marrones.

-Tus ojos son marrones-Susurré completamente fuera de la realidad

-¿Perdón?-Habló con una sonrisa bastante egocéntrica

-Creí que eran negros.-Dejé de mirarlo, tomando mí libro y levantandome hacia el pequeño mueble lleno de libros

-Te gusta leer, ¿No?-Preguntó caminando hacia mí y tocando los libros con la yema de sus dedos

-No.-Respondí ofendida y arrebatandole ese libro que había tomado

-¿Miguel...?, ¿Dónde estás?-Escuchamos desde su habitación

-Carajo, Adiós.-Corrió hacia el balcón y fue con cuidado hacia su habitación

Subí ambas cejas y volví a acostarme, esperando a que anochezca...

(...)

Era media noche y había acabado el libro que me había comprado Rachel y tampoco tenía batería, así que me encontraba completamente aburrida.

Pero me había dado cuenta que nunca había dado un recorrido por la casa, ni por el jardín, y como no había nadie, ¿Quién podría evitarlo?

Dejé mi celular cargando y salí de mi habitación con pijama rosado bastante descubierto.

Bajé las escaleras y recorrí algunas habitaciones que no había visto, pero la mayoría estaban vacías o eran de gimnasio, así que decidí ir afuera.

Hacía algo de frío pero no me interesó demasiado, caminé hasta el costado de la casa y vi una clase de cochera

Subí ambas cejas con curiosidad, y caminé hacia él. Al entrar me sorprendió ver varios autos estacionados. Eran como de los 70s, la mayoría verdes, marrones o rojos.

Mientras caminaba entre ellos, los tocaba con las yemas de mis dedos, hasta oír el ruido de la puerta principal de la cochera

En lo primero que pensé era en entrar a un auto pero la mayoría estaban abiertos, menos uno...

Entré y me escondí en la parte de atrás, escuchando una voz muy conocida hablar por teléfono y como entraba.

Al instante, reconocí su gran cabellera, levantando un poco mí cabeza y mirándolo impresionada.

-Si, claro. Ya entré al auto, adiós-Habló algo serio y colgó, tirando su celular hacia atrás y chocando contra mí cuerpo

Un pequeño gritó de susto se me escapó al sentir su celular encima mío, pero al parecer no me había escuchado y siguió con lo suyo.

...

Momentos después, comencé a sentir un gran dolor de espalda por la obvia razón de estar mal acomodada

Pero al instante vi su mano tocar la radio, como si quisiera poner música, hasta escuchar una canción muy curiosa. Nunca creí que le gustara Pumped up kicks de Foster The people

Este comenzó a golpear el techo del carro y a cantar a todo pulmón, pobrecito...

Hasta que sin darme cuenta, este frenó el auto, estacionando

Sin pensarlo, lo primero que hice fue abrir lentamente la puerta para que no escuchara, saliendo y escondiendome detrás de otro carro y viendo hacia dónde se iba

Este guardo sus llaves en su pantalón y caminó hacia enfrente, al parecer era un club de boxeo gigante

Como había un guardia, este mostró un tarjeta algo extraña y lo dejó pasar, lo cual me alarmó y corrí hacia él, pero lo logré alcanzarlo

-¡Miguel?!, oiga, yo vengo con él, ¿Puede dejarme pasar?-Hablé agitada y señalando hacia adentro

-Lo siento, Niña. Si no tienen tarjeta no puedes pasar.

Le sonreí sarcástica y me alejé, esperando a que el guardia me pierda de vista y pasar a la puerta de al lado

Al entrar, ví la silueta de un grupo de personas detrás de una cortina, un par de guantes, ropa de boxeo y una tarjeta arriba de una banca

En lo primero que pensé fue en tomar la tarjeta, pero no me parecía en nada a la muchacha de la foto y el guardia me reconocería, así que tuve que improvisa

Enemigos - Miguel Cazarez Mora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora