Capitulo 6

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La suave brisa de la mañana acariciaba las aguas del lago, creando ondas que brillaban con los primeros rayos del sol. El grupo despertó, saliendo de sus tiendas para saludar al nuevo día. La idea de pasar un día tranquilo junto al lago era tentadora, pero también lo era la posibilidad de explorar más de la región.

—¿Qué tal si hacemos una combinación de ambos? —propuso Martha. —Podemos pasar la mañana aquí y luego dirigirnos a algún lugar nuevo.

La propuesta fue recibida con entusiasmo. Pasaron la mañana pescando, leyendo y simplemente disfrutando de la tranquilidad del lago. Kevin, quien había traído un pequeño kit de pesca, logró atrapar algunos peces, que decidieron cocinar para el almuerzo.

—Nada como el pescado fresco —dijo Kevin, orgulloso de su captura.

—Y nada como comerlo en un lugar como este —añadió Betty, señalando el paisaje que los rodeaba.

Después del almuerzo, empacaron sus cosas y continuaron su viaje. El destino que eligieron fue un pueblo conocido por su arquitectura medieval y sus festivales culturales. Al llegar, se encontraron con las calles adornadas con banderas y guirnaldas, y la música llenaba el aire.

—Parece que hemos llegado justo a tiempo para algún tipo de celebración —dijo Grant, mientras observaban a los artistas callejeros y los puestos de artesanías.

El grupo se sumergió en el ambiente festivo, explorando cada rincón del pueblo. Visitaban tiendas de antigüedades, galerías de arte y disfrutaban de las actuaciones de músicos y bailarines.

—Estos lugares tienen una forma de hacerte sentir como si hubieras retrocedido en el tiempo —comentó Harry, mientras caminaban por una calle empedrada flanqueada por edificios antiguos.

A medida que el día se convertía en noche, el festival alcanzó su punto culminante con un gran banquete en la plaza principal. Largas mesas estaban dispuestas con todo tipo de delicias locales, y el vino fluía libremente.

—A veces me pregunto si alguna vez querré volver a la vida normal después de esto —dijo Martha, mientras todos se sentaban a disfrutar del festín.

—¿Quién dice que tenemos que volver? —respondió Betty con una sonrisa. —Quizás esto es solo el comienzo de algo más grande.

La noche se llenó de risas, bailes y el compartir de historias entre los viajeros y los lugareños. Cuando finalmente se retiraron a su alojamiento, el grupo se sintió agradecido por la hospitalidad y el calor humano que habían experimentado.

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La mañana siguiente, el grupo decidió que era hora de dirigirse hacia la costa. Tenían ganas de sentir la arena bajo sus pies y escuchar el sonido del mar. El viaje fue largo, pero la promesa del océano los mantenía animados.

Al llegar a la costa, encontraron un pequeño pueblo pesquero con un encanto rústico. Las casas de colores brillantes se reflejaban en el agua del puerto, y las gaviotas volaban sobre los barcos que balanceaban suavemente.

—Podríamos alquilar un barco y salir al mar —sugirió Harry, mientras observaban a los pescadores preparar sus redes.

—O podríamos simplemente relajarnos en la playa y ver la puesta de sol —dijo Martha, sintiendo la brisa marina en su rostro.

Optaron por una combinación de ambas actividades. Alquilaron un pequeño bote y pasaron la tarde navegando a lo largo de la costa, maravillándose con la vista del acantilado y el vasto océano que se extendía ante ellos.

Al regresar, se sentaron en la playa, viendo cómo el sol se hundía en el horizonte y teñía el cielo de tonos de fuego y oro.

—Cada día ha sido una aventura —dijo Grant, mientras la oscuridad comenzaba a envolverlos. —Y cada noche, un sueño.

Rutas Del Corazón: Un Viaje Inolvidable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora