La rueda gira para todos

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-¡Eres solo un niño!- exclamó Corazón a la vez que se frotaba las sienes, todo este asunto se estaba descontrolando, Law se le estaba llendo de las manos. Desde el principio supo que tenía que protegerlo de su desquiciado hermano pero el chico no cooperaba y ahora no había marcha atrás.

El menor rodo los ojos y se puso a la defensiva –Ya soy un adulto- se defendió -Tengo 15 casi pisando los 16 cerquita de los 17 prácticamente puedo decir que tengo 18.- y corazón gruñó a la vez que encendía el cigarrillo en sus labios.

Law estaba muy bien dotado a pesar de la edad que tenía; era alto, guapo, inteligente y fornido. Cualquiera que lo viera no dudaría de la veracidad de sus palabras sí Law se presentaba con aquella edad exagerada.

Corazón no sabía cómo tratar con el chico se había vuelto arrogante y malhumorado, toda aquella señal del niño angelical que una vez conoció había desaparecido, en su mirada solo había odio y resentimiento. 

Law se había perdido en el camino gracias a la mala influencia de Doffy y ahora Corazón tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para inculcarle valores. Tenía que actuar y rápido, antes que Doffy siguiera manipulando al pobre muchacho.

Doffy lo había entrenado para que Law creciera como su mano derecha, el siguiente líder de la familia Donquixote, había plantado aquella semilla de maldad muy dentro de Law, tanto que podía atreverse a decir que ahora tenian los mismo ideales, los mismos sueños, y la misma sed de venganza y avaricia.

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–¡Maldición!- exclamó Law una vez regresó a su habitación. La conversación con Corazón no había terminado del todo bien y ahora estaba castigado, pero claro, no por mucho. Doffy de encargaría de regresarlo a dónde pertenecía, a la acción. 

Law nunca había sido un chico obediente y menos con alguien tan aburrido e incompetente como Corazón, él no tenía por que seguir sus absurdas órdenes. 

Una chispa iluminó su mirada y sonrió al momento que saltó por la ventana, él iba a divertirse. En un silencioso "Room", Law abandonó la guarida de los Donquixote.

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Law no era precisamente tolerante al alcohol pero ¿Qué importaba? Había venido a divertirse. Era consiente que no tenía edad para beber pero ¿Quién lo detendría? Trafalgar tenia poder y aparentaba la edad para darse aquel lujo. Volvería luego de 2 o 3 tragos, pues no deseaba tener que escuchar el sermón de Corazón con resaca.

Law caminó por varios callejones en busca de su bar favorito y vaya sorpresa la que se llevó. No estaba muy concurrido y eso fue lo que le gustó además justo en el centro de la barra notó a un híbrido de gato, lo supo por la forma de las orejas y la cola. Era un gato callejero.

Al entrar escucho murmullos hoscos dirigidos al felino, malas y agrias miradas le atravesaban pero al parecer a este último no le importo y lo supo por el agradable movimiento de su cola. Law tomó asiento a su lado a la vez que pedía un whisky.

-¿Estás perdido gatito? Le preguntó a lo que el menor le respondió con un suave "No" y siguió comiendo con entusiasmo. -Mmmm- fue lo único que pudo formular. Law pensó que por la apariencia del menor tenían la misma edad.

-¿Dónde está tu dueño?- preguntó al ver que no había ningún collar sobre su cuello.–No tengo- respondió con simpleza al momento que se disponia a lamer el plato y aquella delgada pero afilada y obscena lengua llamó la atención de Law. 

Law pensó que el chiquillo era o muy valiente o muy estúpido para salir de esa manera, los híbridos estaban prohibidos. La sociedad los repudiaba y los trataba como esclavos, después de todo eran considerados seres inferiores. Doffy se encargaba de cazarlos y venderlos, pagaban muy bien por ellos. Una vez se entregaban a sus dueños serían leales de por vida, podías hacer lo que quisieras con ellos y jamás se quejarían. 

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora