9

3 0 0
                                    

Cuando el emperador regresó al estudio imperial, ya estaba entrando la tarde.
Desde hacia un rato, alguien le estaba esperando dentro del estudio.
En el momento en el que el emperador se sentó en el sillón, preguntó, —en lo que
respecta al asunto que pedí investigar, ¿cuál es el resultado?
—Obedezco, Su Majestad. Su súbdito ha llevado el retrato del concubino ciego al
restaurante El pabellón de bambú para hacer una averiguación discreta. El gerente
del lugar afirmó reconocer la apariencia del concubino ciego. También habló sobre la
forma en la que vestía en aquella época, sus modales y cómo se comportaba, no eran
más que las de un niño común y corriente. Desgraciadamente, no nos pudo decir a
ciencia cierta a que familia pertenecía el joven amo.
El emperador habló suavemente entre dientes.
—¿Desde cuándo no ha visitado El pabellón de bambú?
—Obedezco, Su Majestad. El gerente dijo que han pasado aproximadamente siete
años desde que viera al concubino ciego.
El emperador cerró los ojos, sacudiendo la mano. La persona hizo una reverencia y se
retiró.
"—¿O sea que desde hace cinco años no puedes ver?
—Me parece que fue antes, alrededor de unos siete años".
"El gerente dijo que han pasado aproximadamente siete años desde que viera al
concubino ciego".
Hace siete años, hace siete años...
Los pensamientos del emperador se arremolinaban en su cabeza, entonces, abrió los
ojos.
El concubino ciego entró al palacio hace siete años. Y en menos de un año, sus ojos
se cegaron.
Al principio, para una persona que ha sido desterrada al palacio frío, nadie se
preocuparía o le tomaría interés. Sin embargo, no se pudo haber quedado ciego por
nada. Sus ojos se cegaron antes de que entrara al palacio frío.
La neblina enorme y confusa se va dispersando poco a poco. Cada pequeña cosa se
va haciendo evidente.
Hace siete años, este joven entró al palacio. No mucho después de que lo hiciera, de
algún modo el par de ojos dejaron de ver. Lo que propició que lo desterraran al
palacio frío.
No obstante, ¿qué había ocurrido para ser la causa de ello? ¿Por qué se quedó ciego?
Y aun más raro fue lo que el concubino dijo, que le había conocido de antes. Pero
porqué, en lo que atañe al joven ciego, no tiene la más mínima idea de él.
Hace siete años, qué era lo que había pasado exactamente...
Hace siete años...
—¡Hermano!
Se podía escuchar claramente la voz de un niño desde la entrada.
Una pequeña figura redonda y rechoncha se abalanzó. Caminando directo al asiento
imperial. Extendió sus manos en un abrazo.
El emperador aún impasible, alzó la ceja y preguntó, —¿el día de hoy fuiste con el
Gran Maestro para tus lecciones?
El niño enderezó la cintura y la espalda, y contestó con una voz clara y concisa, —así
fue.
Su voz seguía siendo la misma que la de un niño.
El emperador abrió sus dos brazos y cogió al niño en un abrazo, colocándolo en su
regazo.
Aquel niño se colgó del frente de las vestiduras imperiales. Haciendo que las sedas y
satines de amarillo brillante se deslizaran, enrollándose entre arrugas onduladas.
—Últimamente el hermano mayor no ha estado en el estudio imperial. Justo después
de la audiencia ni un alma se puede ver. ¿No estás yendo a algo así como a un lugar
divertido para jugar?
El emperador rio, diciendo, —tú sólo piensas en jugar.
El chiquillo enfurruñado hizo un mohín. Y como un niño consentido, dijo, —¿a dónde
vas, hermano? ¡Rui Ze también quiere ir!
—¿A dónde más puedo ir? Todo lo que hago es dar un paseo dentro del palacio.
—Hermano miente —puso una expresión de incredulidad, haciendo un alboroto al
mismo tiempo que gritaba—. Debe haber estado en un lugar divertido para jugar. Rui
Ze también quiere ir. ¡Hermano mayor debe llevar a Rui Ze a aquel lugar!
El emperador tocó suavemente su nariz, —todavía hay tiempo para regresar y recitar
la lección. Mañana, solo entonces y después de recibir unos cuantos golpes por el
Gran Maestro, te portarás bien.
El hombrecillo hizo un mohín hasta el grado de que se podía colgar una tetera. Sus
ojos negros y brillantes se movían de un lado al otro en una rotación sin orden. Se
bajó de la rodilla del emperador y dando palmadas en su ropa, dijo, —si no me
quieres decir simplemente dilo. Al final lo averiguaré.
Dando un resoplido, enderezó su pecho y se alejó con las manos entrelazadas en su
espalda.
El concubino ciego estaba sentado en el pequeño patio del palacio frío. La luna había
llegado a lo más alto desde hacía un rato.
La temperatura del aire se iba calentando poco a poco. La suave brisa nocturna
también se había vuelto en oleadas muy ligeras.
Xiao Bao puso la sandía a remojo en agua fría dentro de un cuenco de madera,
colgándolo bajo el alero.
El concubino dijo, —no trabajes tanto, ven, toma asiento.
Xiao Bao asintió, cogió un banco y se sentó al lado del concubino.
El concubino lentamente agitando el abanico, masculló, —parece que ya salieron los
mosquitos.
Xiao Bao puso oídos atentos, —¿en serio?
—Ajá, los escucho.
Xiao Bao dijo, —mañana iré a buscar algo de ajenjo para quemarlo.
El concubino asintió con la cabeza, —hazlo con cuidado, la vegetación del palacio frío
es espesa. Abundan las serpientes y los insectos.
Xiao Bao respondió, —sí.
Por dentro se dijo, "Su Majestad ya ha ordenado a algunas personas que lo podaran".
El concubino le dijo, —usa el armazón que está dentro de mi habitación, ese de
cerámica, el que tiene forma de conejo. Sería divertido.
Xiao Bao asintió, —así que el amo aún tiene ese tipo de incensario.
Trató de explicarse, —¿qué clase de armazón utilizará el emperador?
El concubino acaricia con delicadeza la espalda suave y flexible de Yu Li.
—El emperador... utiliza una caldera esmaltada afiligranada para aromaterapia, con
forma de tres dragones. El motivo decorativo es elegante, extremadamente refinado
con su propia esencia que le dignifica.
—Así que así es —Xiao Bao asintió como si de pronto hubiera abierto los ojos.
Al día siguiente, antes del mediodía, el emperador llegó al pequeño patio del
concubino.
Este preguntó con un tono de curiosidad, —¿por qué tan temprano hoy?
El emperador dijo, —tengo muchas cosas que hacer. Aproveché mi receso para venir
a traerte algo. Me iré enseguida.
El concubino preguntó, —¿qué es?
Yu Li en cuatro patas había estado maullando, sus orejas se movieron al escuchar.
Por detrás de su espalda, el emperador sacó algo parecido a un objeto de uso diario
hecho de papel y lo colocó en la mano del concubino.
Apenas tocándolo, el concubino se dio cuenta de inmediato de lo que era. No pudo
evitar reírse.
—Es un cometa.
El emperador le dijo, —ajá, tiene el dibujo de una peonía.
El concubino contestó, —gracias...
Le advirtió, —ten cuidado cuando lo vueles, no te vayas a caer.
El concubino asintió y entonces el emperador se fue.
No mucho tiempo después, en la pequeña puerta del patio, apareció una cabecita
nerviosa, suave y sedosa.
La cabecita miraba de un lado a otro, casi como un perro pequinés lleno de energía.
Después de andar paseando un rato y sin prisa alguna en la puerta, finalmente con
cautela y cuidado, y siendo reverente, puso un pie dentro de la puerta.
Dudando por un buen tiempo, al final otro de sus pies dio un paso dentro.
El concubino no podía ver, como tampoco podía escuchar aquellos pasos tan ligeros.
Xiao Bao por casualidad alcanzó a verlo, incapaz de contener su: ¿¡eh!?; exclamó,
—¿quién es ese niño?
El niñito se asustó al escuchar la voz, dándose la vuelta para echarse a correr.
Pero se paró en seco, concentrándose en mirar fijamente la punta de sus pies. Su
rostro estaba ligeramente sonrojado.
El concubino reprendió a Xiao Bao, —no debes asustar a los hijos de los demás.
Se acercó al niño, y se sentó en cuclillas para preguntar con cortesía, —¿hijo de quién
eres?
El niño se quedó en silencio mientras su cara se ponía roja. Sus manos jalaban con
nerviosismo el dobladillo de su ropa.
El concubino ciego volteó la cabeza hacia donde estaba parado Xiao Bao y dijo,
—¿ves?, lo asustaste.
Xiao Bao le lanzó una mirada.
—Es evidente que no está para nada asustado.
El concubino acarició suavemente su cabecita esponjosa, y preguntó con dulzura,
—¿cómo es que llegaste aquí?
—Se... seguí a mi hermano cuando venía...
El concubino lanzó un "ah", —¿el hombre que acaba de estar aquí es tu hermano
mayor?
—¡Sí! —el niño asintió con entusiasmo—. Quería que mi hermano me trajera aquí
para jugar pero no estuvo de acuerdo. Así que lo seguí en secreto...
—Ya veo... —dijo el concubino—. Entonces, permíteme que te acompañe a jugar.
El niño alzó la cabeza como resorte, —¿de verdad?
—¡Por supuesto!
—¡Genial! —dijo saltando de alegría. El cabello suave de su frente se balanceaba por
el movimiento—. ¡Las personas en el palacio no están dispuestas a jugar conmigo!
Esta vez, fue el turno de Xiao Bao para estar sorprendido.
—¿Eres un niño tan desdichado como para que no puedas divertirte?
El chiquillo rezongó, miró al suelo y bajó la cabeza.
—Quiero subir a los árboles, y todas las criadas del palacio se arrodillan y me ruegan
que no me trepe. Solo quiero jugar con ellos al juego donde caes y tropiezas «lucha».
Al final, todos y cada uno de ellos es como una pila de troncos, inmóvil e indiferente.
Gritó hasta que me duele la garganta y me queda la voz ronca, y aun así no hay
nadie que venga y se me abalancé...
Xiao Bao pensó, "quien te manda a tener a un emperador como hermano. No me
atrevería aunque cambiaras conmigo".
El concubino ciego tuvo una leve urgencia de reír; jaló la mano del niño.
—La próxima vez, si es que quieres jugar, ven y hállame aquí, yo jugaré contigo.
—Sí —el niño asintió con la cabeza varias veces.
Elevó su pecho y aseguró, —de ahora en adelante, no importa quien se atreva a
intimidarte, simplemente dímelo. ¡Yo te protegeré!
El concubino entrecerró los ojos al sonreír, —de acuerdo.
Después añadió, —todavía no me lo has dicho, ¿cómo te llamas?
El niño posó sus manos en la cintura, enderezó la espalda e infló su pecho, y con una
voz clara y fuerte contestó, —¡me llamo Rui Ze y soy un príncipe!
El concubino con una sonrisa por la gracia, se arrodilló frente a él. Suave y
gentilmente dijo, —Saludos, pequeño príncipe.
El principito siguió las pautas normales, —levántate.
Xiao Bao se dijo, "¡Dios Santo! Es exactamente al original".
El concubino agarró el cometa que le había dado el emperador y le dijo a Rui Ze,
—salgamos y volemos este cometa.
De inmediato el principito dijo que sí. Con la agitación de una ráfaga, salió corriendo.
Cuando estaba a la mitad de la alimentación de las aves, Xiao Bao estiró su cabeza
afanosamente y les llamó, —¡con cuidado!
Fastidiado, Xiao Bao dio un pisotón.
chocar con esa bola de arroz, se haga daño!
El concubino rio con diversión, —ya sé.
Tenía en su rostro una sonrisa radiante, —es un príncipe de verdad, no seas tan
maleducado.
Xiao Bao estaba a punto de llorar sin lágrimas de por medio. Antes estaba el
emperador, después, un príncipe. Sin mencionar que no tenía permitido cambiar al
amo de residencia. Porqué no les permitían vivir sus vidas en paz.
Él mismo concubino, obviamente no veía nada. Estaba simplemente agradecido de
tener a un niño con quien jugar.
Con una sonrisa, sosteniendo el cometa, salió.

El concubino ciego [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora