I. 𝘞𝘪𝘴𝘩 𝘠𝘰𝘶 𝘛𝘩𝘦 𝘉𝘦𝘴𝘵

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Miré el trozo de papel en mi mano para verificar la dirección que había escrito con letra descuidada. Revisé más de dos veces, aunque sabía que solo postergaba el momento de tocar el timbre del departamento. No es que tuviera dudas, estaba decidido. Solo me seguía pareciendo difícil de creer el punto en el que habían terminado las cosas.


El timbre sonó y no tardaron en abrir la puerta. La mirada de mi anfitrión pasó de una perezosa tranquilidad, a algo parecido al temor antes de sonreír con evidente tensión.

—Taehyung hyung.

—Hola, Jungkook.


Decir su nombre en voz alta me pareció algo casi artificial. Era como cuando intentaba pronunciar esos nombres científicos de las especies. Algo ajeno. No pude evitar pasar por alto la incomodidad que tanto se esforzaba en ocultar Jungkook.

—No te esperaba. ¿Quieres pasar?

—Si, aunque será breve. No te preocupes.


El departamento no era nada fuera de lo común. Tenía un gusto juvenil, con pósters de películas populares y bandas de la época como H.O.T y Sechs Kies. La decoración de las paredes y las bolsas de comida en la mesa, anunciando la posible fiesta que habría en unas horas en ese lugar. No era algo extraño. El cambio de siglo se acercaba, y las personas se reunirían con la morbosa superstición de que el mundo se acabaría al marcar las doce. Tal vez yo mismo me hubiera unido a alguna celebración, de no ser porque el futuro que alguna vez hubiera imaginado para los 2000 ya no existiera más. Para mi mundo conocido, el fin había llegado desde hacía mucho.


Mis pensamientos fueron detenidos por Jungkook, que extendía en mi dirección una botella de soju. La acepté pero no la abrí. Kook nos había hecho sentar en un par de sillones de la sala, tapizados en terciopelo verde, bebiendo de su botella como esperando a que me decidiera a decirle la razón de mi visita. Pero yo solo lo miraba. Miraba la frente descubierta que dejaba ver el piercing en su ceja, su vestuario en tonos negros que consistía en una camiseta ajustada de algodón y pantalones anchos que hacía relucir su trabajado cuerpo, los tatuajes que se extendían por uno de sus brazos, y esa colonia que acentuaba su fuerte aroma. "¿Qué tan desesperado estás por aparentar?"

—No quiero ser grosero, hyung. Pero, ¿necesitabas algo?


Requería de una impasibilidad ensayada y un dominio perfeccionado sobre mi lobo no mostrar cómo me afectaba la irritación en la voz de Jungkook. Ya había tocado el fondo de lo patético todo el año pasado. Me negaba a volver mostrarme herido.

—Solo quería avisarte que me vuelvo a Daegu.

—¿Qué?

—Probablemente ya debería irme. Debo recibir al camión de mudanza.

𝘍𝘳𝘪𝘦(𝓮𝓷𝓭)𝘴. TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora