Últimamente el concubino ciego ha estado muy confundido.
Al comer, de repente descubre que el tazón que tiene en las manos no se siente
burdo al tacto sino fino y delicado.
—Ah, Xiao Bao, ¿tenemos tazones nuevos?
Xiao Bao lo niega a toda prisa, —no, por supuesto que no.
El concubino arruga el entrecejo sin convicción, rozando con sus dedos por encima del
borde del tazón y grita como si hubiera descubierto algo interesante, —¡ah!
Xiao Bao se lleva un tremendo susto, —¿qué? ¿Qué es?
—El tazón que uso tiene una rajadura, ¡pero este no tiene ninguna!
—Tal vez el amo lo recuerda mal —dice Xiao Bao después de una pausa, su voz
carece de seguridad.
—¿Cómo puedo recordarlo mal? —grita el concubino—, el año pasado, me corté el
labio cuando estaba bebiendo la sopa y hasta me regañaste por ello.
Incómodamente Xiao Bao desvía la mirada.
—Es verdad...
El concubino ciego continua rozando el borde de tazón con sus dedos como si el
tocarlo más hiciera que la rajadura apareciera de la nada.
En la desesperación, Xiao Bao dice, —los cocineros de la cocina imperial me dieron
algo de fruta, dejando que este humilde servidor las trajera para su señoría.
El concubino asiente y coloca su tazón, enderezando la espalda a la espera.
Xiao Bao pone las frutas en la mesa, les quita la cáscara, y las coloca en las manos
del concubino ciego.
Después de una mordida, el concubino dice, —¡está dulce!
Xiao Bao repite como loro su acuerdo, —hmm.
El concubino muerde nuevamente, diciendo, —esta es la fruta más dulce que he
probado.
En su corazón, Xiao Bao piensa, ¿cómo no puede ser dulce si fue dada por el
emperador?
Inclinando la cabeza, le quita la piel a una uva y se la pasa al concubino.
Coloca la uva en su boca y exclama, —¡está muy jugosa!
Xiao Bao sonríe, —¿lo está?
El concubino se traga la uva y mira sin comprender durante unos segundos, —Xiao
Bao, no hemos tenido uvas desde hace mucho, ¿no es así?
—Recibí algunas uvas para nosotros el año pasado durante los meses más calurosos
del verano —piensa Xiao Bao.
El cocubino sacude la cabeza.
—Esas uvas eran pequeñas y ácidas, y la mayoría estaban podridas. Le diste una
mordida y la escupiste rápidamente y después ni me dejaste probarlas. Entonces
maldijiste al administrador de la distribución de productos.
Xiao Bao puso los ojos en blanco. Esos bastardos condescendientes se lo merecían.
El concubino dice, —prueba unas también. Están muy buenas.
Xiao Bao dice, —es suficiente que a su señoría le gusten. A Xiao Bao no le gustan las
uvas.
Bajando la cabeza, corta los mangos pelados en trozos, colocándolos en un tazón
pequeño, y los empuja hacia el concubino.
El concubino no se mueve.
—Entonces, ¿qué le gusta comer a Xiao Bao?
—A este humilde servidor no le gusta nada en particular.
—¿Cómo puede ser? —dice el concubino ciego—. Debe haber algo que te guste, dime.
—... No lo hay.
Persistente en su interrogatorio, dice, —si es un secreto, me lo puedes contar. No le
diré a nadie.
Xiao Bao frunce los labios y deja de hablar.
Después de un rato, débilmente dice, —... las mandarinas.
—Oh, mandarinas.
Sintiéndose un poco avergonzado, Xiao Bao agacha la cabeza, —sí...
Cerca de la puerta se escucha un maullido gatuno. El concubino dice felizmente, —Yu
Li está de regreso.
Yu Li velozmente corre hacia la mesa, va derechito a los pies del concubino. Sacude la
cola. Su estómago se queja.
El concubino acaricia el cuerpo suave del gato. Una sonrisa aparece en su rostro,
—¿quieres unas uvas?
Yu Li maúlla.
—Yu Li también quiere comer uvas —sonríe el concubino.
Xiao Bao dice, —los gatos no deben comer fruta con el estómago vacío o tendrán
diarrea. Conseguiré algo de comida para gato para que Yu Li la coma con la fruta.
—Tienes razón, Xiao Bao —dice el concubino.
Alza a Yu Li por sus axilas y roza su nariz con la nariz suave y rosada del gato,
—comamos las uvas después de comer tu comida para gato.
Yu Li maúlla de nuevo.
Tomando el maullido de Yu Li como respuesta, el concubino dice, —Yu Li es un buen
gato.
Mientras Xiao Bao los observa, de repente le entran ganas de reírse.
En particular de este concubino ciego.
Sacudiendo la cabeza, va en busca de la comida para gato.
Una brisa fría sopla suavemente en una noche veraniega. La luz brillante de la luna se
esparce por el pequeño patio.
