Playa

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La mañana siguiente me desperté extrañada. ¿Por qué? Porque me daba el sol en la cara. Cosa que en mi antigua casa no pasaba. No, no pasaba.

Miré mi móvil, que estaba cargando en la mesita, lo desenchufé y no pude evitar ver que tenía 45 mensajes sin leer y 4 llamadas de Sonny, mi mejor amiga.

Suspiré y dejé de nuevo el móvil en la mesita. Me levanté y me dirigí a la ventana para cerrar las cortinas.

Unas cortinas que... no existían.

Me froté los ojos y recordé que estaba en una nueva casa, que no tenía cortinas ni sábanas en la cama, que toda mi nueva habitación estaba llena de cajas, de maletas y de muebles sin montar.

—Mierda...

En la casa de en frente había un chico sin camiseta limpiando un coche. Me fijé detenidamente, no, no pude evitar mirarlo.

—Buenos días, Prue —saludó mamá entrando sin siquiera llamar a la puerta—. Vístete, tenemos muchas cosas que hacer.

—Buenos días, mamá —le contesté cuando ya se había ido.

Abrí una de las cajas en las que ponía "Prue Ropa Deporte". Agarré las primeras mallas y el primer top que vi y me lo puse rápidamente.

Al bajar mi hermano mayor ya se estaba comiendo una tostada con un zumo de naranja.

—¿Sabes qué, Prue?

—Sorpréndeme.

—Claude vive justo en frente de nosotros.

Se me cortó el cuerpo de golpe al abrir la nevera para coger un cartón de leche, que era lo único que había en la nevera.

—Me alegro por ti —intenté disimular.

¿ASÍ QUE EL CHICO QUE HABÍA VISTO ERA CLAUDE? Me enrojecí. Me puse tan roja como un tomate. O incluso más.

—Y por ti.

—¿Por mí?

—Sí, así podrás conocer a sus hermanas.

Me arrepentí de haberle dicho eso a Claude. Me estaba arrepintiendo tanto...

—Bueno, sí.

—¿Es que no quieres?

—No es que no quiera.

—¿Pero...?

—¿No crees que puede ser incómodo?

—En absoluto.

—Venga ya, Ray. Hace diez años que no las veo, ni siquiera me acuerdo de ellas. Y más vergüenza me dará conocer a Melissa, que supuestamente éramos inseparables.

—No te preocupes, Prue.

—No te preocupes, Prue —lo imité—. ¡Que fácil lo haces todo! Haces fácil que nos hayamos ido, conocer a gente...

—Es que es fácil —rodé los ojos—. Vamos, dales una oportunidad.

—Sí. Se la daré. Pero no quiero que sea ahora.

—¿Entonces cuándo?

—Cuando empecemos el instituto.

—Faltan dos semanas para eso. ¿Vas a estar tanto tiempo sin comunicarte con nadie?

—Te tengo a ti, a Trish, a Brad, a Theo.

—Ya sabes a lo que me refiero, Prue.

—No es para tanto, dos semanas se pasan en nada.

Hasta que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora