capitulo 3

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Capítulo 3:alma vengativa 

La oscuridad de la noche era apenas rota por la luz pálida de la luna, que se filtraba entre las nubes, iluminando tenuemente el exterior de mi tienda. Al salir, el viento frío me golpeó el rostro, arrastrando consigo el aroma metálico de la sangre. Frente a mí, la Espada del Espantapájaros estaba clavada en una de las paredes de la tienda, mientras que el resto de mis espadas estaban dispuestas de manera caótica alrededor de un charco de sangre fresca. Mi sangre. Pero algo faltaba... mi cadáver no estaba.

Fruncí el ceño. Algo no andaba bien, pero no tenía tiempo para analizarlo. Recuperé mis espadas, el frío acero en mis manos parecía compartir la incertidumbre que atravesaba mi mente. Al observar con más atención, noté un rastro de sangre que serpenteaba en la dirección de una colina cercana. Sin dudarlo, seguí el rastro, cada paso era una mezcla de calma tensa y furia contenida.

Cuando llegué a la cima, lo vi. Peta, tirado en el suelo, apenas consciente, su cuerpo estampado en la tierra como si hubiera sido brutalmente derribado. Estaba a punto de perder el conocimiento, pero su mera presencia desató un aura asesina a mi alrededor, algo primitivo y oscuro se agitaba en mi interior.

—Tú... —murmuré con una voz tan baja como el susurro del viento.

Desenvainé la Muramasa, el filo de la espada brillando tenuemente bajo la luz de la luna. Un corte rápido, y el brazo derecho de Peta cayó al suelo, acompañado por un grito que apenas alcanzó a salir de su garganta. Otro corte, y su brazo izquierdo siguió el mismo destino. Su cuerpo se convulsionaba levemente, pero no me detuve. Con precisión despiadada, separé sus piernas de su torso. Y con un último y brutal espadazo, lo partí a la mitad.

Me quedé de pie, observando lo que había hecho, sintiendo cómo el aire se volvía más pesado a mi alrededor. No había placer en lo que acababa de hacer. Solo vacío.

Por un instante, sentí la muerte tan cerca que me estremecí. La sensación de cortar la vida de alguien, de cercenar su existencia en pedazos... una parte de mí cambió en ese momento, aunque no lo podía comprender del todo. Era como si cada herida infligida también dejara una cicatriz en mí. Sentí que, aunque fuera de manera leve, había algo diferente en mi interior. Algo más oscuro.

El viento soplaba suavemente en la cima de la colina, llevando consigo el olor de la sangre y la muerte. Aún sostenía la Muramasa, su filo cubierto con el líquido oscuro que fluía de los restos de Peta. Mi mente estaba sumida en el silencio, en esa extraña calma que precede a la tormenta interior. Fue en ese momento que un sonido familiar, casi mecánico, resonó en mi cabeza.

Ding.
Nueva misión: Exorcisa a los lobos shikigami. Recompensa: 400 puntos.

Ding.
Nueva misión: Exorcisa a la rana shikigami. Recompensa: 600 puntos.

Cada vez que el sistema se activaba, sentía una desconexión momentánea con el mundo real, como si mi mente fuera arrastrada a una interfaz invisible. Pero luego, otra notificación apareció.

Ding.
Misión completada: Exorcisa a los lobos shikigami. Recompensa: 400 puntos.

Ding.
Misión completada: Exorcisa a la rana shikigami. Recompensa: 600 puntos.

No pasó mucho tiempo antes de que un último mensaje se manifestara, este más escalofriante y brutal que los anteriores:

Ding.
Nueva misión: Asesina al ladrón. Objetivo: Asesina a Peta 0/1. Recompensa: 1000 puntos.

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