Capitulo 25: ¿Es Un Sueño?

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MIA

Camino por un lugar desconocido, rodeada de nubes de miles de colores que parecen danzar a mi alrededor. Bajo mis pies, el suelo es un lago espejo que refleja el cielo, y puedo ver peces con escamas luminosas nadando bajo la superficie. La vista es surrealista, como si estuviera en un sueño. Miro mi ropa y noto que llevo un vestido blanco que me llega hasta las rodillas. No tiene mangas, pero dos lazos se atan detrás de mi cuello.

Recuerdo el dolor del disparo, el impacto contra el río, y la confusión se apodera de mí. No siento dolor ahora, lo que me hace preguntarme si estoy en el cielo. Sigo caminando, tratando de entender dónde estoy, cuando de repente veo a lo lejos un pequeño niño aparecer entre las nubes.

El niño parece tener unos cinco años. Lo miro fijamente mientras se acerca, sintiendo una conexión inexplicable con él. Cuando está a unos pocos metros, me arrodillo frente a él y noto que se parece a mí. Un recuerdo doloroso atraviesa mi mente: el pequeño bebé que murió en mi vientre hace varios años.

               —¿Cómo te llamas? le pregunto, con la voz temblorosa.

El niño me mira con ojos llenos de inocencia y tristeza.

               —Nunca me pusiste un nombre responde el pequeño suavemente.

Las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas mientras extiendo mi mano para tocar su rostro. La sensación es cálida y reconfortante, como si todo el amor que nunca pude darle se estuviera derramando en este momento.

               —Lo siento tanto... susurro, incapaz de contener el llanto.

El niño me sonríe con ternura.

               —No llores, mamá. Estoy aquí ahora.

La mezcla de tristeza y consuelo en sus palabras me deja sin aliento. Siento una paz extraña en este lugar, como si todas las heridas del pasado comenzaran a sanar. Me quedo allí, arrodillada frente a él, con lágrimas cayendo libremente, sintiendo una conexión profunda y eterna.

Abracé a mi pequeño con fuerza, sintiendo su calidez y ternura. Era un abrazo que deseaba haberle dado durante tantos años.

               —Planeaba llamarte Liam si eras un niño le susurré, dejando que las palabras fluyeran con todo el amor y el dolor acumulado.

Liam, mi pequeño Liam, me secó las lágrimas con sus manitas suaves, mirándome con una mezcla de inocencia y sabiduría que solo un niño podía tener.

               —Algún día estaremos juntos, mamá, pero ahora no. Tienes que volver. Aún tienes nuevas aventuras por vivir dice el pequeño con una voz que resonó en mi corazón, llena de esperanza y propósito.

Miré a su alrededor y vi cómo una puerta de luz se formaba a unos metros de distancia. La luz era cálida y acogedora, como una promesa de vida y oportunidades por venir. Tomé la mano de Liam y comenzamos a caminar hacia la puerta, cada paso llenándome de una mezcla de tristeza por dejarlo y esperanza por lo que vendría.

A unos centímetros de la puerta, Liam soltó mi mano. Lo miré, mi corazón lleno de emociones encontradas.

               —Te quedarás aquí, esperándome, ¿verdad? pregunté, mi voz está temblando.

               —Sí, mamá. Estaré aquí, esperándote respondió Liam con una sonrisa serena, llena de amor y confianza.

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