John Constantine en UNDERTALE

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En el mundo oscuro y melancólico de Undertale, John Constantine se encontraba atrapado en las profundidades del subterráneo. Había sido atraído por una perturbadora fluctuación mágica que emanaba del Monte Ebott. Al caer por el agujero y atravesar la barrera mágica, Constantine se encontró en un mundo lleno de monstruos, atrapados allí por un hechizo antiguo.

Constantine, siempre escéptico pero nunca sorprendido por lo sobrenatural, se adentró en este nuevo reino con su habitual mezcla de cinismo y determinación. La primera criatura que encontró fue Flowey, la malévola flor parlante que intentó manipularlo. Pero Constantine, experto en detectar engaños, no cayó en sus trampas. Con una sonrisa sarcástica y un comentario mordaz, alejó a Flowey y continuó su camino.

Al llegar a las Ruinas, conoció a Toriel, la maternal guardiana del lugar. Toriel, con su naturaleza protectora, intentó mantener a Constantine a salvo de los peligros del subterráneo. Sin embargo, John, sabiendo que debía avanzar para encontrar el origen de la perturbación mágica, se despidió de ella, prometiendo ser cuidadoso.

A medida que se adentraba más en el subterráneo, Constantine encontró a Papyrus y Sans, los esqueléticos hermanos que custodiaban Snowdin. Papyrus, con su entusiasmo ingenuo, intentó capturarlo con sus trampas y puzzles, pero Constantine los superó fácilmente, usando tanto su astucia como su magia. Sans, por otro lado, observaba en silencio, intrigado por la presencia de un humano tan inusual.

En el peligroso Waterfall, Constantine se encontró con Undyne, la feroz guerrera que protegía a los monstruos. En un enfrentamiento tenso, Constantine usó su ingenio y magia para demostrar que no era una amenaza, y finalmente ganó el respeto de Undyne, quien reconoció la determinación en sus ojos.

Finalmente, Constantine llegó a Hotland, donde se encontraba Alphys, la científica del subterráneo. Alphys le explicó sobre la barrera mágica y los experimentos fallidos con Determinación. John se dio cuenta de que la perturbación mágica estaba relacionada con estos experimentos y decidió ayudar a Alphys a resolver el problema.

Juntos, se adentraron en el Laboratorio y enfrentaron a Mettaton, el robot estrella que protegía el lugar. Constantine, usando su magia y sarcasmo, logró desactivar a Mettaton y llegar al núcleo del problema: una fuente de energía mágica descontrolada.

Utilizando sus conocimientos arcanos, Constantine estabilizó la energía y eliminó la perturbación, restaurando la paz en el subterráneo. Los monstruos, agradecidos, lo vieron como un salvador, aunque Constantine, con su habitual modestia cínica, se limitó a encogerse de hombros.

Con la perturbación resuelta y los monstruos libres de peligro, Constantine se preparó para salir del subterráneo. Antes de irse, se encontró una vez más con Flowey, quien intentó una vez más manipularlo. Constantine, sin embargo, estaba preparado. Con un hechizo final, selló a Flowey, asegurándose de que no pudiera causar más daño.

Al salir del Monte Ebott, Constantine sintió una extraña satisfacción. Había salvado un mundo diferente, pero igualmente lleno de almas necesitadas. Y aunque su destino siempre lo llevaría a enfrentar nuevas amenazas, sabía que, al menos por un tiempo, había hecho una diferencia.

Con un último vistazo al Monte Ebott, Constantine encendió un cigarrillo y se alejó, listo para su próxima batalla contra las fuerzas del mal.

John Constantine en...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora