epílogo

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Después de esa emotiva charla, él se había retirado sin decir nada, cada paso que dio, en ninguno la volteó a ver, por lo que pensó que seguía dolido y afectado por no haberle contado la verdad.

Las horas pasaban y no pudo conciliar sueño, se quedaba mirando un punto fijó en el techo hasta que perdía la noción del tiempo, por lo que no le sorprendió para nada que al ver su celular la hora marcara las cuatro con cuarenta y cinco.

Sus ojos apenas se empezaron a cerrar cuando el leve golpe en su puerta la hizo abrirlos de repente. Se tomó su tiempo en analizar el ruido y de quien se trataba, pues no era nada normal que alguien llame a tu puerta en medio de la madrugada.

Somnolienta se levantó, avanzó con pereza hasta abrir y ver quien era el causante del golpeteo. Quedó muy confusa al ver a Katsuki parado en medio de la oscuridad, se veía cansado, con ojeras y el cabello despeinado.

─¿Qué haces a esta hora? Me sorprende que estés despierto, tienes un horario estricto. . .

Ni bien terminó de decir eso, empezó a ser jalada de su habitación hasta el pasillo. Reprochó, pero él no le decía absolutamente nada, no le quedó de otra que seguir sus pasos apresurados.

Se quedó aún más desconcertada al llegar a la sala, solo para después abrir la puerta principal. El viento helado los golpeó a ambos, y cuando estaba a punto de preguntar una vez más, en su campo de visión entró Yaoyorozu junto a Uraraka.

Las vio con extrañeza, ellas también se veían cansadas y adormiladas, pudo percatarse de sus miradas cómplices pese al sueño.

Katsuki aún agarraba su muñeca y no la soltó hasta quedar frente a las dos féminas, quienes se miraron entre ellas antes de suspirar. Yaoyorozu empezó a crear algo, una soga lo suficientemente larga que por un momento temió de lo que le harían, pero esa sensación se fue tan rápido como llegó, confiaba en su mejor amigo.

─¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Chicas?

No pudo evitar preguntar y se sobresaltó al sentir la soga en su muñeca. Le dio una vista rápida al cenizo, pero al ver que él también estaba siendo amarrado dejó de forcejear.

─¿Qué tan alto?─ se giró y está vez fue Uraraka quien habló

─Lo suficiente, ya te lo dije─ se quejó el único hombre presente.

Y tras esas palabras, su amiga castaña se acercó a ambos y los tocó, eso bastó para que empezaran a flotar, alejándose cada vez más del suelo. Miró hacía abajo, solo para ver como todo se hacía tan pequeño, que entonces supo lo que estaban intentando hacer.

En cuestión de minutos estaba en lo más alto del cielo, solo se fijó en la hermosa vista frente a sus ojos. Ya había sentido eso antes, por lo que la nostalgia no tardó en aparecer.

Y cuando el viento chocó con su cuerpo de esa manera, pudo sentirlo. Otra versión de ella que ya no existía se volvió a sentir como antes.

Durante todo el mes completo que estuvo ocultando su sentir, llorando en silencio y mintiendo. Todo ese tiempo complejo llenos de sentimientos negativos, aún se preguntaba como ha sobrellevado esa carga ella sola.

La vista se le nubló y por un momento en su cabeza cruzó la imagen de Katsuki abrazándola en todas esas veces que lloró sin parar, a pesar de que le ocultó todo, él siempre estuvo a su lado.

Se giró a verlo y se preguntó tantas cosas, terminó por crear un completo caos cuando él la miró y le sonrió, y ella se sintió viva por primera vez después de un mes completo, ella estaba rendida por él.

─Katsuki.

Y entonces dejo de pensar y se dejó llevar. Se acercó con un tirón de mano y en cuestión de segundos sus labios estaban tocando los de él.

El revoltijo en su interior, el viento golpeandolos y la sensación de mil explosiones en su boca fue nuevo para ella.

Conocerlo fue un placer, pero besarlo, besarlo fue punto y aparte, explotaron sus sentidos, se desbordó su alma y se esclareció la vida.

En un sutil movimiento se separó y fue entonces que lo observó cara cara. Solo pudo pensar en lo hermosos que se veían sus ojos después de besarse.

─Te lo dije una vez y te lo volveré a decir las veces que sean necesarias. . . Eres mi ángel con alas o sin alas, siempre lo serás.

Con esas palabras supo que Katsuki era todo lo que necesitaba para estar bien.








































































Su vista estaba fija en su teléfono, viendo horrorizado el video que habían grabado los reporteros el día de la batalla. Sintió tantas cosas, ver no solo a su mejor amigo sin brazos, sino también a Hikari siendo torturada. Las cámaras enfocando su dolor, su expresión llena de pánico, en busca de que alguien la ayudara. Lo gritos desesperados y los intentos de pelea que daba para que la soltaran. Todo eso lo mantuvo despierto hasta altas horas de la madrugada.

Pensó en como hacer que volviera a sentirse feliz, como sacar esa sonrisa que durante semanas dejó de ser la misma. Entonces se le ocurrió una idea y eso bastó para que se quedara hasta las cuatro de la mañana.

Ella merecía ver una última vez el cielo desde lo alto y él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que lo volviera a ver. Yaoyorozu y Uraraka lo iban a ayudar, y si se negaban, las iba a amenazar para que lo hiciesen.

ᴀɴɢᴇʟ |ʙᴀᴋᴜɢo ᴋᴀᴛꜱᴜᴋɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora