𝅭 ㅤ𝅭 ⎯⎯ㅤִㅤ୭ ⚔️ ৎㅤִ ⎯⎯ 𝅭 ㅤ𝅭La noche caía sobre el campus universitario, arropando los edificios y los caminos vacíos en una penumbra que se intensificaba con cada gota de lluvia. Las nubes, oscuras y cargadas, se habían reunido desde la tarde, presagiando una tormenta que ahora descargaba su furia sobre la ciudad. Los truenos retumbaban en la distancia, como si el cielo mismo estuviera dando un grito ahogado de angustia.
Dentro de la cafetería, el ambiente era cálido y acogedor, un refugio temporal para aquellos que buscaban escapar del frío y la humedad exterior. La luz dorada de las lámparas colgantes creaba sombras suaves en las paredes, mientras el aroma a café recién molido impregnaba el aire, ofreciendo un consuelo silencioso a los pocos estudiantes que ocupaban las mesas dispersas. Era un jueves por la noche, una hora en la que la mayoría de los estudiantes se encontraba estudiando o, al menos, intentándolo.
Aiden empujó la puerta de cristal, sacudiendo su paraguas antes de entrar. El viento había intentado arrebatarle el paraguas en varias ocasiones durante el camino, y ahora, empapado hasta los huesos, estaba deseando algo caliente para aliviar el frío que se le había pegado a la piel. Observó la cafetería, buscando un lugar donde sentarse, cuando lo vio. Allí, en una mesa junto a la ventana, estaba Jake.
Jake, con su chaqueta gris oscuro y su bufanda desordenada, se encontraba solo, perdido en sus pensamientos. Sus ojos, habitualmente llenos de vida, estaban ahora fijos en el cristal empañado, donde las gotas de lluvia se deslizaban como lágrimas en un rostro invisible. Aiden notó inmediatamente que algo andaba mal. Conocía a Jake desde el primer día de clases, cuando ambos habían sido asignados al mismo grupo de estudio. Jake siempre había sido el tipo de persona que encontraba la belleza en las pequeñas cosas: la manera en que la luz del sol se filtraba a través de las hojas en otoño, o cómo el sonido del mar podía calmar incluso el alma más inquieta. Pero esta noche, esa chispa parecía haberse apagado.
Aiden dudó por un momento, preguntándose si debería darle espacio a Jake o acercarse. Sabía que algo importante debía haber ocurrido para que su amigo estuviera así. Al final, decidió no ignorar lo que estaba viendo. Aiden se dirigió hacia la mesa, moviéndose con cuidado entre las sillas dispersas. Se detuvo frente a Jake y, con un suave toque en su hombro, rompió el silencio.
"Jake, ¿cómo estás?" La voz de Aiden era baja, casi un susurro, como si temiera que cualquier ruido más fuerte pudiera romper algo frágil en el interior de Jake.
Jake levantó la vista, sorprendido, como si hubiera estado sumido en un sueño del que Aiden lo acababa de despertar. Sus ojos, normalmente cálidos y acogedores, ahora estaban rodeados de sombras, indicio de varias noches sin dormir. "Hola, Aiden," respondió con una sonrisa que no llegó a sus ojos. "Supongo que estoy bien," añadió, aunque su tono dejaba claro que la palabra "bien" no era más que una fachada.
Aiden sintió un nudo en la garganta al ver el estado de su amigo. Jake siempre había sido una presencia estable y confiable en su vida, alguien que siempre estaba dispuesto a escuchar o a compartir una risa. Verlo ahora, tan abatido, hizo que una preocupación genuina creciera en su pecho. Sin decir una palabra más, Aiden se sentó frente a él y dejó su abrigo mojado sobre el respaldo de la silla.
"Jake, no pareces estar bien. ¿Quieres hablar de lo que está pasando?" preguntó Aiden, sabiendo que su amigo podría necesitar un empujón para abrirse.
Jake miró su taza de café casi vacía y suspiró profundamente. Por un momento, pareció debatirse internamente, como si estuviera considerando las palabras adecuadas para describir el caos que se arremolinaba en su mente. "Es Tom," dijo finalmente, su voz apenas un murmullo. "Las cosas entre nosotros han estado realmente mal últimamente. Ya no es el mismo de antes."
Aiden había sospechado que Tom tenía algo que ver con el cambio en Jake, pero escucharlo decirlo en voz alta le provocó una mezcla de tristeza e impotencia. Conocía a Tom, al menos de manera superficial. Sabía que había sido importante para Jake, pero también había notado el cambio en Jake durante los últimos meses. La chispa que Jake solía tener cuando hablaba de Tom se había desvanecido lentamente, hasta que solo quedaban las cenizas de lo que alguna vez fue.
"Lo siento mucho, Jake. No deberías tener que pasar por esto," dijo Aiden, eligiendo sus palabras con cuidado. Sabía que cualquier consejo que diera debía ser delicado, considerando lo frágil que parecía estar Jake en ese momento.
Jake asintió, pero su mirada seguía perdida en el café. "Lo sé. Es solo que... no sé qué hacer. He estado aguantando, esperando que las cosas mejoren, pero parece que cada día es peor. Solía ser tan cariñoso, tan atento. Ahora apenas me mira. Cada vez que trato de hablar con él, me encuentro con un muro."
Aiden escuchaba en silencio, dándole a Jake el espacio para desahogarse. Recordó la primera vez que Jake le habló de Tom, cómo sus ojos brillaban al describirlo, cómo parecía que había encontrado a alguien con quien podía ser completamente él mismo. Ahora, ver a Jake tan destrozado le rompía el corazón.
"Jake, sé que es difícil, pero tienes que ponerte a ti mismo en primer lugar. No puedes seguir sacrificándote por alguien que no te valora," dijo Aiden, tratando de ser firme pero comprensivo.
Jake soltó una risa amarga, una que no tenía nada de alegría. "Eso es lo peor, Aiden. Una parte de mí todavía lo ama. O al menos, ama a la persona que era. Y sigo pensando que si hago las cosas bien, si soy lo suficientemente paciente, tal vez vuelva a ser esa persona."
"¿Y qué pasa si nunca vuelve a serlo?" preguntó Aiden suavemente. "¿Estás dispuesto a seguir sufriendo por alguien que puede que nunca cambie?"
Jake permaneció en silencio, su mirada fija en el café, como si en su oscuridad pudiera encontrar las respuestas que buscaba. Aiden lo observó, resistiendo el impulso de tomar su mano y prometerle que todo estaría bien. Sabía que esas promesas serían vacías. La realidad era que Jake estaba atrapado en una relación que lo estaba destruyendo lentamente, y no había una solución fácil.
Finalmente, Jake suspiró, sus hombros cayendo como si llevara el peso del mundo sobre ellos. "No lo sé, Aiden. No sé si puedo seguir así. Pero tampoco sé si tengo la fuerza para dejarlo."
Aiden sintió un dolor profundo al escuchar esas palabras. Sabía lo difícil que era para Jake estar en esa situación, atrapado entre el amor y el dolor. Pero también sabía que tenía que ayudarlo a ver que merecía algo mejor. "Jake, no tienes que tomar ninguna decisión ahora mismo. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, pase lo que pase. No estás solo en esto."
Jake levantó la vista, y por primera vez en toda la noche, Aiden vio un destello de gratitud en sus ojos. "Gracias, Aiden. De verdad, gracias. No sé qué haría sin ti."
Aiden sonrió, aunque su corazón seguía pesado. "No tienes que agradecerme. Somos amigos, y siempre estaré aquí para ti, no importa lo que pase."
La tormenta continuaba rugiendo afuera, como si el cielo se rehusara a calmarse. Pero dentro de la cafetería, en esa pequeña mesa junto a la ventana, había un momento de paz. Aunque Jake seguía perdido en sus pensamientos y Aiden no tenía todas las respuestas, ambos sabían que no estaban solos. Y a veces, eso era todo lo que se necesitaba para seguir adelante.
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