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Una vez más el irritante sonido de la alarma de su móvil le taladraba el cerebro, obligándolo a despertar y dejar la comodidad de su cama para darse un rápido baño y desayunar.
Se sentía cansado a pesar de haber dormido bastante, sabía que recién tenía 22 años, pero ya deseaba jubilar.

Tras bajar del metro y llegar al hospital, dejó sus cosas en su oficina y vistió su delantal, acompañando este con la bufanda que aquella abuela había tejido para él, pues el color le encantaba y lograba abrigar bastante bien su cuello en aquellas frías fechas decembrinas.

—¿Intento de suicidio? —Preguntó con una visible preocupación en sus ojos turquesa, observando a su amigo.— ¿Pero cómo? ¿En qué momento?

—Fue en la madrugada... Keiji, te juro que si no es porque casualmente vi las cámaras de seguridad en mi computadora... Esto hubiese sido una tragedia... —Mencionó el pelinegro mayor, llevando ambas mano a su rostro con cansancio. El tema de Kenma no lograba salir de su cabeza.—

—¿Subieron las dosis de sus medicamentos? —Preguntó mientras ambos avanzaban a paso lento por los pasillos, cerciorándose de que todo estuviese bien.—

—Tuvieron que hacerlo, de lo contrario podía volver a tener un episodio... Dios, ese niño... —Murmuró en voz baja, dejando salir un cansado suspiro.— Jamás pensé que algo así pasaba por su mente... Estaba al borde de la azotea, Keiji... Cuando lo llamé perdió el equilibrio. No sé de dónde saqué la rapidez y fuerza para atraparlo justo antes de caer.

Los ojos de Akaashi observaban con sorpresa y preocupación al mayor, todo lo que le relataba parecía sacado de una película, le resultaba terrible todo lo que había pasado durante la madrugada y él sin estar enterado.
Ni siquiera quería pensar en qué hubiera pasado si Kuroo jamás hubiese visto las cámaras de seguridad.

—¿Recuerdas a Yaku-kun? —Preguntó, a lo que Kuroo de inmediato asintió un par de veces.— Cuando yo ingresé a trabajar aquí, el chico llevaba un par de meses en tratamiento por una situación similar... Abuso, drogas y depresión severa, pero logró recuperarse. Según el psiquiatra, tuvo diferentes intentos de suicido, sin embargo lo logró y obtuvo su alta. —Relató, recordando las pocas ocasiones en las que intercambió palabras con ese muchacho.—

—Si Yaku pudo hacerlo, estoy seguro que Kenma también podrá... Debo ser positivo y saber cómo sacarlo de allí. —Aseguró, apretando uno de sus puños con fuerza a su vez que se ganaba una curiosa mirada por parte de Akaashi.—

—Nunca tuviste mucho interés por los pacientes... Me alegra saber que estás dando lo mejor de ti por Kozume-kun... —Mencionó, colocando su mano en el hombro de su colega, quien al darse cuenta de la diferencia que hacía últimamente entre Kenma y los demás pacientes, quiso explicarlo.—

—Yo...-

—¡Akaashi! —De pronto una alegre voz se hizo presente en el pasillo, llamando la atención del enfermero de ojos turquesa, quien sorprendido observó hacia las escaleras que daban al segundo piso.—

—¿Bokuto-san?—Preguntó de manera automática al ver esos conocidos ojos dorados.—

—Tuve una visita del psiquiatra esta mañana y me dio la autorización de salir un momento. —Explicó, estirando sus brazos con pereza.— ¡Qué bien se siente salir de allí! ¿Vamos al jardín? ¡El día parece muy bonito a pesar del frío! —Exclamó con entusiasmo, bajo la mirada de ambos pelinegros.—

—Me encantaría, Bokuto-san, pero tengo trabajo que hacer ahora, quizás...-

—Ve a dar una vuelta, yo te cubro un rato. —Añadió el mayor, dando una rápida mirada al peligris quien observaba todo el lugar con entusiasmo.— Mira lo feliz que se ve ese grandulón. Además, estás haciendo tu trabajo, él está bajo tu cuidado.

Paciente 555 (BokuAka) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora