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﹙❕﹚ㅤִㅤLa tormenta que había azotado el campus unos días atrás parecía ser solo un preludio de lo que vendría después. Aunque el clima se había calmado, dejando cielos claros y fríos al amanecer, la tensión en la vida de Jake seguía acumulándose, al igual que una nube de tormenta que se resiste a disiparse por completo. A medida que los días pasaban, el peso de su relación con Tom se volvía cada vez más insoportable, y cada interacción con él sentía como una herida que nunca terminaba de sanar.
En los días que siguieron al encuentro con Aiden en la cafetería, Jake intentó mantenerse ocupado. Sumergirse en sus estudios y en las actividades extracurriculares era su manera de huir de la realidad, de evitar confrontar la inminente necesidad de tomar una decisión. Sin embargo, cada vez que se encontraba solo, la cruda realidad lo golpeaba sin piedad. Las noches se volvieron más largas, y el sueño, un lujo que rara vez lograba permitirse. Se encontraba atrapado en un ciclo interminable de pensamientos oscuros, preguntándose cómo había llegado a este punto.
Tom había cambiado, eso era innegable. Al principio de su relación, Tom era todo lo que Jake había deseado en una pareja: cariñoso, atento, y, sobre todo, presente. Había una química innegable entre ellos, una conexión que había florecido rápidamente, envolviendo a Jake en una burbuja de felicidad que, en ese momento, parecía indestructible. Pero con el paso del tiempo, esa burbuja había comenzado a desinflarse, dejando a Jake con una sensación de vacío y pérdida que no podía ignorar.
﹙❕﹚ㅤִㅤJake lo había notado primero en los pequeños detalles: Tom ya no lo miraba a los ojos cuando hablaban, y las sonrisas que solían intercambiar se habían vuelto escasas y forzadas. Las conversaciones, que antes fluían con facilidad y alegría, ahora estaban llenas de silencios incómodos y respuestas monótonas. Jake trató de convencerse de que era solo una fase, algo que cualquier pareja podía superar, pero la evidencia contraria seguía acumulándose.
Una tarde, después de una clase particularmente agotadora, Jake decidió caminar hasta el parque cercano al campus en un intento por despejar su mente. Aiden lo había invitado a unirse a él más temprano, y aunque Jake inicialmente había dudado, ahora sentía que la compañía de su amigo podría ser justo lo que necesitaba.
El parque era uno de los lugares favoritos de Jake. Había algo en la tranquilidad del lugar, en cómo las hojas caídas creaban una alfombra crujiente bajo sus pies, que siempre le había proporcionado un sentido de calma. El otoño estaba en pleno apogeo, y los árboles estaban adornados con hojas en tonos de naranja, rojo y dorado, un último espectáculo de color antes de que el invierno reclamara su dominio.
Jake llegó al parque y encontró a Aiden esperándolo cerca del lago, donde una ligera brisa creaba pequeñas ondas en el agua. Aiden estaba sentado en un banco, con un libro en las manos, pero cuando vio acercarse a Jake, sonrió y cerró el libro, dejándolo a un lado.