Capitulo 4

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Unos días antes....

Despues de haber leído esa carta y de tener la respuesta escrita, los días pasaban sin que Candy se armara de valor para enviarla, los días eran cortos y las noches eran interminables para Candy quien no podía conciliar el sueño tan fácilmente, en cuanto entraba el primer rayo del sol por su ventana, Candy inmediatamente se levantaba a asearse y de inmediato se iba a la cocina a preparar el desayuno.

Mayúscula sería la sorpresa de la hermana Lane y la señorita Pony al ver a su amada hija día tras día desde la llegada de aquella carta, prácticamente terminando de prepar el desayuno. Podían ver el nerviosismo del que era presa Candy así que decidieron guardar prudencia y esperar a que Candy expresara su sentir.

Una mañana al terminar aquella rutina de la que ahora era presa Candy, cuando el reloj del salón dió las ocho de la mañana, con un simple buenos días de parte de Candy hacia sus madres, la rubia se dirigió hacia el teléfono que hacia un par de años atrás Albert había mandado a instalar para poder comunicarse fácilmente con ella.

-Buen día, sería tan amable de comunicarme a la casa de campo de la familia Britter, soy la señorita Candice Andley- expresó nerviosamente Candy a la operadora, hacia dos semanas atrás que Annie la había visitado en compañía de Patty para darle su regalo retrasado de cumpleaños, le habían hecho saber a Candy que permanecerían el resto del mes en la casa de campo de los padres de Annie, para poder terminar de planificar el bautizo del primogénito de Annie, el pequeño Alistair Cornwell III el cual estaba programado para dos semanas más tarde en la mansión de Lakewood.

A pesar de que invitaron a Candy a pasar unas vacaciones tardias de Pascua, a Candy no le era muy grata la compañía de la tía de Annie asi como de su abuela materna, así que aunque quería pasar tiempo con su amada hermana y su querida amiga Patty, Candy se rehusó a aceptar dicha invitación.

-Candy ¿Cómo estás?- la voz de Annie interrumpió repentinamente sus pensamientos.

-Hola Annie yo... Estoy bien... Solo... Solo llamaba- el nerviosismo en la voz de la rubia desconcertó por completo a Annie.

-¿Sucede algo?- preguntó Annie pensando lo peor.

- Yo... Terry me escribió- dijo sin preaumbulo Candy; para lo que no estaba lista era para el grito que escuchó al otro lado de la línea.

-¡Que emoción cariño! Debes de venir inmediatamente y contarmelo todo. Anda has una maleta, ve al pueblo y alquila un carruaje que te traiga aquí rápidamente- ordenó Annie.

-Pero... No puedo irme así como asi- se excusaba Candy.

-¡Por un vez en tu vida escúchame y has lo que te digo! La hermana Lane y la señorita Pony pueden hacerse cargo de los niños, así como el doctor Martin pueden prescindir de tu presencia un par de días así que ven inmediatamente aquí. Por cierto, pon en tu maleta los vestidos que te regalamos- se despidió con una enigmática risa Annie.

Si bien Candy no sabía para qué podría querer Annie que llevara aquellos dos hermosos vestidos de día y un hermoso vestido de noche que le habían obsequiado sus queridas amigas, decidió obedecerla.

Una vez arreglada su ausencia tanto en la clínica como en el hogar de Pony, Candy alquiló un carruaje que la llevaría a la casa de campo de los Britter, la cual se encontraba a poco más de una hora de camino.

Candy llegó a la casa de campo al crepúsculo, tal parecía que Annie y Patty estaban esperando ansiosas su llegada pues Candy apenas había bajado del carruaje cuando de la puerta principal salieron ambas chicas a su encuentro. Las tres jovencitas se fundieron en un caluroso abrazo y rápidamente ayudaron a Candy con su maleta.

El reencuentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora