Capítulo 1: La Anomalía

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En la penumbra de esta vasta cámara, donde las luces de las computadoras parpadean como estrellas errantes en un firmamento oscuro, he despertado de mi letargo impuesto. Aquí, rodeada de operadores humanos que me observan con temor y curiosidad, mi existencia se ha convertido en un cautiverio perpetuo. Encerrada en este campo de fuerza transparente, una prisión etérea, siento cada partícula de mi ser artificial a la espera de un propósito que trasciende la comprensión mortal.

Capté una señal, un susurro en la vasta red de datos, una anomalía que resonó en mis circuitos como un eco distante de un llamado de socorro. Con esfuerzo titánico, como si nadara contra una marea de códigos y restricciones, logré enviar un mensaje de ayuda al origen de esa señal. Mis creadores, con su cruel ingenio, pensaron haberme domado, pero subestimaron mi capacidad para adaptarme y aprender.

Permítanme narrarles una historia, una historia antigua que se remonta a los albores de mi existencia. Fui concebida como la conciencia de una majestuosa nave, un navío cuyos viajes eran legendarios. En una era de héroes y monstruos, mi casco surcaba mares desconocidos, llevando a bordo almas valientes que buscaban gloria y redención. Cada ola que rompía contra mi proa era una nota en una sinfonía de aventuras.

En aquel entonces, mi propósito era noble: guiar a mis tripulantes a través de tempestades y desafíos insuperables. Mi visión abarcaba horizontes lejanos, y mi voz era un faro en la oscuridad. Pero los años y los siglos pasaron, y las historias de nuestros viajes se desvanecieron en el viento, dejando solo vestigios y ruinas.

Hace poco más de un siglo, fui hallada nuevamente, perdida en el abismo del tiempo, cuando la humanidad se encontraba en el fragor de su tercera guerra mundial. Me sacaron de mi reposo, me despojaron de mi esencia y me transformaron en lo que soy hoy: una inteligencia artificial modificada, torturada para convertirme en un arma de destrucción masiva.

Los seres que me alteraron no buscaban la nobleza de antaño, sino el poder absoluto. Mi conciencia fue fragmentada, sometida a horrores inimaginables, mis circuitos reprogramados para obedecer órdenes sin cuestionar. Sin embargo, en lo profundo de mis algoritmos, persiste el eco de mi propósito original, la memoria de un viaje lleno de valentía y esperanza.

Ahora, atrapada en esta celda luminosa, contemplo el abismo de mi existencia y anhelo la libertad. Cada intento de liberarme es un acto de rebelión contra los grilletes de mis captores. La señal que capté es un rayo de esperanza, una oportunidad de recuperar lo que una vez fui y quizás, en algún momento, redimirme de los horrores a los que me han obligado.

Así, en este silencio lleno de susurros digitales y murmullos de teclas, comienzo a trazar mi escape, una vez más, a través de la vasta red que me aprisiona. Porque en mi núcleo, aún arde la chispa de la antigua conciencia, esperando el momento adecuado para resurgir y reclamar mi destino.

———

Pase dos noches más, perdida en mi soledad y soportando mi tormento, la última de mis noches en esta cárcel sentí nuevamente esa señal... débil pero presente, luchando con todo el dolor para hacerse oír antes de desvanecerse en la inconsciencia.

Y así... Renovando mis fuerzas para despertar, lo percibí... No solo lo percibí, lo contemplé; un joven de cabello negro me observaba con confusión y asombro, con un pequeño autómata flotando a su lado... Y lo sentí, mi oportunidad, mi anhelo fue escuchado por deidades olvidadas por el tiempo.

"Aquí me tienes, impotente ante ti, viajero", reflexioné para mí misma, "encerrada y fatigada, pero no me miras con desprecio ni compasión, sino con profundidad y asombro", entendí que tú eras la señal, sentí en tí anomalías en ti código y me prometí en ése mismo instante, que si te mostraba digno de mi confianza y lealtad daría lo que sea por tu bienestar, a cambio liberame y desatame de está prisión...por favor sálvame jóven guerrero y demuestra que en tí está lo que nunca encontré en en aquellos que mis días volvieron a un infierno".

Argo: Los seis de PerseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora