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Para sus 17 años, Kyuhyun era alto, ágil y un poco delgado por el momento. Venia de familia de militares. Solo debías mirar ese árbol genealógico para saber cual era el destino de ese joven de cabellos castaños. Desde que tenia uso de razón, ese había sido siempre su objetivo. Ser un marine, casarse y tener hijos para que hereden la misma sabiduría que había adquirido de su padre.

Sin embargo, había algo que no cuadraba en ese perfecto destino. Y eso, eran esos placeres escondidos que encontraba en los cuerpos tonificados de hombres. Siempre lo considero como un tabú, ese algo que escondía del resto, pero que deslumbraba sus noches de vídeos para adultos.

Claro que había probado los placeres en los cuerpos de diferentes mujeres, se sentía un poco insatisfactorio, pero claramente llenaba su lista de conquistas. Su mejor amigo, era también hijo de militares, pero eran tan diferentes, como el agua y el aceite. Donghae, no solo se rebelaba con sus gustos sexuales, diciendo abiertamente que era homosexual, si no también rompiendo la tradición militar, le había dicho en varias ocasiones que no le importaba una mierda los valores militares, amaba los números y quería ser ingeniero. Un completo absurdo para Kyuhyun. Sin embargo ¿Quien era el para juzgarlo? Si su padre no había podido corregirlo antes, menos lo haría ahora.

Una de esas tantas aburridas tardes, llamo a Donghae para jugar de vídeos juegos. Sus padres estaban de vacaciones por un mes y  tenia la casa para el solo. Nada mejor que imaginarse a si mismo disparando al enemigo y ganando en combate real. Su amigo, no dejaba de hablar de un bar al que quería ir. Sin embargo las manos de Kyuhyun solo estaban concentradas en joystick matando al enemigo, cuando le apago la televisión. Volvió su irritada mirada a su amigo - Acompáñame ¿Si? - 

Esta bien, pero no puedo beber alcohol... tengo que entrenar a las 600 horas - Su amigo soltó una risa escandalosa - ¿Que? Sabes que quiero irme acostumbrando - 

Realmente estas loco - Le dijo Donghae sonriente - Como sea... pasa por mi a las 2200 horas y vamos a embriagarnos un poco - 

Te he dicho que no...  - Adoraba a Donghae, habían sido amigos toda la vida... pero en momentos como esos quería ahorcarlo.

Vamos Kyu... Los dos sabemos que amas el alcohol - Claro que solo su amigo, sabia esa parte.

Entonces, cuando el reloj marco las 21:30 camino las tres cuadras que separaban sus viviendas, al llegar el padre de Donghae estrecho su mano fervientemente y en sus ojos se notaban la envidia de no tener un hijo tan perfecto como Kyuhyun.

Caminaron las 5 cuadras que los separaba del lugar. El bar estaba completamente lleno de gente. Apenas ingresaron, Donghae comenzó a hablar otros amigos que encontró en el lugar. Kyuhyun se mantuvo en su posición recta mirando a los alrededores. Entonces, noto una persona en la barra repasarlo de abajo hacia arriba ¡Como ese sujeto se atrevía a verlo así! Le vio conversar con otro tipo a su lado. Ambos no parecían ser de la ciudad, si bien sus prendas no eran exageradamente diferentes, se veían extraños.

Se mantuvo completamente en alerta, sus ojos marrones se clavaron en el tipo denotando lo desubicado que estaba. Para su sorpresa el sujeto, le sonrió y le tiro un beso ¿Quien carajo se creía para hacer algo así? Sus alterados ojos miraron a los alrededores, creyendo haberse confundido. Sin embargo, el tipo le hizo una seña con su cabeza en dirección a los sanitarios.

Sintió la vergüenza atrapar completamente su ser, le miro... probablemente tenían la misma altura, fácilmente podría darle unos golpes para hacerlo entrar en razón ¿Como se atrevía a insinuarse así a un futuro militar? Saco disimuladamente de sus bolsillos un puño de acero ubicandolo en sus dedos, dispuesto a moler a golpes al tipo. En los miles de entrenamientos en la escuela, había doblegado a muchos amigos.

PrisioneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora