Sombras de Sangre: La venganza de Shiro.

Capítulo 2: El susurro de la Venganza

Las primeras luces del alba se filtraban por la ventana, iluminando el rostro exhausto de Shiro. Había pasado la noche en vela, repasando mentalmente los últimos días y la cadena de horrores que la habían sumido en una espiral de tristeza y furia. Desde la muerte de Aiko, la única amiga en quien confiaba, había decidido no volver a depender de nadie. Este era su combate, y ella debía encontrar al responsable.

Con la determinación de no permitir que el miedo la paralizara, Shiro comenzó su investigación. Lo primero que hizo fue ir al único lugar donde sabía que podía encontrar algo útil: la biblioteca del pueblo. Era una construcción antigua, llena de libros polvorientos y documentos que nadie había tocado en años. Shiro pensó que allí podría encontrar alguna referencia sobre la misteriosa figura oscura que había visto en sus sueños, aquella con los ojos rojos brillantes como los suyos.

Pasó horas hojeando libros de historia local, crónicas de eventos extraños y leyendas antiguas. No fue hasta que encontró un viejo diario, escondido en un rincón olvidado de la biblioteca, que comenzó a atar cabos. El diario pertenecía a un tal Arata, un habitante del pueblo que había vivido hacía más de un siglo. Las páginas hablaban de una sombra maligna que acechaba el pueblo, una entidad que se alimentaba del miedo y el dolor de sus víctimas. Arata describía cómo sus ojos rojos podían ver a la sombra, y cómo ésta lo perseguía hasta consumir su alma.

"Los ojos rojos... igual que los míos", pensó Shiro mientras leía. Cada palabra confirmaba su sospecha: la figura de sus pesadillas no era una mera alucinación. La oscuridad que había asesinado a su familia y a su amiga era real, y de alguna manera estaba ligada a ella.

Con el diario en mano, Shiro decidió buscar más información sobre Arata. Descubrió que había tenido una descendencia que se había dispersado por el país, pero una rama de su familia aún vivía en las afueras del pueblo. Si alguien sabía más sobre la sombra, debían ser ellos. Sin perder tiempo, se dirigió a la casa de los descendientes de Arata.

La casa de los Arata se encontraba en el borde del bosque, un lugar que siempre había considerado misterioso y prohibido. Tocó la puerta con cautela, y una mujer de edad avanzada la recibió. Tenía el cabello blanco como el suyo, y sus ojos eran de un azul profundo, llenos de sabiduría y secretos.

"¿En qué puedo ayudarte, niña?", preguntó la anciana con una voz suave pero firme.

Shiro le mostró el diario y le explicó su situación. La mujer la escuchó en silencio, sin interrumpirla, y cuando Shiro terminó, suspiró pesadamente.

"Mi nombre es Hina Arata. Lo que has descrito es algo que temíamos volvería a suceder. La sombra ha estado dormida durante mucho tiempo, pero parece que ha despertado de nuevo. Arata, mi ancestro, intentó detenerla, pero falló. Ahora, parece que tú tienes que enfrentar lo mismo".

Hina le explicó que la sombra era una entidad antigua, nacida del odio y el sufrimiento de generaciones pasadas. Se alimentaba de la desesperación de sus víctimas y se fortalecía con cada alma que consumía. Los ojos rojos eran un signo de que Shiro tenía una conexión especial con la sombra, una conexión que la hacía tanto una amenaza como una esperanza para detenerla.

"Debes enfrentarte a la sombra en su territorio, en el lugar donde nació su poder", dijo Hina, señalando el bosque oscuro detrás de su casa. "Solo allí podrás ponerle fin, pero debes estar preparada. La oscuridad es fuerte y tratará de destruirte desde adentro. Pero si mantienes tu corazón puro y tu mente clara, puedes derrotarla".

Shiro asintió, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza. No estaba segura de estar lista para enfrentar algo tan aterrador, pero sabía que no tenía otra opción. Con las palabras de Hina resonando en su mente, se preparó para su enfrentamiento con la sombra.

Armada con el conocimiento del diario y la determinación de vengar a sus seres queridos, Shiro se adentró en el bosque, donde las sombras parecían más densas y el aire más pesado. Cada paso que daba la acercaba a su destino, y podía sentir el peso de la oscuridad creciendo a su alrededor. La batalla final estaba por comenzar, y Shiro estaba lista para enfrentar su destino, con los ojos rojos brillando de resolución y coraje.