El concubino se sienta en el suave diván, abrazando a Yu Li y alimentándolo con uvas
de a una por vez.
—Ahora ya no tengo que preocuparme por pincharme las manos con las parras de la
silla de ratán —dice el concubino—, con este nuevo diván.
Xiao Bao inclina la cabeza para ver el cielo nocturno, —sí.
Una luna brillante adornaba el cielo salpicado de estrellas.
—Es hermoso —fue lo único que pudo decir.
—¿Lo es? —pregunta el concubino.
La cabeza de Xiao Bao sigue alzada mientras responde, —hmm. La luna está enorme
y redonda. Es muy hermosa.
El concubino se acuesta con Yu Li y le acaricia la cabeza.
—Yu Li, mira. ¿Es verdad que es tan hermosa como dice Xiao Bao?
Yu Li chilla débilmente.
El concubino se siente un poco feliz.
El viento nocturno se vuelve más fuerte.
Las estrellas se reflejan en las pupilas redondas y penetrantes de Yu Li como si el
viento se hubiera llevado todas las estrellas de su pedestal en el cielo nocturno a sus
ojos.
El concubino descansa bajo el brillo plateado de la luz de la luna, su rostro como
porcelana fina, pero sus ojos son de un gris sin brillo, apagados.
—Ve por mí con tus ojos, Yu Li.
La brisa esparce sus palabras en la noche así que no es seguro que Yu Li escuchara.
El pasto en el palacio frío susurra. Las flores y las hojas en el piso se entrelazan y
proyectan una maraña de sombras. De repente el concubino dice, —si sólo pudiera
ser así por siempre.
Xiao Bao dice, —¿cómo ahora?
El concubino responde, —tú, yo y Yu Li. Si pudiéramos estar siempre juntos, si
pudiéramos oler las flores, escuchar las aves y los insectos, disfrutar del sol durante
el día, sentarnos bajo las estrellas en la noche, hablar de cualquier cosa, y estar así
por mucho, mucho tiempo en el futuro, estar juntos... eso sería agradable.
Xiao Bao dice, —de acuerdo.
—¿Qué? —dice el concubino—. ¿Estás de acuerdo?
Xiao Bao se encoge de hombros.
¿Cómo puedo negarme?
El concubino acaricia la bola suave en sus brazos, —¿qué hay de ti, Yu Li?
Yu Li maúlla y da un cabezazo en el cuello del concubino.
El concubino ciego sonríe alegremente.
Cuando llega la hora de irse a dormir, el concubino se mete en la cama y Xiao Bao lo
arropa.
En el momento en el que el concubino se recuesta, brinca por la sorpresa, —¡ah!
—¿Qué pasa, amo? —pregunta Xiao Bao.
El concubino dice, —¿tenemos sábanas nuevas, almohadas y mantas, también?
Xiao Bao palmea su pecho para calmar su corazón acelerado.
Sacude su cabeza en negación, —no.
El concubino pregunta poco convencido, —¿no?
La expresión de Xiao Bao no cambia, —no.
El concubino susurra, —¿no?
Xiao Bao cruza los brazos y alza la ceja, —¿va su señoría a dormir o no?
El concubino se apacigua rápidamente, —sí, estoy durmiendo.
No quiere molestar a Xiao Bao.
Finalmente, se arrastra bajo las cobijas y se va a dormir como dijo.
Pero la sábana de abajo es demasiado cómoda para creer, la manta es muy suave y
sedosa como tejida con las más finas sedas.
Incluso cuando Xiao Bao se había ido hacia un buen rato, la mano delgada y pálida
del concubino seguía acariciando la tela, susurrando en bajito para él.
.
.
.
Al amanecer, hay un silencio sepulcral en el patio.
El concubino ya se ha despertado y yace en la cama, con los ojos bien abiertos.
Por lo general, a esta hora, Xiao Bao ya está despierto y acarrea agua desde el pozo,
lavando la ropa, y alimentando a Yu Li. Si Yu Li se pone quisquilloso, iría tres él y
estiraría la cola.
Pero hoy, no hay nada de eso.
El concubino está desconcertado.
Busca a tientas su ropa en la cómoda, se la pone, y sale de la casa principal al
pequeño patio.
—Xiao Bao, Yu Li —llama como siempre lo ha hecho.
Escucha responder a Xiao Bao después de un largo momento, —amo.
El concubino dice, —oh, Xiao Bao, aquí estás. Pensé que te habías ido.
Después de otro largo momento, seguía sin tener una respuesta.
El concubino dice, —¿qué sucede?
—Su señoría, tenemos... un invitado.
El concubino está asustado.
—¿Un invitado? ¿Quién es?
—El guardia, de la vez pasada.
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El concubino ciego [BL]
FantasyUn concubino ciego vive en el palacio frío. Y tiene con él un gato blanco como la nieve. Día tras día, año con año, vive tranquilamente en el patio del palacio frío. Como si ya hubiese sido olvidado por todo el palacio imperial. Hasta que un día...