Capítulo 4: la noche parte 1

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Ly

Al acostarme, mis ojos aún estaban llorosos, por mi mente no pasaba otra cosa que no fuera lo que me hizo "el que dice ser mi padre". Aunque le había dicho a mamá que me iba a quedar, creo que no se va a poder. Tras pensar un rato ahí acostada, decidí irme sin que nadie se diera cuenta, estoy segura de que sería lo mejor o, por lo menos, para mí lo sería. Así que tomé la maleta que ya había hecho y salí de mi habitación con los pies en puntillas para que nadie escuchara.

— ¿Qué piensas hacer? ¿Quién te dará de comer? ¿Dónde vivirás? ¿en la calle? —dijo papá desde la cocina, no me sirvieron de nada las puntillas si me escuchó salir—¿Vas a dejar todo solo por perseguir algo imposible? Piensa, Ly, ¿crees que ser pintora te hará rica? ¡No! Al menos, ser administradora te ayudará a tener mejores ingresos. Entiende, esto lo hago por tu bien —añadió acercándose hacia mí, pero yo retrocedí lentamente; él no me iba a tocar ni acercarse.

—Te diré algo, papá, lo que yo piense hacer, eso ya no te incumbe. Si no duermo bien y si no consigo comida tampoco. Si tú me apoyas en lo que amo, volveré a ser tu hija. ¿Tan difícil es, papá? ¿O el orgullo no te deja? —confesé con ira para dejarle las cosas claras— Y papá, debes entender que ningún sueño es imposible, y sí, voy a ser una gran pintora, me dé dinero o no. Porque no pienso renunciar a lo que quiero solo por un capricho tuyo —añado, a ver si podía hacerlo entrar en razón, aunque lo dudo; él es el ser más terco del mundo. Por qué tengo que ser tan sensible, ya estoy llorando nuevamente, mi cara está muy hinchada.

—Si quieres ser pintora, ahí está la puerta bien grande para que te vayas de mi casa y no vuelvas jamás, pero si decides ser administradora, entra a tu cuarto y sigue siendo mi hija. Está en tus manos elegir lo que creas mejor —preguntó seguro de lo que decía, pero yo no me iba a quedar solo para cumplir su sueño, ¿y el mío dónde quedaría?

—Entonces, ¡adiós padre! —confesé con voz llorosa despidiéndome de él, yo estaba consciente de lo que estaba haciendo, así que abrí la puerta y solo me fui. Me quedé pensando en que mamá no sabía nada, pero estoy segura de que lo entendería perfectamente. Una vez que comencé a caminar, ya no había vuelta atrás.

Me dirigí a la estación de autobuses, mientras iba miraba a mi alrededor y no había nadie, además era muy tarde. En ese momento no sabía ni qué pensar ni siquiera qué sentir. ¿Esa fue la decisión correcta? ¿Debería volver? Ahora estaba confundida, ¿cómo sabría si lo hice bien? Ya había llegado a la parada de autobuses y solo me senté a llorar, no sabía qué otra cosa hacer, entonces me acosté en la banca de ahí mismo mientras las lágrimas salían solas sin que yo pudiera detenerlas. Ya no podía ni hablar, mi cara estaba tan hinchada que parecía otra.

Sentía miedo, nunca antes había salido sola de mi casa a altas horas de la noche, ni siquiera con Job.

—Ojalá Job estuviera aquí, lo necesito —grité sin que se me entendiera, ya que aún seguía llorando y tenía voz llorosa. ¿Por qué algo como esto me pasa a mí? ¿Soy tan mala persona? ¿Qué tanto le cuesta a mi papá decirme "sí, hija, te apoyo" o "hija, cumple tus sueños y haz que esté orgulloso de mi pequeña"? Ah no, pero para él es mejor colocarme a elegir.

Me levanté del banco donde estaba para cruzar la carretera y seguir caminando, pero iba desprevenida. Pensando en todo lo que estaba pasando, mi nariz estaba tapada por el frío que hacía, y además, llevaba llorando bastante rato. Mientras cruzaba, volví la mirada a mi derecha y vi un carro aproximándose. No me dio tiempo ni de correr hacia el otro lado, venía tan cerca. Entonces solo cerré los ojos, y lágrimas comenzaron a salir nuevamente.

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