La maldad vuelve al remitente

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Law no se quejó incluso cuando sintió el puñetazo en su mejilla. El golpe había sido tan duro que sino hubiera apretado los dientes le hubiera deslocado la quijada. Ahora estaba tirado en el suelo saboreando su propia sangre.

Estaba en shock. No sabía cómo reaccionar ni que decir, sus alarmas se prendieron y quiso escapar, correr, huir, alejarse pero sus piernas no le respondían, las malditas le habían traicionado.

-¡TÚÚÚ- bramó el felino con una mirada altamente peligrosa, sus colmillos sobresalieron y su cola se erizo mostrando su furia. -Espe....- sus palabras fueron cortadas cuando el gato se le abalanzó.

Law jadeó cuando el aire se le escapó de sus pulmones, jadeó cuando el felino lo tomo de sus cabellos y estrelló su rostro contra el suelo. -¡Espera!- logro articular y su cuerpo reaccionó por un momento. Forcejeó tratando de liberarse de su atacante pero toda valentía se esfumó cuando las pupilas del contrario se tornaron rojas y su cabello cambio a tonos platinados. -Mierda- exclamó al ser consiente de la situación.

Los pensamientos de Law estaban todos hechos un lío, una parte de él encontraba absurda la situación, es decir, la ciudad era tan grande ¿Cómo pudieron coincidir?, otra pensaba que tenía que defenderse, disculparse con el felino pero sabía que nunca tendría la oportunidad para hacerlo, así mismo estaba asustado y asombrado por lo que veía.

Hace tiempo había leído la fantástica historia del Dios gato Nika, un cuento infantil más que nada que se le inculca a los niños para que aprendieran a valorar y apreciar a los híbridos, para que los tratarán con respeto y a su vez aprender de las tradiciones.

Había visto varios dibujos de como la sociedad creía que era el Dios gato Nika pero nunca había prestado tanta atención ya que para Law solo eran cuentos tontos, leyendas absurdas que justificaban la presencia de híbridos y los incitaban a continuar con las tradiciones.

Y sin embargo, ahí estaba, justo frente a él, lo que él siempre creyó que no existía. La leyenda viva y en persona, el Dios gato Nika.

Law estaba jodido. Entre todos los híbridos de gato ¿Tenía que hacer enfurecer a un mismísimo Dios? Tenía que ser una maldita broma ¿Cómo podía apaciguar su ira? Law estaba jodido. Había cavado su propia tumba.

-¿Co-como? ¿Tú? ¿Ex-existes?- tartamudeo y felino le sonrió con descaro -Te lo dije. No me defendí para mantener el secreto pero aquí no hay más ojos- amenazó. -¡No! ¡Espera!- Law se arrastró a sus pies dispuesto a ganar su perdón pero el chico frente a él lucía desinteresado como si sus palabras no valieran ser escuchadas y su persona no fuera más que escoria.

El felino lo levantó del suelo de un tirón sosteniendolo por el cuello, Law tuvo que contener el aliento. La mirada del contrario era penetrante y peligrosa, eso lo asustó -Corre- le ordenó y Law corrió.

A Law le hubiera gustado decir que corrió tan rápido que lo perdió de vista, que incluso se subió a su auto y condujo directo a casa pero no fue así, fue todo lo contrario ¿Cómo escapas de la ira de un dios? ¿Ellos tienen un punto ciego? Se cuestionó cuando se impacto contra el tronco de un árbol. El felino lo había alcanzado y lo había empujando con bastante fuerza.

Soltó un sonido de dolor y miró hacia atrás. El felino se veía más enojado que hace ratos -Me humillaste- dijo con rabia sin desviar la vista de Law. -Yo... Lo-siento- se atragantó Law. No era una exageración decir que sonó como un sollozo. Quiso continuar disculpándose pero un golpe en la boca de su estómago le robó el aliento por segunda vez, seguido de una patada en el mismo lugar. Law sabía que lo merecía pero no quería morir.

Tirado en el suelo Law revivió aquel momento dónde tenía acorralado al felino, como le escucho llorar y suplicar que se detuviera y que lo dejara en paz. Pero nunca se detuvo y al contrario continúo con aquellas vergonzosas acciones. Continúo hasta que dejó de escucharle rogar y simplemente aceptaba todo lo que Law tenía que dar.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora