Saber que su compañera de habitación era Jenaissante había vuelto un caos el cerebro de Kazuha, un verdadero caos. Era la mujer que creo todas sus fantasías y dueña de todas sus masturbaciones desde que entró a la universidad. Por una parte, se sentía sucia por hacer eso, joder, Jenaissante sabía el porqué se iba al baño cada vez que publicaba un capítulo. Yunjin lo sabía y no sabía desde cuando. Por otra parte, estaba emocionada, Jenaissante sabía mucho sobre sus fetiches, más que ella misma. Fue ella, Yunjin, que le presentó ese mundo.
Era culpa de Yunjin por la que se negaba perder la virginidad de una forma tan normal, vanilla, como le decía la gente del mundo del BDSM.
Alzó la mirada para encontrarse a Yunjin sobre ella. Su cabello rojo estaba amarrado en una coleta alta y desordenado al tener algunos mechones sueltos. Su mirada llena de maldad y sensualidad. Estaba desnuda, su mirada se dirigió en sus pechos, quería apretarlos, sus manos dolían por la necesidad. Soltó un jadeo por el sufrimiento de no poder hacerlo. Estaba con las manos amarradas a la cama, sus pies también y estaba vestida. Quería llorar y eso, extrañamente, lo adoraba. Aguantó la respiración a bajar más la mirada y deleitarse con la vista la humedad de Yunjin mojando su pijama. Se movía con lentitud sobre la erección de Kazuha y tenía la respiración pesada por la fascinación de ver a Kazuha en ese estado tan vulnerable hacia ella
—Yunjin—jadeó y cerró los ojos con fuerza.
Un gemido se escapó de sus labios y se dio vuelta en su cama. Solo era un sueño, ella lo sabía y se rehusaba en despertar de su fantasía. Movió con lentitud su cadera y bajó su mano ante la necesidad de calmar el dolor entre sus piernas. Un gemido agudo sonó al sentir la calidez de su propia mano bajó su ropa interior. Acarició su miembro con la misma lentitud tortuosa de la chica de su sueño húmedo. Abrió la boca para soltar sus jadeos sobre la almohada mientras se retorcía ante la idea de tener a Yunjin sobre ella cuando en realidad estaba sentada en la cama de al lado, mirando con atención como su compañera gemía su nombre.
Era la primera vez que veía a alguien así. Cruzó sus piernas y se apoyó hacia atrás sobre sus brazos. Había visto a hombres antes masturbarse, lo había mandado a hacer un par de veces por simple juego, era excitante, pero muy diferente a lo que estaba viendo en ese momento. Los hombres eran simples y vulgares. Tan solo subían y bajaban sus manos mientras le contaban que la imaginaba montándola. Desesperados en solo correrse en su mano para recibir su atención. En ese momento, mientras comparaba ambas vista, encontró hasta desagradable a los hombres.
Ver a Kazuha en estado era algo magnífico.
Tragó saliva y su mirada se dirigió a las expresiones de su compañera. Lo que fuera lo que estaba soñando, lo estaba disfrutando mucho más de lo que se lo podía imaginar. Soltó un suspiro al ver su cuello marcándose por la tensión. Jadeó al ver sus propios movimientos lentos. Quería saber hasta donde podía torturarse a sí misma, cuáles eran sus límites y si le gustaría superarlos. Sonrió cuando Kazuha se detuvo.
—Por favor—jadeó Kazuha.
Era la primera vez que se calentaba de esa forma solo por ver a alguien. Estaba mojada ante la sumisión de Kazuha. Era perfecta. Respirando entrecortado mientras esperaba que la Yunjin de su sueño hiciera algo o le diera permiso de algo, la Yunjin de la realidad se lo negaría y esperaba que la de su sueño también.
La mano de Kazuha comenzó a moverse de nuevo, esta vez con rapidez y sacándole gemidos que puede que Yunjin nunca olvidaría. Oh, conocía a la perfección ese juego. Había escrito sobre la sobre estimulación masculina, aunque era la primera vez que la veia.
—Por favor—volvió a decir Kazuha.
Yunjin se levantó de su cama, le dio una última mirada y salió del cuarto que compartían. Si se quedaba un segundo más, iba a cogérsela y antes de todo, necesitaba su consentimiento para hacer cualquier movimiento. Se apoyó en la pared y miró hacia arriba. Pasó su mano por sus mejillas, notando que estaba caliente.
—Wow—suspiró mientras se abanicaba con su mano y caminaba en pijamas hacia afuera para respirar aire fresco y calmar sus hormonas.
Mientras caminaba y se imaginaba a Kazuha siguiendo en su ausencia, Sakura comenzó a caminar a su lado, iba a quejarse sobre su compañera de cuarto, pero al notarla desesperada en controlar su temperatura, le pasó una botella de agua de su bolso. Esta la agarró, se detuvo y se bebió todo el contenido. Tenía la garganta seca por culpa de aquella imagen.
—¿Problemas en el paraíso?—preguntó Sakura.
—Problemas en llegar al paraíso—la mayor inclinó la cabeza, extrañada de su propia intuición. No tenía sentido.
—Chaewon me dijo que te insinuaste a Kazuha—Yunjin asintió sin vergüenza, pero sí con pena—Oh...—dio un paso a su amiga—No creo que sepas de su condición.
—¿De su magnífica condición?
—Entonces si lo sabes—murmulló—¿Por eso la quieres en tu cama?—asintió con desesperación, confiaba en que Sakura tuviera la solución de todos sus problemas. Al ser de dos años mayor en la universidad, siempre ha sido una guía casi espiritual para Kazuha y Yunjin. Ayudó a ambas a adaptarse al ser extranjeras y les mostró donde conseguir los mejores descuentos de libros, investigaciones y alcohol—Es una lástima de que Kazuha sea todo lo contrario a ti—suspiró mientras volvían a caminar hacia afuera.
—Pero nos llevamos muy bien.
—Pero es una mujer romántica que cree que para tener sexo hay que amarse.
—¿Crees que haga una excepción por mí?—negó con la cabeza.
—Tienes fetiches muy extraños para eso—Yunjin rodó los ojos y cruzó sus brazos.
Tenía la teoría de que todos al menos tienen un fetiche extraño escondido de la sociedad o de sí mismo. No creía la existencia de que a la gente solo le guste algo simple, había visto la morbosidad del hombre sin siquiera hablarles. Las miradas delataban a todos. Miró a Sakura, ella era un claro ejemplo de su filosofía. Una chica calmada con carácter fuerte que es la guía espiritual de la mayoría de las personas del lugar donde vivía. Una no suele pensar ni imaginarse nada malo por parte de ella. Era casi la madre de todos. Sin embargo, ¿Las peleas constantes con Chaewon? Eran totalmente apropósito, por ambas de ambas. Conocía a Sakura, cuando alguien no le agradaba, le dejaba de hablar inmediatamente y se cambiaba de cuarto.
No es que fuera de imaginar cosas que no debería en gente inocente. Sakura fue en persona hacia ella para que le diera algunos consejos sobre nudos y seguridad.
Soltó un suspiro. No podía estar por ahí en la vida relevando gusto de otras personas. Más si esta si conocía a Kazuha. Se peinó el cabello hacia atrás y miró el cielo, ignorando como la gente la miraba raro por andar con pijama ¿Como le podía decir que había descubierto que Kazuha es una mujer con el libido casi tan alto como el suyo y que eran sexualmente muy compatibles? Joder. Eran tan compatibles que estaba a un paso de ella arrodillarse para que pueda probar todas esas cosas que nunca lo han dejado hacer. Con esos ojos de cachorro de Kazuha la hacía perfecta para el Pet Play.
—Piensas demasiado fuerte—la interrumpió Sakura—¿Tanto deseas estar con Kazuha?
—Conoces mis gustos y conoces la personalidad pasiva de Kazuha ¿Que crees?
—Creo que tienes que dejar de pensar así de Kazuha. Es mujer, pero se junta con muchos hombres. Chaewon también es así y eso hace que tengan ese pensamiento masculino que deben de tener el poder, ser el alfa y esas cosas estúpidas, se creen lobos, pero son solo simios.
—Pensé que te gustaba dañar el orgullo de Chaewon.
—Nunca dije que no, solo te contaba que no pienso que seas compatible con esas filosofías masculinas que vienen de su grupo de amigos—Yunjin entrecerró los ojos.
—¿Estás alejándome a Kazuha porque no quieres que la dañe?
—Eres experta en romper corazones.
—Pero es solo sexo.
—Para Kazuha nunca sería solo sexo.
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FanfictionYunjin es una escritora de relatos eróticos. Kazuha es su compañera de cuarto y su más fiel lectora.