Capítulo III

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Simón.

Sí, seguro. ¿A qué hora?

La mañana siguiente llegó, Simón ya estaba despierto, descansando tranquilamente en su sofá. Vacaciones de verano, por lo que la universidad era lo que menos importaba ahora. 

Simón decidió quedarse en casa por esa tarde, viajando por su celular. La fiesta sería por la noche, así que tenía la tarde libre, aunque realmente aburrida en realidad.

No quería salir a caminar, ya que había mucha probabilidad de encontrarse con Leon, o, en el peor de los casos, con Ada, o en un caso aún mucho peor, con ambos.

Las horas pasaban en total aburrimiento y pocas ganas de siquiera moverse. Simón, decidió dormir un poco, pues, para la fiesta de esta noche, no planeaba dormir en toda la noche.

Al despertar, ya era bastante tarde, e iba tarde a la fiesta, pero eso ya no importaba. Se bañó, se cambió y se miró unos minutos al espejo.

—Vaya mierda...— Se dijo a sí mismo en su reflejo, mirando con disgusto su propio reflejo. Piel pálida, cabello negro, largo y desordenado, carajo, ¿cuándo fue la última vez que se peinó? ¿tiene siquiera un peine?

Buscó por unos minutos en su tocador, y, bueno, encontró uno, pero su cabello era tanto desastre que el peine se rompió —Maldita sea— Gruñó en voz baja, tirando el peine al suelo con frustración.

Finalmente, solo alisó un poco su cabello con sus dedos y luego finalmente irse, cerrando con llave la puerta de su casa. Luego de caminar por alrededor de 15 minutos, llegó a la fiesta donde ya todo estaba 'alocado'.

Gente bebiendo y bailando, canciones obscenas y morbosas sonando en los altavoces del antro. Simón, por puro reflejo, hizo una mueca de asco al escuchar la lírica 'asquerosa' que retumbaba en las paredes del lugar.

—Oye, Simón. Quita esa cara de amargado— Dijo Lucía. Una de sus amigas —Mejor ven aquí, hay una amiga a la que me encantaría presentarte. Y, si no te gusta, también tengo un chico para presentarte, chico gay—

Simón suspiró con irritación por el apodo —No me llames así, es despectivo y homofóbico. Además, soy bisexual, rata asquerosa— Dijo con su tono amargado habitual, y su miserable intento de bromear. Lucía rodó los ojos con diversión, suspirando, y lo tomó del brazo, llevándolo con sus demás amigos.

—¡Hola, chicos!— Saludó Lucía con una sonrisa —Les quería presentar a mi amigo. Él se llama Simón. Simón, ella es Sophie, y él es David, mis mejores amigos— Los presentó con una sonrisa de oreja a oreja.

Simón solo hizo un gesto de reconocimiento, al igual que los otros dos chicos. Empezaron a hablar y a conocerse, sonrientes y con alegría, a excepción de Simón, que solo respondía cuando era estrictamente necesario.

Pero con cada momento, y cada una de las cervezas que se iban consumiendo, Simón empezó a soltarse un poco más, y parecía realmente interesado en uno de los dos amigos de Lucía. Mirándole con una sonrisa coqueta y haciendo comentarios coquetos hacia esa persona.

Al final, Lucía se fue, dejándolos a los tres solos. Haciendo que la tensión sexual entre Simón y esa persona fuera realmente grande, y aún más cuando quedaron solos, llegando a incluso besarse.

Lo demás de la noche pasó entre besos y alguna que otra mano traviesa tocando más lejos de los límites para cualquier otra persona. Cuando la noche acabó, intercambiaron números telefónicos, Simón recibiendo una burla por parte de su ligue gracias a su pequeño teléfono un poco antiguo. 

Simón se sonrojó por esta burla. Demonios, estaba muy poco actualizado. Él solo intentó restarle importancia, pero se fue a casa con un solo pensamiento en la cabeza, DEBÍA comprar un celular nuevo.

Al llegar a casa, notó que la puerta estaba sin llave ni seguro, pero él estaba completamente seguro de que había cerrado correctamente la puerta. ¿Su madre habrá vuelto? Pero... se suponía que estaría en otro estado por unas semanas, y apenas se fue hace una semana, así que todavía es muy pronto.

Matías tomó una navaja que siempre lleva consigo por precaución y se adentró en la casa con mucho cuidado. Atento a todos los sonidos, incluso la borrachera se le bajó. Cuando prendió la luz, vio ahí a Leon...

—Leon... ¿qué carajos haces en mi casa y como entraste?— Preguntó Simón, mirándolo con una mezcla de ira y frustración por verlo de nuevo.

—Oh, Simón, cariño...— Sonríe...

















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Un capítulo más corto de lo habitual, pero quería volver. Me despido

Estrellas en mis cicatrices...-SionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora