𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐀𝐍 [𝘐𝘴𝘴𝘢𝘤 𝘎𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢]

𝗠𝗔𝗥𝗝𝗢𝗥𝗜𝗘

10 𝗗𝗘 𝗢𝗖𝗧𝗨𝗕𝗥𝗘, un día normal de otoñó soleado, muy soleado para ser otoño.

Donde Aleena, en vez de acompañar a su madrina a su ensayo, decidió ir a la escuela por un examén que sería gran parte para la nota final del año. Había estudiado toda la semana para aquel examen de matematicas.

Ese día iba con un blusa azul, un sacó de jean azul opaco, con unos jeanes azul claro, con sus vans rojas. De su espalda colgaba su mochila del mismo color, y de su cuello se mantenían sus auriculares, aunque ella prefería/corregía decirle Walkman. Los encontró en una caja de su madrina. Los amaba.

Al llagar al salón de matematicas, se sentó en su lugar en el fondo. Mientras esperaba a que el profesor llegara, la pelirroja tenía un mal presentimiento de lo que pasaría en el día.

Eso hacía que le revolviera el estomago, cuando al fin llegó el profesor y le entregó los examenes, alejó todos esos pensamientos y se concetró.

Bueno o eso hacía hasta que la directora entró a la sala.

—Disculpe la interrupción porfesor Matthew.— El profesor negó, dandole otra vez la palabra a la directora.— Aleena Willson,— Al escuchar su nombre la pelirroja lavanto su cabeza rápidamente.— ¿Está aquí?—

Aleena levantó su mano, la directora me hizo salir de salón, y me llevó a su oficina.

—¿Qué sucede, directora? ¿Hice algo malo?— Le preguntó la pelirroja algo confundida. Pero la mayor solo negó.—

—Esto... Quiero que sepas, Aleena. Que eres fuerte, y que siempre contarás conmigo. Y no me gusta de la forma en la que te enterarás de esto. Pero...— Aleena estaba confundida.— Hoy, me llamó el manager de tu madrina. Y me dijo que mientras ensayaba en el escenario del teatro del centro de Los Angeles, ella se desmayó por el sol, y cayó del escenario.— La de ojos azules abrió un poco su boca sorprendida.— Y.. y ahora está en el hospital en un estado de coma.—

Sus ojos azules se cristalizaron, y se paró de la silla donde se encontraba, le pidió permiso a la mayor para ir al baño, y salió de su oficina.

Llegó al baño tratando de no llorar. Pero al llegar a este no resistió y largó todo lo que tenía guardado. Tomó con fuerza el lavamanos y bajo su cabeza, luego se miró en el espejo, y se limpió las lágrimas.