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𝘊𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘪𝘯𝘤𝘰 ____________ ¿𝙎𝙚𝙢𝙞𝙙𝙞𝙤́𝙨?
Alec rio con ironía. Suspiré, no será sencillo hacer que me crean.
–¿Un semidiós? –preguntó con burla. Alec me miro enojado—. Crees que estamos bromeando, niño.
–No estoy bromeando, y no soy un niño –repliqué–. En unos meses cumplo veinte años –murmure.
En el campamento mestizo soy uno de los semidioses mayores, pero fuera de este siempre me llaman niño. Irónico, ¿no?
Alec me miro cada vez más irritado.
–¿Crees que eso me importa? Posiblemente mi parabatai esta en peligro, ¿y tu crees que lo que me importa es tu edad? –finaliza alzando la voz. Magnus se le acerca y le coloca una mano en el hombro. La mirada enojada de Alec ahora se dirige hacia Magnus, y en cuanto lo ve esta se suaviza. Pero no dura mucho pues Alec quita su hombro molesto y ahora me da una mirada aún más dura que antes. Y sin decir más, se marcha.
–¡Hermano mayor! –grita la morocha yendo detrás de Alec.
Con que es su hermana... Parece que lo guapo viene de familia.
–Yo también me voy –le dijo la pelirroja a Magnus–. Iré a ver como esta Jace.
Me miró mal una última vez y se fue. Me abstuve a decirle algo, pues se que eso no me ayudaría mucho.
–Chico, ¿podrías colaborar? –dijo Magnus con la mirada igual de neutral que antes–. No somos peligrosos y algo me dice que tú tampoco lo eres.
Suspiro.
–Magnus, estoy colaborando –lo miro, ansioso–. Estoy diciendo la verdad.
Magnus me mira dudoso, y en lugar de decir algo sale de la habitación.
Cansado de todo esto, vuelvo a donde estaba acostado antes.
Después de unos minutos, mi TDHA empezó a jugarme una mala pasada.
Y ahora me sentía como un maldito león enjaulado.
Sin más remedio, deje escapar un poco de mi sueño. Lo mejor en estos momentos será no liberarlo por completo, pues a pesar de todo, necesito estar alerta.
Después de segundos, caí dormido.
•••
–Despierta, niño –escuche una voz varonil acompañada de golpes en un cristal.
