Evangeline Fitzgerald es una joven escritora en ascenso. Tras otra pelea sobre su futuro con su exigente madre termina huyendo con sus dos mejores amigos Lily y Óscar que tratarán de distraerla de sus problemas con una inmersión en el mundo de l...
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Diciembre 2021
Ámsterdam, Países Bajos.
Ocho meses después de la pelea con mi mamá y el gran premio de Italia me había mudado indefinidamente a Ámsterdam.
Óscar y Lily tenían razón, necesitaba un cambio de aire.
Había hablado de mi editora y me dio el tiempo que necesitara para que fluyera la creatividad. En un futuro debía agradecerle su apoyo pues sabía la editorial no apreciaba esa conducta pero necesitaba el tiempo.
Mi madre por otro lado no había estado del todo feliz con la noticia. Me dejó un par de mensajes nada maternales sobre lo mal que llevaba mi vida pero por mi paz mental los borré después de escuchar la primera mitad de algunos.
El mudarme a un lugar alejado y no decirle a nadie había ayudado más de lo que creí posible. Había escrito gran parte de un manuscrito independiente.
Aún no sabía como continuar con la secuela que me había sido encargada pero al menos había establecido un par de ideas y capítulos que ya había enviado para mantener a la firma tranquila.
Eso me daría algo de tiempo hasta encontrar el ritmo necesario.
El manuscrito independiente no lo mandé, había algo que no me terminaba de convencer. Como si a la vez me gustara y a la vez lo odiara.
Recuérdenme, ¿Por qué era que me gustaba escribir?
Intenté seguirlo pero el rayo de creatividad que había tenido cuando inicié se había desaparecido. Así que para concentrarme lo guardé y me concentré en la secuela.
Con quienes hablaba un par de veces era con mis mejores amigos.
Óscar aunque no había tenido la temporada que esperaba obtuvo sólidos resultados y sería premiado como rookie del año. Ceremonia a la que había sido invitada (y amenazada) a asistir, pero aún no confirmaba pues no estaba segura de salir de mi cueva. Me agradaba demasiado la comodidad y lo aislada que me mantenía fuera de redes y problemas.
Además Lily siempre me mantenía al corriente del estatus de su novio, así como mi padre del de Checo, quien en algunas ocasiones me llamaba para desahogarse de sus frustraciones o sus alegrías.
No era tonta, sabía solo era un pretexto para hablar y agradecía nunca tocara el tema de la escritura, me daba mi espacio y eso era suficiente.
Así que ahora me encontraba en mi parque favorito de la ciudad. Solía visitar este lugar más de lo que me gustaría admitir, quizá unas 5 veces por semana.
Estaba céntrico y a la vez no, era tranquilo pero muy lindo. No era frecuentado por los turistas y tenía cierta aura de tranquilidad.
Se había vuelto parte de mi rutina. Compraba un chocolate caliente en la cafetería dos cuadras antes y luego me iba a leer o escribir.
