Capitulo 1.

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Destino. Él no creía en algo tan ridículo como eso, le parecía absurdo. Miro de reojo la marca incompleta en su mano, arrugando la cara con disgusto, bufo.

La marca de destinados que todo el mundo deseaba completar.

¿Por qué se dejaban envolver de esa manera? Creía que no tenían pensamiento propio, es decir, ¿por qué debe amar a alguien solo porque tiene la otra mitad de su dibujito en su cuerpo? ¿que rayos los hacía especiales? ¡solo era una marca incompleta y fea! En realidad le gustaba la mariposa monarca que podía percibir, pero ese no era el caso..

¿Y que si no aceptaba a su destinado? ¿y si no le amaba? ¡Jodida basura! Podía incluso acusar al gobierno, podía acusar a quien quisiera, pero más a esos idiotas que decían caer enamorados al instante solo por revelar la marca, o sea, encontrar a su destinado. Puag, el amor tampoco era algo que le interesará.

Seguía defendiendo su idea con argumento tras argumento.

¿Por qué debo amar a quien el destino elija? ¿Por qué no puedo amar a quien yo elija? ¿Y si el destino se equivoca? ¡Era tonto y le fastidiaba! ¡el destino y sus mierdas místicas podían irse derechito al carajo!

Era Todoroki Shoto, y él decidiría a quien amar y a quien no.

Conocerlo fue como una patada en los huevos, alguien debía estarse burlando de él, era obvio

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Conocerlo fue como una patada en los huevos, alguien debía estarse burlando de él, era obvio. Extrañamente, le importo muy poco, estaba atento a aquel omega de cabello verde.

Raro. Pensó, sin dejar de mirarlo, tratando de apreciarlo mejor, igual de embobado como el resto de sus fastidiosos compañeros. Era un enano, cabello esponjoso, de un tono verde y con rulos, ojos color esmeralda y pestañas largas, pecas repartidas por sus mejillas y cuello, nariz respingada, piel blanca cual nieve y labios rosados.

Su garganta se cerró, sintiendo algo extraño en el pecho, su estómago se removió como si tuviera gusanos dentro, sin darse cuenta, había dejado de respirar.

Oh..

Bajo aún más la mirada, era delgado, podía notar como su pantalón se ajustaba a los muslos contrarios y como sus delicadas manos se enredaban en el brazo del alfa que los miraba a todos con gran seriedad.

Midoriya izuku y Shinsou Hitoshi.

Hermanos. Eran hermanos, ¿con diferente apellido? Tampoco se parecían, miró de reojo como Bakugou Katsuki gruñia hacia el alfa de cabello morado, Shinsou.

Pronto un revuelo se armo en el salón, donde, ambos alfas compartieron amenazas y gritos llenos de furia.

Shoto tuvo el impulso de levantarse y alejar al omega que, alarmado, trataba de calmar a su hermano. Sin más remedio, dejó salir su aroma dulce, relajante, fresco. Menta y coco.

Su boca empezó a salivar, ansioso, pronto se sintió más relajado, como ambos alfas en conflicto, finalizando con una amenaza de Shinsou a Bakugou, sobre no acercarse a izuku.

Sus manos picaron, se sentía inquieto, atrapado, cuando las cosas se calmaron, ambos hermanos se sentaron en una de las esquinas del salón, cerca del gran ventanal. Solo a dos mesas de distancia de Todoroki.

Soltó los nervios sin razón en un suspiro, para centrarse en tratar con toda su fuerza, prestar atención a esa estúpida e inútil clase teórica.

Las tres horas ahí sentado hicieron que su trasero se entumeciera y su mirada se desviará hacia el omega, quien luchaba por no quedarse dormido, sonrió sin darse cuenta.

Oh Dios, algo estaba pasando en su pecho alborotado.

Al sonar la campana, anunciando el comienzo de la hora de almuerzo, todos comenzaron a salir uno por uno o en manada como lo era el insoportable grupo de Bakugou.

Yaoyorozu se le pego como garrapata nuevamente, como todos los días, pero en esta ocasión, era diferente, no la ignoraba sin razón como siempre, ahora existía una razón, y era aquel pequeño de cabello revoltoso con mirada curiosa.

Y su atención se asomo por la puerta justo cuando vio a Sero acercarse al omega, y como este retrocedió enseguida, buscando de inmediato a su hermano, quien se acercó rápido, dándole una disculpa a Sero, no alcanzó a escuchar su pequeña conversación, pero Sero pareció sorprendido y con mucha amabilidad le saludo desde lo lejos al omega, quien le regalo una pequeña sonrisa.

Miro curioso la escena mientras su compañera hacia lo mismo.

-Ese niño es tan maleducado, ni siquiera se digno a saludar. -Miro de reojo a la alfa de cola alta, sin estar de acuerdo, le pareció sentir la inquietud del omega. -Ademas se cree muy lindo, ¿que le pasa?

Soltó un suspiro frustrado, porque para él, Midoriya no era lindo, era precioso, y luego de tres horas de pensarlo, lo admitió para sí mismo. Y ahora tenía a la chica de las indirectas locas detestando al hermoso chico. La miró mal para retirarse a comprar comida.

Habían pasado dos semanas, y empezaba a pensar que estaba enfermo o algo malo sucedía en su cuerpo

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Habían pasado dos semanas, y empezaba a pensar que estaba enfermo o algo malo sucedía en su cuerpo. Algún sistema le estaba fallando y sospechaba que era el nervioso y respiratorio. Había logrado un acercamiento al omega, casi inconscientemente, se había acercado al chico, pero era mínimo, demasiado, pues el omega parecía huir de todo contacto con alfas, era más que evidente cuando rechazo la amistad de Aoyama incluso.

Estaba perdido.

Y ni siquiera sabía porque quería acercarse. Tal vez porque le daba curiosidad su comportamiento y esos guantes oscuros que ocultaban sus manos.

Sus acercamientos se basaban en ser notado. Miradas correspondidas, pequeñas sonrisas regaladas y en ocasiones mínimas, saludos a la distancia.

Pero era algo y se sentía halagado al ser el único al alfa (aparte del amargado de morado) que tenía interacciones con el chico. Le hacía sonreír con orgullo.

Paso al lado del chico, cuando Aizawa anunció una tarea, nada muy complicado, parte de la psicología criminal y poco más. Sería como una obra de teatro, una consulta entre un psicólogo y un criminal.

O sea, entre dos personas.

Tenían hasta fin de mes y casi sufre un infarto cuando la persona con quien había sido emparejado fue nada más ni nada menos que su pequeño flechazo.

Y no fue el único en pánico, el omega se había puesto pálido, mirando suplicante a su profesor, aquel hombre omega intimidante solo sonrió con calma.

Todo era un misterioso caos.

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